La reforma de "más miseria para un país de pobres"

13/11/2012 - 12:01 am

La reforma laboral ha puesto a cada quien en su lugar, pero sobre todo a los empresarios mexicanos. Son incapaces de mirar más allá de sus narices y sentir más arriba de sus bolsillos. El outsoursing, el empleo temporal y los trabajos por horas, sólo han generado disminución del salario donde se han aplicado, incluso en Estados Unidos.

El impacto de esas reformas es tan pernicioso que en España se conceden incentivos fiscales al patrón que genera contratos indefinidos. Y en Alemania el resultado fue la transformación de puestos indefinidos en temporales, llamados Mini-Jobs, con salarios de unos 500 dólares mensuales (unos 200 pesos diarios). Fue una reducción promedio del 40% de los salarios comparados con los trabajos de planta que ganan más de $350 pesos mexicanos diarios en los más bajos puestos.

Allá el problema es la altísima tasa de desempleo y un alta capacidad de compra de los ocupados, de tal suerte que la estrategia gubernamental es aumentar el número de trabajadores sin incrementar el efectivo circulante para mantener controlada la inflación. Es una política de bajos salarios y más empleos, así lo dicen abiertamente, así lo planearon y lo ejecutaron, y los empresarios crearon más empleos, los obreros de nueva contratación aceptaron menos sueldo, y el gobierno otorgo estímulos fiscales a los que participaron en el programa.

Son políticas planeadas con pleno respeto del Estado de Derecho, con medidas de indicadores y en una sociedad donde los trabajadores en su mayoría tienen casa, transporte, educación y seguridad social derivada de la eficaz recaudación de impuestos; países donde el empleo informal es casi inexistente, lo que significa que todo mundo paga impuestos.

Esta explicación no significa que yo esté de acuerdo en esas medidas, sino que sólo la explico para entender las reformas europeas, la inspiración para los empresarios mexicanos que presionan y cabildean con el gobierno para aplicarlas sin prever el resultado final de tales reformas. Aquí no se requiere una política de bajos salarios, los mínimos de ley son los más bajos de América continental, incluso más bajos que en Honduras y Bolivia. No enfrentamos una situación de desocupación rampante: tenemos menos de 10 dígitos, España más del 20%. No tenemos un problema de circulante desatado por los altos sueldos, al contrario un problema de escaso mercado por falta de compradores de calidad.

El empleo informal allá es prácticamente inexistente y todos pagan impuestos. El porcentaje de población cercano a la línea de pobreza es del 7% (antes era de 4%). En México, debido a los bajos salarios, los trabajadores prefieren el empleo informal que les produce más dinero "contante y sonante" y se evaden gran cantidad de impuestos. Somos un país con casi el 25% de empleo informal, con un gran mercado que no paga impuestos, con más de la mitad de los habitantes por debajo o muy cerca a la línea de pobreza.

Lo dicho que cualquier asesor empresarial medianamente informado sabe a ciencia cierta, debió generar otro diagnostico. Lo que los patrones mexicanos necesitan, es otra medicina para aprovechar las debilidades de sus competidores globalizados. Pero parece que pensar estratégicamente no va con ellos, sólo ganar, ganar y ganar, hoy, hoy, hoy como diría un candidato de triste memoria.

Ambiciosos por la utilidad inmediata, se suben al avión de las contrarreformas europeas para pagar menos salarios, despedir fácilmente a sus empleados y tener ventaja en los juicios y en el furor de la ignominia presionan a los parlamentarios para que mantengan el régimen de impunidad a los líderes sindicales que los extorsionan a ellos mismos, en una especie de síndrome Estocolmo a nivel colectivo.

Es claro que estas reformas van a fortalecer el círculo vicioso de bajos salarios–menos mercado–menos empleos formales–menos impuestos–más pobreza. Y  mientras se mantenga ese círculo vicioso que al final produce o mantiene altos niveles de pobreza, nadie gana en este país, porque un país de pobres es un país de empresarios pobres aunque algunos sean supermillonarios.

Qué va a pasar en lo inmediato: los patrones mezquinos van a abusar de las nuevas facilidades y la convicción de indefensión entre los trabajadores va a crecer, y la pérdida de la esperanza colectiva es muy grave para una sociedad, porque es yesca lista para el incendio, es una ofensa mas que se añade al agravio de las elecciones, y a la profunda tristeza de la guerra que demuestra a los supervivientes que la muerte no es nada y que esta a la vuelta de cualquier esquina.

Me parece que ese no es el mejor panorama para una nueva generación de mexicanos que además van a vivir en un mundo cada vez más contaminado y mas deprimido. Sólo quienes le apuestan a la revolución tienen los ojos brillantes pues son claramente las condiciones objetivas de que hablaba Lenin.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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