Con dinero todo es posible

03/03/2013 - 12:00 am

La semana pasada ya expuse una pincelada acerca de uno de los principales problemas del sistema penitenciario: la sobrepoblación y el hacinamiento. Hoy tengo interés, a propósito del encarcelamiento de la maestra Gordillo, acerca de la corrupción dentro del mismo.

La corrupción está presente desde el momento de ingreso de los internos a la institución carcelaria hasta la vida cotidiana. Prácticamente todo se puede obtener con dinero: una celda de lujo; artículos prohibidos como teléfonos móviles, televisores, reproductores de música, DVDs, teléfonos celulares, refrigeradores; servicios  de prostitutas; sustancias prohibidas como alcohol y drogas, entre otros.

La corrupción, se traduce en algunos casos en privilegios para aquellos internos que tienen poder económico. Dichos privilegios no se limitan a la introducción de objetos prohibidos, existen centros como el de Readaptación Social de Chetumal en el que algunas celdas están acondicionadas con suelos y techos de madera, canchas de futbol, gimnasios, jardines exclusivos, televisores, refrigeradores, reproductores de música, grandes peceras, entre otros.

La corrupción se inmiscuye en cada uno de los rincones del sistema penitenciario, llegando a afectar, no sólo a los internos sino también a los familiares de los mismos. Es de dominio popular que los familiares tienen que pagar por visitar a sus familiares, introducir comida y ropa y hasta por tener un espacio para poder estar con sus familiares durante la visita, etc. Con relación a lo anterior, según la encuesta mencionada, uno de los motivos por lo que los familiares de los internos no los visitan se debe a que los familiares tienen que pagar cuotas extra oficiales al personal penitenciario.

Aproximadamente cada visita paga $127.71 con el objeto de: poder ingresar al Centro; para que la autoridad llame a su familiar y lo pueda visitar; para introducir ropa y comida, entre otros. De los internos encuestados, el 44.51% afirmó que sus familias pagan para ser llamados cuando llega su visita; el 60.58% por pasar comida y el 60.12% por introducir ropa.

Victor Payá, en su libro Vida y Muerte en la Cárcel, denomina a lo anterior como: “la lógica del pesito (…) la revisión a los familiares que ingresan al penal los días de visita se encuentra al arbitrio exclusivo de los custodios, quienes deciden prácticamente todo: el color de la ropa, el tipo de zapatos, frutas, verduras, y todo tipo de productos permitidos. Debido a los niveles de discrecionalidad con que operan, al margen de las reglamentaciones es casi imposible poder ingresar sin dar dinero.”

Los internos que se encuentran en prisión en México, proceden generalmente de familias de bajos recursos. Son éstas familias las que pagan cuotas extra-oficiales, causadas por la corrupción y además tienen que cubrir necesidades de los reos (comida, ropa, enseres de limpieza personal) que el Estado, aunque está obligado a hacerlo, por su incapacidad no lo hace.

Pero como todo en México, dentro del sistema penitenciario la sociedad está sumamente polarizada, desde el interno con nulos recursos económicos quien deja de ser visitado por sus familiares debido a los cobros ilegales que se les exigen hasta la Maestra Gordillo quien sin duda alguna vivirá con los mayores lujos posibles; celda individual, tv de plasma, personas a su servicio, cama king size, etc.

@criminologiamex

Mercedes Llamas
Doctoranda en Gobierno y Administración Pública por el Instituto Universitario Ortega y Gasset de la Universidad Complutense de Madrid, Maestra en Criminología y Política Criminal por el INACIPE y Licenciada en Educación Especial en Infracción e Inadaptación Social por la Escuela Normal de Especialización.
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