Para unos el cabildeo inició durante la LVII Legislatura federal (1997-2000), cuando el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. En esos momentos, reza la narrativa, los grupos privados comenzaron a buscar influir en los procesos de toma de decisiones ante el Congreso, además del gobierno.
Sin embargo, ese punto fue resultado de un proceso de prueba y error por parte de los diversos actores políticos y sociales. Por ejemplo, el gobierno federal tuvo que recurrir a cabilderos para la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Y el sector privado se sentó con los sindicatos y el ejecutivo durante la negociación de los pactos económicos durante los años ochenta del siglo pasado.
Como parte de esos procesos, el cabildeo es una actividad más estructurada y profesional, haciendo que los diversos actores pulan sus estrategias para influir en las decisiones públicas. En este sentido las diversas cámaras y organizaciones empresariales han desarrollado áreas de enlace profesionalizadas con el Congreso.
Por ejemplo, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) ha pasado de actos simbólicos como calificar a los diputados en la explanada de San Lázaro en los años del gobierno de Fox a planteamientos más sólidos para influir en la agenda pública, como sucede en estos momentos que se negocian las leyes secundarias en materia educativa.
El pasado 14 de mayo la Coparmex, junto con más de 200 organizaciones publicó un desplegado para impulsar una agenda para las reformas legales en materia educativa. Sus planteamientos son: 1) la reforma constitucional aprobada es el primer paso para contar con un sistema educativo de calidad que construya equidad social y oportunidades para nuestros niños y jóvenes; 2) respaldo a las autoridades para seguir adelante en su implementación y compromiso para trabajar en conjunto para llevarla al salón de clases; 3) defensa de la educación pública y gratuita; 4) no suspensión de clases; 5) se consideran inaceptables los bloqueos y actos de violencia, sobre todo por quienes deben ser ejemplo para niños y jóvenes; 6) regalar a los maestros en su día un servicio profesional de carrera que valores sus méritos y promueva su capacitación, remuneración, incentivos y evaluaciones justas; y 7) que los buenos maestros sean reconocidos, premiados y valorados.
Dejemos a un lado si la Coparmex tiene comunicación estable con los legisladores que incidirán en el proceso de reforma. Un cabildeo exitoso implica conocer a los actores relevantes de un proceso de reforma, tanto quienes están a favor como quienes se encuentran en contra o muestran reservas a algunos puntos.
Al respecto llama la atención la reunión entre el Presidente Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores (SNTE), Juan Díaz de la Torre, con el Presidente de la Coparmex, Juan Pablo Castañón, el pasado 29 de mayo.
La reunión fue privada, aunque se generó el compromiso de abrir espacios de diálogo y participación ciudadana, con todos los actores sociales, que enriquezcan el debate sobre la reforma educativa. El propósito es que empresarios, padres de familia, académicos, intelectuales, legisladores y representantes del magisterio, entre otros actores, puedan analizar la problemática y proponer soluciones en materia educativa.
¿Qué puede salir de esto? Todavía es incierto. Sería conveniente de entrada saber si las organizaciones que están detrás del movimiento tienen una agenda clara en materia educativa, de tal forma que se pueda contrastar y llegar a arreglos con otros actores.
También sería interesante ver qué documentos y pronunciamientos salen de esos espacios de diálogo y participación ciudadana acordados, y si hay algún contraste de propuestas. Eso facilitará la labor de los cabilderos.
No obstante lo anterior, la reunión entre un dirigente patronal y uno sindical sin la intermediación del gobierno o el Congreso es algo que se debe apreciar.