Lecturas cortas para estas vacaciones

27/03/2013 - 12:01 am

Hay diferentes tipos de lectores vacacionales. Hay a los que les gusta una novela larga, larguísima, de ésas que se inician y se sabe que no van a terminar durante los días de asueto y no importa. Es más: algunos ni siquiera comienzan la lectura por el primer capítulo sino que toman uno al azar porque el asunto no es saber en qué termina la historia, sino sumergirse en otro mundo, ajeno al propio, y descansar la cabeza. Si usted es uno de estos lectores y habla inglés, ya la hizo y ya lo sabe: en casi todos los hoteles mexicanos a donde llega harto gringo hay un titipuchal de novelas de este estilo.

También están los lectores de libros sagrados (que llevan consigo), los lectores que cargan con cinco o seis libros –o con un Kindle rellenito de títulos– y llegan al hotel, los bajan todos los días a la playa o a la alberca… y no leen ni una página. Y también están, entre otros tantos, a los que les gusta una historia corta, que se lea en una o dos sentadas y ya con eso tener otro mundo en su catálogo de historias maravillosas. Para este tipo de lectores es que son las siguientes sugerencias de novedades editoriales, en general, de libros escritos por amigos míos.

Bitácora de nadie, de Álvaro Solís. Si usted es amante del mar y de la poesía, éste es su libro. Cadencioso y bello, recientemente ganador del Premio Alhambra de Poesía Americana. Sin duda, uno de los mejores poetas vivos en nuestra lengua.

Parábola de la cizaña, de Federico Vite. Si usted gusta adentrarse en los misterios de la fe en estos días santos, en preguntarse si un estigmatizado es un emisario de Dios o del Diablo, ésta es su lectura.

El suicidio de una mariposa, de Isaí Moreno. Ahora que si usted anda nostálgico y quiere recordar el paso de su infancia a su adolescencia a finales de los 70s e inicios de los 80s –cuando le gustaba una morrita y no sabía como decírselo, cuando quería sentirse malito y ser gañán de barrio–, ésta es su opción y bien la puede complementar con el clásico Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco.

En el mismo tenor, pero si usted es más de cuentos que de novela, léase Despertar con alacranes, de Javier Caravantes, ahí recordará esos días fantásticos en que llegaba una chica nueva a la preparatoria, o cuando lo convencieron de ir a un retiro espiritual y buscó por todos los medios escapar de ahí. Aunque si usted es más sobrio y es de los que les da por pensar en cada detalle del mundo: Liquidaciones, de Eduardo Sabugal.

Si a usted le gusta la literatura de terror, entonces corra a comprar el último título ganador del Premio Nacional de Cuento Breve Julio Torri: Motel Bates, de Yussel Dardón. Inspirado, obviamente, en Alfredito Hitchcock, Yussel talla una joya, un mundo delirante con “detrás de cámaras” y toda la cosa. Y si se queda picado con los mundos extraños, sígale con cualquiera de Mario Bellatin, como La escuela del dolor humano de Sechuán.

Ahora que si usted prefiere disfrutar de la ciudad a solas e imaginar grandes aventuras cotidianas (por ejemplo, con su vecina), para usted: La mujer de los macacos, de Alejandro Badillo.

Por supuesto, aparte de dichas novedades, también están dos joyitas ya clásicas de la literatura: Seda, de Alessandro Baricco y Nieve, de Fermine Maxence. Ambas inolvidables y mejor aún si se lee una después de la otra.

Si su corazoncito ambientalista también palpita con fuerza estas vacaciones, está una novela ya harto conocida: Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda.

Por último, si usted es de los que quiere que nadie lo moleste, que nadie se le acerque estas vacaciones, lleve siempre consigo Pornografía, de Naief Yehya: a la alberca, al café, a la playa, al centro comercial... Su portada rosita y su título legible a la distancia surten efectos inigualables. Y, claro, tal vez el morbo, después de dos días de llevarlo consigo, le haga echarle un ojo a este excelente ensayo.

Luis Felipe Lomelí
(Etzatlán, 1975). Estudió Física y ecología pero se decantó por la todología no especializada: un poco de tianguero por acá y otro de doctor en filosofía de la ciencia. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y sus últimos libros publicados son El alivio de los ahogados (Cuadrivio, 2013) e Indio borrado (Tusquets, 2014). Se le considera el autor del cuento más corto en español: El emigrante —¿Olvida usted algo? —Ojalá.
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