¿Por qué preferimos la cárcel?

24/03/2013 - 12:01 am

De entre 50 países encuestados por el International Crime Victims Surveys (ICVS), México es el país en el que los ciudadanos más prefieren que se castigue a los delincuentes con pena de prisión.

Esto quiere decir que la opinión pública generalizada optaría por privar de la libertad a las personas que resultasen culpables de un delito, sin importar la naturaleza del mismo.

La metodología de la encuesta consiste en preguntarle a los ciudadanos qué pena le darían a un joven reincidente de 27 años que robó una televisión a color. Es impactante constatar que en México, el 70% de los encuestados contestó que la cárcel. En general, los países desarrollados, sobre todo los europeos y hasta Estados Unidos, el cual se caracteriza por ser extremamente punitivo, tienen un porcentaje menor al 40%.

¿Qué es lo que hace que los mexicanos tengamos preferencia por la prisión, siendo una opción tan cara y tan poco eficiente? Claro está que el dinero que se invierte en el sistema penitenciario (33 millones de pesos al día únicamente en manutención de los presos) podría invertirse en prevención y obtener resultados mucho mejores. ¿Por qué entonces si la evidencia empírica dice lo contrario, seguimos prefiriendo la cárcel? He aquí algunos de mis argumentos:

1. Yo creo que la primera razón que hace que los mexicanos tengamos sed de justicia ciega es la poca confianza que tenemos en las autoridades relacionadas con el sistema de justicia. Ministerios Públicos, jueces, directores, secretarios de acuerdo, policías, son a mi parecer las personas que cuentan con menor credibilidad entre los ciudadanos. Esto hace que exista un resentimiento agregado hacia a los delincuentes por la ineficacia y corrupción de las autoridades.

2. En México, hasta el momento, poco se conocen las penas alternas a prisión. El encierro es el único castigo que conocemos. En muchos otros países los ciudadanos prefieren el trabajo en beneficio a la comunidad y las multas.

3. Ignorancia. En general poco se sabe acerca del presupuesto gastado en el sistema penitenciario. Aunado a lo anterior, existe un sinfín de evidencia empírica que confirma que las personas que entran a prisión tienen mucho más posibilidades de ser reincidentes. Todos sabemos que las prisiones son las universidades del crimen pero ignoramos a ciencia cierta la cifra de reincidencia.

4. Medios de comunicación. Los ciudadanos hemos creado una conciencia con base en lo que escuchamos o vemos en la televisión, Internet, periódicos, revistas, sin informarnos más allá de lo evidente.  

5. Políticas públicas excluyentes: la última pero no por ello la menos importante. Las políticas que en el momento tienen aceptación tanto internacional como electoralmente hablando son aquellas que castigan severamente, las que tienen mano dura con los delincuentes. Evidentemente nadie votaría por un candidato que dijera que todo lo que se invierte en las prisiones sería destinado a la prevención, aunque su propuesta fuera la más eficiente a largo plazo.  

Considero necesario y urgente que como sociedad hagamos un examen de conciencia en el que dejemos de juzgar a los otros, a los malos, a los delincuentes, a los ajenos, a los outsiders, a los enemigos. Todos ellos no son producto del azar, son producto de una sociedad de la que tú y yo formamos parte y que cada vez más excluye y castiga y no se preocupa por comprender y solucionar.

 

@criminologiamex

Mercedes Llamas
Doctoranda en Gobierno y Administración Pública por el Instituto Universitario Ortega y Gasset de la Universidad Complutense de Madrid, Maestra en Criminología y Política Criminal por el INACIPE y Licenciada en Educación Especial en Infracción e Inadaptación Social por la Escuela Normal de Especialización.
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