¿Orugas depredadoras?

20/11/2013 - 12:00 am
Fotografía tomada de Internet
Fotografía tomada de Internet

Las orugas o larvas de mariposa son animales que llaman mucho la atención por su coloración, ornamentación por su movimiento contorsionista. A pesar de que muchas son hermosas, generalmente queremos deshacernos de ellas o porque son plagas voraces o porque son urticantes y pueden quemarnos.  Si bien algunas son abundantes y pueden acabar con las plantas de nuestro jardín o lastimar seriamente la cosecha de algún cultivo, la mayoría son raras y no tienen poblaciones muy grandes. Además ese impulso destructor que nos lleva a querer que desaparezcan, no toma en cuenta que todas las orugas se convierten en mariposas y ellas, además de hermosas, son fundamentales para polinizar las plantas. Sin ellas muchas especies vegetales se quedarían sin reproducirse y se extinguirían, por ello aconsejo no matarlas impulsivamente sino considerar si realmente deben morir o podemos convivir con ellas quitándolas del camino o de donde están comiendo.

Es fácil imaginar que todas las plantas pueden ser víctimas de alguna oruga dada su alta diversidad, en el mundo hay alrededor de 250,000 especies de mariposas y polillas y en México se calcula que viven 25,000, pero es mas difícil pensar que busquen su alimento en otro lado. Resulta que un número reducido de orugas tiene hábitos alimenticios radicalmente diferentes: ¡comen otros insectos o incluso arañas!

Nos suena muy raro, porque solamente el 1% de todas las orugas del mundo tiene este tipo de alimentación, así que lo mas seguro es que nunca nos hayamos topado con alguna. Si nos remontamos históricamente, los estudios indican que este hábito depredador no tiene un origen común sino que ha evolucionado en varias familias de mariposas y polillas de manera independiente. Una de las familias con mayor número de orugas depredadoras son los Lycaenidae del viejo. En particular las especies de esta familia que decidieron abandonar las plantas por los animales se alimentan únicamente de larvas de hormiga y para ello tienen un conjunto de estrategias para desorientar y convencer a las feroces hormigas.

Los modos de operar de las orugas depredadoras no son todos iguales, van desde las que comen larvas que se encuentran en el camino hasta las que viven dentro del hormiguero y son llevadas adentro por las propias hormigas. En este último grupo se encuentra la especie Phengaris arion o Gran Azul originaria de Europa que tiene un ciclo de vida muy especial que vale la pena describir. Resulta que la mariposa de esta especie pone sus huevecillos sobre los botones florales del tomillo, las larvas salen del huevo y comen de la planta hasta que alcanzan su cuarto estadio, después se dejan caer al suelo en donde esperan su transporte para llegar a su siguiente alimento. El transporte específico son hormigas obreras del género Mymica que son engañadas por las orugas que piensan que son larvas que se salieron del hormiguero, esto lo logran gracias a una secreción de hormonas muy parecidas a las de las hormigas. Así las larvas son transportadas al nido de las hormigas donde son depositadas junto a las verdaderas larvas de hormiga. Las orugas se dan un festín inigualable pues tienen a su disposición todas las larvas que se les antoje comer, pueden incluso llegar a consumir hasta miles de larvas durante su vida. Después llega el momento de hacer su crisálida donde se convertirán en mariposa, para ello la oruga se asegura de seguir produciendo los químicos que le permiten seguir pasando de polizona dentro del hormiguero. Cuando completa su metamorfosis, parece ser el único momento donde podría ser vulnerable al ataque de las hormigas, por lo que rápidamente sale del capullo y escapa del hormiguero para poder extender sus alas y buscar pareja.

Otras especies del mismo género tienen el mismo comportamiento de vivir dentro del hormiguero, pero no se alimentan directamente de las larvas, sino que como las hormigas piensas que son sus hermanas, las alimentan como tales; entonces se comportan mas bien como parásitas, y no tanto como depredadoras. Dadas las peculiaridades de estos bichos, hay muchos investigadores que intentan comprender como puede ser que existan estas asociaciones a través del tiempo, y además de encontrar que las orugas producen químicos para permanecer desapercibidas, recientemente se encontró que también las orugas producen sonidos similares a los que  hace la reina del hormiguero para ser alimentada, es decir, tienen varios mecanismos diferentes para poder mantener una relación de dependencia y aprovechamiento tan impresionante.

Paradójicamente toda esta historia se dio a conocer porque la mariposa Phengaris arion estuvo al borde de la extinción en Inglaterra, al principio se pensaba que la disminución en las poblaciones de este insecto estaba relacionada con la utilización de insecticidas o con el cambio de uso de suelo, sin embargo los estudios detallados dieron cuenta que la Gran Azul necesitaba de la presencia de las hormigas Mymica para poder existir, y este era el punto clave que estaba fallando, puesto que también las hormigas de este género son cada vez mas escasas en los pastizales de Inglaterra. Actualmente la mariposa ha recuperado en cierta medida sus poblaciones dado que se está promoviendo el establecimiento de las hormigas.

El conocimiento de la biología de las especies nos permite tomar decisiones de manejo que debieran favorecer la conservación, sin embargo en países como México ni siquiera tenemos los listados completos de todas las especies que tenemos, ya no se diga conocer la biología de cada una de ellas, esperemos que los biólogos no se conviertan en una profesión en extinción para poder seguir contribuyendo al conocimiento de las especies, y con ello a su conservación.

Lecturas recomendadas

Settele, J. Et al. 2011. Singing the blues: from experimental biology to conservation application. The Journal of Experimental Biology 214, 1407-1410

Thomas, J.A. y J. Settele. Butterfly mimics of ants. Nature Vol 432: 283-284

Ek del Val de Gortari
Soy bióloga egresada de la UNAM y después realicé un doctorado en ecología en el Imperial College del Reino Unido. Actualmente trabajo en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM en Morelia y coordino la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la ENES-Morelia también de la UNAM. Dedico mis días a tratar de entender cómo funcionan las interacciones entre las plantas y los herbívoros que se las comen. Me gusta trabajar en las selva y también estoy interesada en entender como se modifican las interacciones entre especies cuando hay alteraciones en los ecosistemas, por lo que estoy trabajando en campos agrícolas y en ambientes restaurados. Considero que la visión que la ciencia aporta a la vida cotidiana es muy importante, por eso me gusta escribir textos de divulgación científica y procurar que un mayor número de gente conozca las maravillas que hemos aprendido y descubierto. En particular escribo sobre bichos porque son seres considerados abominables en el inconciente colectivo, que cuando nos detenemos un poco a observar y entender mejor, se vuelven maravillosos.
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