Niños invisibles, maternidad en cautiverio

18/11/2012 - 12:01 am

En las cárceles de México existen muchas madres que tienen a sus hijos en prisión, viviendo con ellas. Algunas se encontraban embarazadas cuando fueron detenidas y otras tantas se embarazan en cautiverio, también existen las que tienen hijos muy pequeños cuando son aprehendidas y que no tienen familiares con quien dejar a sus hijos. Este tema parece ser de poca importancia tanto para la agenda pública y de gobierno como para los medios de comunicación, todo indica que estos infantes tienen cierta invisibilidad en nuestra sociedad pero, ¿qué sucede con estos niños que viven su primeros años en la cárcel? ¿Hasta dónde vulnera el derecho de ser madre a los derechos de los niños?

El Estado no puede violentar el derecho de las mujeres a ejercer su maternidad, sería una violación a sus derechos humanos el hecho de prohibir o reprimir a las presas por dar vida, sin embargo, se tiene que tomar en cuenta de igual manera el derecho del niño a vivir en un ambiente propicio y a tener todas las condiciones adecuadas para tener un desarrollo biopsicosocial íntegro. Es innegable que la persona más adecuada para cuidar y educar al niño en su temprana infancia es la madre, sobre todo durante el periodo de lactancia.

La normatividad internacional está en deuda con las mujeres en reclusión, y más aún en lo que se refiere a los hijos de éstas. Existe un gran vacío reglamentario ya que los instrumentos de Naciones Unidas así como de otros Organismos Internacionales, no establecen una postura fija y homogénea en cuanto a este gran problema. (Únicamente se hace mención en cuanto a que los países que permitan a las mujeres en cautiverio tener a sus hijos durante el periodo de lactancia con ellas, se les debe de proporcionar lo necesario. Y en cuanto a mujeres embarazadas o con hijos pequeños se fomenta la prisión domiciliaria.)

En México, la edad en la cual los niños deben abandonar la cárcel depende de los reglamentos de las diferentes entidades federativas, sin embargo, en su mayoría, así como en el Distrito Federal, los infantes permanecen hasta los seis años. ¡Seis años!, el periodo de la infancia en el que cada pequeño detalle de la vida se convierte en un aprendizaje.

¿Podemos imaginar la privación a la que está sometida un niño viviendo en prisión? Privación de olores, colores, formas, experiencias, lenguaje. El niño hablará con el lenguaje que escucha, reproducirá patrones de comportamiento, estará sometido al estrés propio de la vida en prisión. Dos anécdotas caben en este párrafo: en una ocasión observé que un niño tomaba una hoja de papel, la hacía rollito y le ponía tierra dentro, al preguntarle qué hacía me contestó: “un churro” (cigarro de mariguana). ¡Claro, eso es lo que ve! En otra ocasión un grupo de maestras del preescolar de la cárcel organizó una visita al zoológico; al salir, los niños comenzaron a llorar fuertemente pues habían visto un perro. ¡Niños de 4 a 6 años que nunca habían visto un perro! Evidentemente la visita se canceló pues las maestras se dieron cuenta de que enfrentar a los niños con animales desconocidos sin previo conocimiento podría causar fuertes problemas en ellos.

Algunos teóricos han hecho estudio tipo follow ups (estudios longitudinales que documentan la vida de los mismos durante cierto periodo de tiempo) y establecen que los niños tienden a reproducir en la adolescencia lo que vivieron en su primera infancia, por lo que muchos de ellos terminarán en centros de adolescentes en conflicto con la ley (cárceles de jóvenes), pudiendo así iniciar su carrera criminal.

Por otro lado, la rutinas de las mujeres en reclusión, cuando tienen hijos, cambia drásticamente y rompe con la monotonía de los días eternos y los muros gigantescos, sin embargo, la autoridad en muchas ocasiones “utiliza” la maternidad como una forma de control disciplinario, ya que todos los comportamientos de las internas se verán condicionados: “sino te comportas te quitamos a tu hijo”, “si tienes indisciplinas te metemos al apando, lejos de tu hija”.

Fuera del debate en cuanto al derecho a la maternidad y al tiempo de permanencia en reclusión, si el Estado permite que los niños permanezcan con sus madres hasta los seis años está obligado a proveer tanto la infraestructura (guarderías, preescolar, espacios verdes, parques, áreas de juego) como los recursos humanos necesarios para propiciar el adecuado desarrollo de los niños (pediatras, pedagogos, educadores, psicólogos, nutriólogos, etc.)

Considero que lo más adecuado a largo plazo sería: a) Fomentar la prisión domiciliaria en México para aquellas madres que tengan niños pequeños; y b) Construir espacios exclusivos para mujeres reclusas con hijos, como lo hace España con sus Unidades de Madres y Unidades de Familia. Estas soluciones implican voluntad política, que por el momento no existe en nuestro país. Mis propuestas a corto plazo: a) Que los hijos se quedarán con sus madres durante el periodo de lactancia y posteriormente el padre o los abuelos se hicieran cargo del niño; y b) Promover en todo momento la unión con la madre a través de visitas familiares en espacios adecuados.

El problema reside cuando no hay familiares que puedan cuidar y educar al niño, yo no sé qué sea mejor para el interés superior del niño: permanecer en prisión durante parte de su primera infancia o estar en un centro comunitario del DIF mientras su madre cumple con su pena. ¿Ustedes qué opinan?

Mercedes Llamas
Doctoranda en Gobierno y Administración Pública por el Instituto Universitario Ortega y Gasset de la Universidad Complutense de Madrid, Maestra en Criminología y Política Criminal por el INACIPE y Licenciada en Educación Especial en Infracción e Inadaptación Social por la Escuela Normal de Especialización.
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