Darío Ramírez
07/02/2013 - 12:01 am
El mísero papel de los medios
La explosión en Pemex vuelve a poner de relieve la importancia de la información oportuna y veraz en momentos de crisis. La población necesita saber qué pasó, cómo pasó, por qué paso, dónde pasó. Ante una crisis como la que se suscitó en Pemex, hay dos actores fundamentales para cumplir con la tarea de informar: […]
La explosión en Pemex vuelve a poner de relieve la importancia de la información oportuna y veraz en momentos de crisis. La población necesita saber qué pasó, cómo pasó, por qué paso, dónde pasó. Ante una crisis como la que se suscitó en Pemex, hay dos actores fundamentales para cumplir con la tarea de informar: los medios de comunicación y las autoridades.
La responsabilidad de las autoridades (y ojo que señalo la responsabilidad) es dar toda la mayor información posible para el consumo de la sociedad. El principio de la información pública es que pertenece a la sociedad, no a las autoridades. Sin embargo, son éstas quienes administran la información. La tentación gubernamental de controlar la información es innata al poder. Sería falso afirmar que está dentro de sus intereses que se sepa toda la verdad. Dejarán ver un ángulo de la verdad.
Los responsables de inquirir a las autoridades sobre la verdad que ponen sobre la mesa son los medios de comunicación. De acuerdo a su naturaleza e independencia, los medios buscarán información que logre arrojar más información para comprender la otra verdad que no se muestra. La labor del periodismo no es aceptar como verdad la información gubernamental. Las malas prácticas de nuestros medios nos han orillado a pensar que su labor social se ha reducido a simplemente reproducir el discurso oficial. Estamos faltos de periodistas que inquieran a las autoridades, que les hagan preguntas tan incómodas que obliguen a las autoridades a mostrar más de la verdad oculta. La conferencia de prensa en Pemex fue, sinceramente, un hecho triste para nuestro periodismo contemporáneo. Las preguntas de los reporteros, que deberían de ser sus armas más precisas, caían en lugares comunes y resultaban cómodas para el espectáculo montado por las autoridades. Reporteros sin preguntas, vaya triste realidad.
La búsqueda de más información, de obtener elementos que pongan en entredicho la verdad oficial es trabajo diario de los periodistas. Recoger las piezas que ayuden a formar una verdad periodística plausible que ayude a deconstruir la verdad real. Para esa búsqueda de información es necesario, o mejor dicho, indispensable, la independencia ante las autoridades. Ningún amigo auscultará a ningún amigo. La premisa para la búsqueda de información es no creerle a nadie, y mucho menos a la información oficial.
La crisis derivada de la explosión en Pemex volvió a ser un amable recordatorio de las graves carencias de nuestros medios de comunicación. Algunas de ellas: complicidad entre los intereses gubernamentales y los editoriales con el afán de dividendos metaperiodísticos como contratos comerciales; falta de profesionalismo de reporteros y editores en diversos medios relevantes; falta de profundidad en la información que satisfaga el derecho a saber de la sociedad; reinante cultura de la opacidad en el ámbito público que dificulta la obtención de información de interés público para la elaboración de noticias; empresas informativas que ostentan un monopolio informático; ausencia de modelos comerciales que permitan la consolidación de medios alternativos e independientes como fuentes alternativas de información para las audiencias; falta de procesos de transparencia editorial en los medios de comunicación.
La refundación del periodismo es imperativa. Esto no quiere decir que no existan buenos periodistas en México, al contrario, me jacto de conocer a muchos de ellos. Pero sí apunta a la idea de que el sistema informativo (autoridades, empresas informativas y periodistas) debe de cambiar de manera radical. Siendo honesto esto es muy poco probable, y no porque sea mala idea o una barbaridad proponerlo. Sino porque el sistema informativo que hoy tenemos mantiene importantes cimientos de nuestro régimen político que los que ostentan el poder no quieren cambiar. Después de la alternancia del poder en el año 2000, uno de los ámbitos que menos se movió, que menos se reformó, que a muchas personas se les olvidó fue en el ámbito de los medios de comunicación. Los aires democráticos no llegaron a remover y desterrar las viejas prácticas periodísticas ni las mañas de las empresas informativas con las autoridades. Cambiaron las autoridades, menos autoritarismo, pero se refundó la relación entre el poder y los medios de comunicación. Las perniciosas prácticas de complicidad, chantajes, castigos siguen siendo una dolorosa realidad.
Muchos podrán pensar que es imposible cambiar esta añeja realidad. Yo soy de los que piensan lo contrario. Soy de los que ve jóvenes periodistas con ganas renovadas. Soy de los que ve que la tecnología está haciendo que las prácticas periodísticas cambien. Soy de los que ve ímpetus de mejorar dentro grupos de reporteros. Soy de los que cree que las audiencias pueden volverse más exigente con sus medios. Soy de los que creen que la transparencia dentro de los medios debe de ser una exigencia.
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