¿Vale lo mismo la vida de un niño que la de un preso?

23/12/2012 - 12:01 am

Es curioso ver la reacción social que pueden causar distintos homicidios. Por un lado, y como ya todo el mundo sabe, el viernes antepasado murieron 27 personas (20 niños y 7 adultos) a manos de un psicópata gringo. Este asesinato en masa no tiene nombre y el corazón de cualquier persona se rompe al pensar en las criaturas así como en sus familias. Mientras que por otro lado, el lunes murieron 24 personas en una prisión de Durango.

Lo que me llama la atención es que los seres humanos tengamos tan diferentes reacciones ante un mismo suceso, el homicidio. De nuevo en un penal de Durango hubo un intento de fuga donde murieron 24 personas, ante tal suceso hubo pocas noticias y dudo que haya causado indignación y repudio en gran parte de la población. Estoy segura de que más de una persona pensó: "Qué bueno, que los maten a todos", "Son asesinos, merecen morir", "Que se maten entre ellos", y lo que me preocupa es que parece que el gobierno mexicano piensa lo mismo y actúa en consecuencia.

Durante este año, y en general durante el sexenio pasado, la violencia dentro de las cárceles aumentó y ahora un preso tiene seis veces más probabilidades de morir que una persona en libertad. ¿Qué ha hecho el gobierno para brindar seguridad institucional a los centros penitenciarios y así velar por la vida de los internos? Pues pareciera que lo único que ha hecho es aumentar los factores para controlar la sobrepoblación y el hacinamiento a través de homicidios por riñas, motines, intentos de fuga, etc.

Para hacer un recuento del año pasado (2011) ya que el 2012 aún no ha terminado y todavía pueden pasar mucho en los próximos días, hago un recuento de los eventos violentos que han sucedido dentro de las cárceles mexicanas y que han terminado en la muerte de personas:

– Gómez Palacio, Durango: pelea que derivó en 11 muertos por heridas con arma blanca (11 enero).
– Cancún: enfrentamiento entre internos, tres muertos y un herido (6 mayo)
– Chihuahua: riña entre pandillas, cuatro muertos (8 de mayo).
– Durango: nueve reos muertos y 11 heridos por enfrentamiento entre bandas, posteriormente se decomisaron 10 armas de diferente calibre (17 mayo).
– Nuevo Laredo, Tamaulipas: un incendio provocado en el área de enfermos psiquiátricos dejó 14 muertos (20 de mayo).
– Nuevo Laredo, Tamaulipas: siete muertos y la evasión de 59 reos en el mismo día (15 julio).
– Ciudad Juárez, Chihuahua: intento de motín que dejó 17 muertos entre ellos una mujer, anterior a este hecho, hubo una fiesta dentro del reclusorio con cuatro mujeres menores de edad que fueron prostituidas, alcohol, drogas y armas de fuego (25 de julio).
– Cadereyta, Nuevo León: riña que dejó siete muertos (13 de octubre).
– Matamoros, Tamaulipas: riña que dejó 20 muertos y 12 lesionados (15 octubre)

Según el periódico El Universal, únicamente durante el 2011, fallecieron 124 internos por riñas entre reosSin embargo, el 2012 empezó con la violencia aumentada y en una sola riña el 19 de febrero en el centro de reclusión de Apodaca, Nuevo León, murieron 44 internos, y durante la pelea estaban presentes mujeres y niños familiares de los reos.

Recordemos que la pena privativa de libertad, como su nombre lo dice, restringe únicamente la libertad física de deambular libremente; sin embargo, la totalidad de los demás derechos humanos deben ser garantizados por el Estado. Lo anterior está establecido en el artículo 5 de los Principios Básicos para el Tratamiento de los Reclusos el cual dicta que: “Con excepción de las limitaciones que sean evidentemente necesarias por el hecho del encarcelamiento, todos los reclusos seguirán gozando de los derechos humanos y las libertades fundamentales consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos…”.

Es por esto que, independientemente de los factores que originan los enfrentamientos –es decir, si suceden como consecuencia de riñas entre presos o de sublevaciones contra la autoridad–, las autoridades penitenciarias tienen la obligación de velar por el derecho a la vida y a la seguridad de todos los internos, tal y como lo establece el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Como bien lo dijo Dostoyevski, el grado de civilización de una sociedad se mide por el trato que les da a sus presos. ¿Qué sucede entonces en México y en general en la mayoría de los países neoliberales en el que éste es indigno e inhumano? Ciudades en las que en sus cárceles se golpea, encierra, maltrata; cárceles en las que la muerte es más factible que la propia vida. Cárceles en las que no sólo se encuentran desprotegidos los internos, sino también sus familiares, quienes por ir a visitar a su padre, madre, tío, esposo terminan muertos. ¿Seremos ciudades cada vez más incivilizadas?

Considero que la sociedad evolucionará y mejorará cuando la vida de las personas tenga el mismo valor, independientemente de su situación jurídica; cuando la muerte de un preso de tercer mundo provoque la misma indignación que cualquier otra muerte.

Mercedes Llamas
Doctoranda en Gobierno y Administración Pública por el Instituto Universitario Ortega y Gasset de la Universidad Complutense de Madrid, Maestra en Criminología y Política Criminal por el INACIPE y Licenciada en Educación Especial en Infracción e Inadaptación Social por la Escuela Normal de Especialización.
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