Darío Ramírez
13/06/2013 - 12:00 am
Prensa y poder en un país imaginario
Imaginemos un país que busca fortalecer su democracia. En ese intrépido país también imaginemos una sociedad civil organizada que busca hacer su papel, un gobierno con grandes carencias en temas de gobierno pero que cada vez más está amarrado a la transparencia y rendición de cuentas. En ese país imaginario también hay una prensa con […]
Imaginemos un país que busca fortalecer su democracia. En ese intrépido país también imaginemos una sociedad civil organizada que busca hacer su papel, un gobierno con grandes carencias en temas de gobierno pero que cada vez más está amarrado a la transparencia y rendición de cuentas. En ese país imaginario también hay una prensa con una historia particularmente turbulenta.
En ese país imperfecto hay varios feudos (no se equivoca usted al leerlo aunque parezca irrisorio en dicho país convive el sistema feudal con la democracia). Los señores feudales se rehúsan a abrazar las leyes impuestas por la democracia. Poseen un sutil arte de tergiversar toda regla para continuar su añeja manera de gobernar. La corrupción se encuentra anquilosada en la mayoría de los actos de gobierno. La constante lucha de los demócratas contra los señores feudales pasa por muchos frentes, pero al parecer uno en el que siempre salen airosos los gobernantes es en el robo del erario público. En ese país burócratas entran al gobierno con modesta acumulación de riqueza y salen hechos unos magnates. Cualquiera diría que en ese país se producen ricos y que la receta debería ser expuesta en los textos de economía en las universidades.
En ese país, de gobernantes pillos donde gastan el dinero público como si fuese suyo, se puede contar una historia muy particular y lamentable entre los medios de comunicación y el poder. Una historia de amores, algunos pocos desamores, de caricias monetarias, de prebendas políticas, de amor incondicional, de acompañamientos y compadrazgos, de trueque de bienes, de apoyo irrestricto, de sutiles intercambios, de cachondeos atemporales, de creación de héroes y villanos, de puestas en escenas espectaculares, de inequívoca complicidad, de favores comerciales y políticos.
A pesar de contar con amplia evidencia del amor dañino entre la prensa y el poder político, sería injusto no mencionar aquellos periodistas extraterrestres que por alguna razón siguen recordando cómo hacer periodismo en ese imaginario país.
En el imaginario país, la relación prensa-gobierno es una relación basada en dinero (asumo el riesgo que implica generalizar, pero en ese país me temo que es así). Tan sencilla y compleja dicha relación. Se compran contratos por notas, se comercializa la información, se modifican líneas editoriales para servir al dinero, se vende al mejor postor la nota principal de la portada, se sobrevive gracias al dinero público, se vende la credibilidad como moneda de cambio, se confunde e intercambia el anuncio con la nota, se prostituye el oficio. Tú me cubres bien, yo te pago. La misma lógica que hay en la prostitución: me das placer, yo te pago.
El derroche de los señores feudales –en el país imaginario que describo– al parecer no tiene límite. En el feudo de Tabasco, en dos años (2010 y 2011) se gastaron 82 millones de pesos (únicamente los que están registrados en la imaginaria cuenta pública del país imaginario, pero dicen fuentes que puede habar muchos más millones gastados). En ese mismo período en el feudo vecino de Veracruz –donde el Gobernador dice que tiene a los mejores periodistas (sic)– se gastaron la nada despreciable cifra de 128 millones de pesos.
La prensa contenta y los gobernantes a gusto. La imaginación de cómo cooptar y comprar a la prensa en el país imaginario es verdaderamente tenaz. Algunos ejemplos: el señor feudal José Osuna Millán, de la cofradía panista, creó un fondo de 6.1 millones de pesos para agasajar a la prensa con ese dinero para que compren coches, materiales de trabajo, tenga bonitas vacaciones, obtengan materiales de construcción. Es una dádiva algo cara, dirán algunos. O qué tal en el céntrico feudo de Aguascalientes donde también procuran por su prensa: el Partido Verde busca crear un fondo similar para darle coches, vivienda, equipo y seguros de vida a los periodistas. Igual de generoso. En el imaginario municipio de Chilapa se acordó dar el 50% de descuento en el pago predial, agua y medicamentos y la gratuidad de servicios médicos a comunicadores a cambio de “respeto mutuo” (sic), sin duda imaginativos –y absurdos– convenios de reciprocidad.
En ese imaginario país, la Cámara de Diputados ha tenido la bondadosa actitud de otorgar a 62 reporteros de la fuente unos vales de despensa por más de tres mil pesos. Práctica benevolente que data de más de 15 años.
El señor feudal Ángel Aguirre anunció durante la clausura del Congreso Nacional de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanas, A.C el apoyo a 28 periodistas del feudo por más de tres millones 360 mil pesos a través de otro generoso fondo para comunicadores. La lacaya Secretaria de Desarrollo Social, afirmó que dicho apoyo es porque los periodistas “son un sector vulnerable” (sic).
En conclusión, un país imaginario con una imaginaria –y por lo tanto ausente– prensa libre, independiente, objetiva y cercana a la sociedad que busca impulsar la democracia. Lo preocupante es que muchos periodistas como Daniel Genichi Palma, beneficiado por el fondo de Aguirre, afirma a todo pulmón “que estará eternamente agradecido con el señor Aguirre” por la dádiva. Y no ve, ni él ni muchos más, nada malo en el intercambio. Se siente afortunado de recibir ese regalo comprado con dinero público y no repara en ningún análisis ético que se desprenda de su profesión. Simplemente la gracia del señor Aguirre es lo único que cuenta.
La relación prensa-poder basada en dinero se afianza cuándo los reporteros, camarógrafos y fotógrafos –los últimos en la cadena de mando y en quienes se basa el periodismo– son abandonados a su suerte por sus imaginarios patrones con salarios groseros y sin derechos laborales porque salen muy caros para la empresa. Hacer periodismo en esas condiciones es prácticamente imposible. Pero hacer periodismo bajo esos esquemas de cooptación rompe las mínimas reglas de la profesión. En otras palabras, las malas condiciones económicas y laborales no son pretexto para aceptar los suculentos regalos gubernamentales. Toda decisión tiene dos vías: el precio o la dignidad.
Por lo anterior, se presume que el futuro del país imaginario no es muy promisorio. La ausencia de una verdadera prensa será el talón de Aquiles para desterrar el poder feudal y afianzar una democracia.
Cualquier semejanza entre el país imaginario y México es mera coincidencia.
(Gracias a Lucía Vergara por la investigación. Para más información vista la página https://chayoperiodistas.jux.com/ Cruza Nacional contra el Chayo)
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