Jenaro Villamil
28/11/2012 - 1:52 pm
García Luna, de la Teleserie al Thriller
La mañana del 23 de octubre de 2008 entraron elementos de la PFP al recinto alterno del Senado de la República, habilitado en la Torre del Caballito de avenida Reforma, para “repeler” a los legisladores perredistas que ingresaron al salón de sesiones para protestar por la reforma energética que se iba a aprobar ese día. […]
La mañana del 23 de octubre de 2008 entraron elementos de la PFP al recinto alterno del Senado de la República, habilitado en la Torre del Caballito de avenida Reforma, para “repeler” a los legisladores perredistas que ingresaron al salón de sesiones para protestar por la reforma energética que se iba a aprobar ese día.
Jalonearon a varios, arrastraron a una diputada y poco les faltó para darle un golpe en la cabeza a Rosario Ibarra de Piedra, senadora de 82 años, dirigente incansable del movimiento de los desaparecidos políticos desde la década de los setenta. Sólo porque la cubrió Yeidckol Polevnsky, senadora también, los “profesionales” y “científicos” policías de la PFP no se fueron en contra de la primera mujer en ser candidata a la presidencia de la República.
Desde un ángulo del recinto convertido en un búnker, Genaro García Luna dirigía y vigilaba las operaciones de sus “muchachos”. Era como el director de cámaras de un gran montaje político. Le grité, en un rapto de furia, que era un represor. Él, inmutable, ni me miró. Siguió con su aparato de radiodifusión dando órdenes para que la teleproducción más ambiciosa del sexenio de Calderón se concretara esa tarde. Nada conmovía al ingeniero transformado desde ese año en el funcionario más poderoso de la administración de Felipe Calderón Hinojosa. El superpolicía del sexenio.
Más poderoso fue cuando tres semanas después, el 4 de noviembre de 2008, en un avionazo de tintes sospechosos, murieron Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos. El primero, secretario de Gobernación y “sucesor natural” de Calderón. El segundo, uno de los tantos adversarios de García Luna en los organismos encargados de combatir al crimen organizado. Vasconcelos, conocedor de los entretelones de los cárteles, había sobrevivido a otras muchas amenazas. Ese día ya no.
Desde ese momento, García Luna se volvió imparable, inescrutable, inamovible. Adicto a convertir sus pequeños logros policiacos en espectaculares montajes televisivos, en conferencias televisadas o videos con confesiones que simulaban Criminal Minds el titular de la Secretaría de Seguridad Pública aprendió de la lección del escándalo de Florence Cassez: si algo vas a hacerlo sin escrúpulos, hazlo en grande.
Financió con 118 millones de pesos (otras cifras indican que fueron más de 150 millones de pesos) una teleserie de poco rating: El Equipo. Su productor, Pedro Torres, el mismo genio de Televisa que creó el Big Brother, los spots del Bicentenario, el manejo de imagen de Peña Nieto y hasta toma fotos en la Ciudad de los Libros de Consuelo Sáizar, se transformó también en su guionista involuntario. Desde entonces, Televisa se le rindió a sus pies y muy de vez en cuando recordaron algunos de los “pecados” de García Luna.
Fue el único civil que como secretario del gabinete de Felipe Calderón duró seis años en el cargo. Sobrevivió a cinco secretarios de Gobernación, a tres procuradores generales de la República, a tres jefes de la Oficina de la Presidencia, y mantuvo una nada soterrada disputa con el titular de la Defensa y con el secretario de la Marina.
Del tamaño de su poder y con la rapidez de su ascenso, parece ser la caída de García Luna. No hay teleserie que dure más de 10 años ni policía que lo aguante.
Desde el episodio del enfrentamiento en el paraje de Tres Marías, en la carretera a Cuernavaca, la estrella de García Luna se ha opacado. Y no hay productor que la detenga. Estados Unidos ya lo puso en la mira. Y la CIA no le va a perdonar esa sospechosa fiesta de las balas que protagonizaron, por lo menos unos 15 elementos de la PF.
Los enemigos también comenzaron a hablar. La revista Proceso publicó en su edición del 18 de noviembre que las declaraciones de Edgar Valdez Villarreal, La Barbie, le echaban tierra al caso de los generales detenidos. El 25 de noviembre, en la misma revista y con la misma autora, la periodista Anabel Hernández, se dio a conocer un adelanto del libro México en Llamas. El texto revela que García Luna pidió la protección de Carlos Salinas de Gortari y prepara su autoexilio en Miami. El 26 de noviembre Reporte Indigo confirmó y amplió la versión de la salida de García Luna.
Este 28 de noviembre, en la nota principal de Reforma, Anabel Hernández vuelve a ponerle el cascabel a García Luna, reproduciendo extractos de una carta de La Barbie que en sus párrafos centrales denuncia lo siguiente:
“Me consta que (García Luna) ha recibido dinero de mí, del narcotráfico y la delincuencia organizada, al igual que un grupo selecto integrado por Armando Espinosa de Benito quien trabajaba con la DEA y me pasaba información, Luis Cárdenas Palomino, Edgar Eusebio Millán Gómez, Francisco Javier Garza Palacios, Igor Labastida Calderón, Facundo Rosas, Ramón Eduardo Pequeño García y Gerardo Garay Cadena, quienes también forman parte y reciben dinero de la delincuencia organizada y de mí”.
El narcotraficante, cuya extradición a Estados Unidos se convertirá en otro pasaje conflictivo, también denuncia al general Mario Acosta Chaparro, ejecutado en abril de 2012, de ser el intermediario entre el gobierno de Felipe Calderón y distintos capos del narcotráfico para lograr un acuerdo.
La Barbie puede inventar, pero es un hecho que sus acusaciones se convertirán en una sombra pesada no sólo para García Luna sino para el sexenio de Calderón que convirtió a la “guerra contra el narco” en la justificación para militarizar el país y darle un poder inusitado a una fuerza policiaca que convirtió a amplias zonas del país en su búnker. Igual que al Senado de la República en 2008.
Este jueves volverá García Luna al Senado para comparecer sobre el incumplimiento de 4 recomendaciones de la CNDH relacionadas con casos de tortura, desaparición forzada y el caso Ayotzinapa.
Ya no volverá a pisar el Senado con la prepotencia de octubre de 2008. El próximo gobierno de Enrique Peña Nieto decidió desaparecer a la SSP como el gran aparato de poder de García Luna. Tal vez negociaron un esquema de impunidad que se romperá en el momento que Estados Unidos quiera.
La teleserie de García Luna y del sexenio de Calderón comenzarán a volverse un thriller peligroso.
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