La mayor organización internacional de expertos en obesidad presentó la semana pasada un reporte que comprueba que la autorregulación que han desarrollado las empresas para la publicidad de alimentos y bebidas que dirigen a la infancia continúa dañando su salud.
De acuerdo al reporte A junk-Free Childhood 2012: Marketing foods and beverages to children in Europe (Una infancia libre de chatarra 2012: mercadeando alimentos y bebidas para niños en Europa) publicado por la International Association for the Study of Obesity (Asociación Internacional de Estudios en Obesidad, por sus siglas en inglés IASO) la exposición de los niños a la publicidad de alimentos y bebidas con altos contenidos de azúcar y grasas sólo cayó 29% en los últimos seis años y está aumentando en algunos países.
Para la IASO, las empresas han incumplido ante la Comisión de Salud de Europa que les había demandado que detuvieran este tipo de publicidad o se les aplicaría una regulación para prohibirla. Por su parte, también los gobiernos han incumplido ante la Organización Mundial de la Salud que los ha llamado a proteger a la infancia de este tipo de publicidad, que se reconoce dañan los hábitos alimentarios de los niños y las niñas. Los gobiernos no han actuado, han cedido ante las presiones de las empresas y han permitido que desarrollen ellas mismas su propia autorregulación.
La autorregulación que comenzó a aplicarse por parte de las empresas en casi todas las naciones europeas ha tenido el objetivo único de proteger a las empresas y no a la salud de la infancia. La autorregulación se ha presentado como una estrategia de las empresas para evitar que se le prohiba este tipo de publicidad.
Uno de los más destacados científicos, especializado en el estudio de este tipo de publicidad, el Dr. Tim Lobstein, que dirigió el estudio señala que: “El problema se ha vuelto peor porque las compañías desarrollan sus propios criterios, muy bajos, para establecer lo que consideran ‘comida chatarra’. Nuestro estudios ha encontrado decenas de productos clasificados como no saludables en Europa y Estados Unidos y que son considerados por las empresas como saludables para publicitarlos a los niños”, señaló el Dr.Tim Lobstein autor del reporte.
El reporte de la IASO viene a confirmar lo que vivimos en México, un código de autorregulación, conocido como PABI, que no contiene ningún criterio nutricional y que permite la publicidad a los niños de todo tipo de productos no saludables. "Por otra parte, un grupo de empresas tomaron desde 2010 el compromiso con la Secretaría de Salud de que no harían publicidad dirigida a menores de 12 años de alimentos no saludables. Hasta el momento estas empresas no han presentado a la Secretaría de Salud sus criterios para determinar que no es saludable, dejando en el caos esta situación”.
Tim Lobstein señala sobre la autorregulación: “Cada compañía viene con su propia definición de cómo y qué va a publicitar, lo cual utiliza en su propio provecho. Nadie entiende sus criterios y nadie puede monitorearlas efectivamente. Esta anarquía les conviene a las compañías, pero esto significa que los niños se mantienen expuestos a la publicidad que les fomenta alimentarse con una dieta chatarra”.
“La autorregulación simplemente no opera en un mercado altamente competitivo. Pedirles a las compañías que restrinjan su propia publicidad es como pedirle a un ladrón que te arregle la cerradura de la puerta de tu casa. El te dirá que estás protegido, pero tú no lo estarás”, declaró Lobstein.
En México, la Secretaría de Salud y Cofepris han avalado un código de autorregulación que no contiene ninguna protección de la infancia de la publicidad de comida chatarra, que no contiene criterios nutricionales, que no evita el uso de regalos y personajes para enganchar a los niños en la demanda de estos productos. La autoridad ha desatendido las propias recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud que llama a los gobiernos a proteger a los niños de este tipo de publicidad que daña sus hábitos alimentarios.
De nada nos sirve que la Secretaría de Salud nos diga que las empresas están cumpliendo con el código de autorregulación publicitaria cuando este código no tiene un solo artículo que proteja a la infancia de la publicidad de alimentos no saludables.
Con la entrada de Salomón Chertorivsky a la Secretaria de Salud y de Mikel Arriola a la Cofepris, la autoridad ha pasado de la visión crítica de la autorregulación a su apología. Chertorivsky y Arriola se han convertido, en esta materia, en defensores de los intereses de las empresas y no de la salud de la infancia. En nuestras propias palabras podemos decir, igual que Lobstein, que dejar en manos de las empresas que regulen la publicidad de comida chatarra y bebidas que dirigen a la infancia, es como dejar la protección del gallinero a cargo del lobo. Y, en este caso, Chertyorivsky y Arriola están sirviendo al lobo.
La falta de aplicación de las políticas públicas para combatir la obesidad en México, políticas que están demostrando resultados positivos en varias naciones, como la regulación de este tipo de publicidad, el desarrollo de etiquetados en los productos que adviertan el riesgo de alimentos y bebidas chatarras, la regulación efectiva de los alimentos y bebidas al interior de los planteles escolares, entre otras: están provocando el colapso del sistema de salud pública y poniendo en riesgo la viabilidad sanitaria y financiera del país.