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Javier Solórzano

25/02/2013 - 12:00 am

Acapulco: la descomposición

Los y las acapulqueñas no dudan que el puerto este pasando por un mal momento; sin embargo, también son de la idea de que los traen en la mira y que, además de la crisis en seguridad, hay una campaña en su contra. Mucho de lo que vemos desde fuera tiene otras ópticas cuando se […]

Los y las acapulqueñas no dudan que el puerto este pasando por un mal momento; sin embargo, también son de la idea de que los traen en la mira y que, además de la crisis en seguridad, hay una campaña en su contra. Mucho de lo que vemos desde fuera tiene otras ópticas cuando se platica con los acapulqueños Para algunos, la declaración del Presidente Municipal Luis Walton sobre el caso de las mujeres españolas violadas –aquello de “que puede pasar en cualquier parte”–, no se vio como la vimos nosotros. La razón está en que para muchos fue un despropósito pero localmente fue interpretada como una defensa del puerto.

Acapulco lleva mucho tiempo descomponiéndose. Lo últimos años han sido la suma de todas las crisis. No hay dinero, hay mucha violencia, el narcotráfico esta cada vez más metido, y particularmente los jóvenes tienen un inquietante presente y un futuro cargado de incógnitas y dudas.

El puerto está descompuesto desde sus orígenes. La organización social es un caso: no hay una planeación de largo plazo, todo se remite a las opciones inmediatistas y para ello la palabra, pareciera la única, es crear focos de “desarrollo”. Cada vez que inicia un trienio municipal o un sexenio es en lo único que se piensa. Lo que quieren es salir en la foto y hacer en el corto plazo lo que lleva años y años para que, al final, terminen dejando un tiradero que su sucesor intentará levantar lo más pronto posible sin dejar de hacer el suyo.

Nos dice el padre Jesús Mendoza, vocero del episcopado local, que Acapulco no puede ser por ningún motivo el de antes porque ese Acapulco es precisamente el que lo tiene bajo la situación actual. Gobernantes, empresarios, los propios religiosos y muchos actores políticos fueron testigos de la descomposición del puerto y poco o nada hicieron bajo la máxima absurda de explotar a como dé lugar la gallina de los huevos de oro.

A lo largo de un día, tuvimos la oportunidad de conversar con diferentes actores políticos y sociales representativos, con el objetivo de preguntarles por qué creen que se descompuso Acapulco. Como suele pasar a menudo en nuestro país que está sobre diagnosticado, todos saben lo que pasa pero nadie atina una solución.

El caso de las mujeres españolas violadas viene a agudizar aún más la crisis. La agudiza por el hecho mismo, pero también porque los detenidos, se han declarado culpables, son jóvenes locales. La actitud que han asumido ante lo que pasó es de un total cinismo: uno de ellos, el cabecilla, hace bromas sobre su virilidad que rayan en lo enfermizo. No existe el más mínimo arrepentimiento, nos informan quienes los han entrevistado; son jóvenes acapulqueños de colonias populares que se dedicaban a robar y violar mujeres.

Va a ser muy complicado componer Acapulco. Hay que pensarlo y diseñarlo para el largo plazo. Lo grave e inmediato a atacar es la descomposición social y la confusión de valores. Muchos padres de familia saben que sus hijos delinquen y no pueden hacer nada más que defenderlos jurando que son inocentes. Acapulco se descompuso y para componerlo no hay otra que hacerle cirugía mayor, no de coyuntura apelando a lo que le ha hecho gran daño, “el desarrollismo” sin ton ni son.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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