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Javier Solórzano

17/09/2012 - 12:03 am

Meses, meses y más meses...

Nunca nos ha quedado claro el porqué tiene que pasar tanto tiempo entre la elección presidencial y la toma de posesión. Está claro que nos tenemos que dar un tiempo para las controversias derivadas del proceso electoral, que ya nos dimos cuenta que al paso que vamos se nos han convertido en una forma de […]

Nunca nos ha quedado claro el porqué tiene que pasar tanto tiempo entre la elección presidencial y la toma de posesión. Está claro que nos tenemos que dar un tiempo para las controversias derivadas del proceso electoral, que ya nos dimos cuenta que al paso que vamos se nos han convertido en una forma de vida. Sin embargo, del 6 de septiembre, fecha medio inventada para que el TEPJF de un fallo en caso de que haya inconformidades sobre el desarrollo del proceso, al primero de diciembre es mucho tiempo para todo lo que se debe atender y hacer.

A eso, sumemos que en las pasadas elecciones ha quedado de nuevo una clara inconformidad que se manifiesta a lo largo de meses y que nos mete en una suerte de vacío, por más signos de civilidad que quiera mostrar el que se va y el que llega. Agreguemos otro elemento: la elección no termina por convencer a muchos porque si bien la ley establece hasta dónde llega el papel del TEPJF, es hasta el año que viene debido a que en los primeros meses del año que viene que vamos a conocer el tamaño del “cochinero” sobre el seguro rebase de topes de campaña. Cuando se de a conocer como los partidos gastaron mas de lo que debían de nuevo se vendrán tormentas verbales y de todo tipo en los medios y en las calles, las cuales no va a servir de no ser para que le den rienda suelta a las  multas porque las presuntas irregularidades no van a cambiar el rumbo de la elección y no van a quitar de Los Pinos al que llegó dos o tres meses antes, haya rebasado o no los topes de campaña.

¿Para qué sirve tanto tiempo entre la elección y la toma de posesión? Dicen que para que la etapa de transición sea lo más tersa posible y se intercambie toda la información que permita que quien entra tenga de inmediato todo a la mano. Lo que no se entiende es porque en otros países con más habitantes y quizá con el mismo número de complejidades, o más que nosotros, desarrollan la transición de manera más sencilla y en menor tiempo.

No es sólo un asunto que competa al cambio presidencial, en Chiapas el gobernador como que que no se quiere ir, han sugerido sus cercanos que se cambie la fecha de la toma de posesión de su sucesor. No sólo andan esparciendo este rumor, lo que no es rumor es la millonada que ha pedido para el final de su administración para lo que según lo pedido será la “muy compleja y difícil transición”; a ver si no lo terminamos viendo como hoy vemos a Pablo Salazar Mendiguchía, a quien le inventaron cargos para encarcelarlo.

Jalisco y Tabasco son otros dos casos con dosis de lo incomprensible. La elección se hizo en ambas entidades el primero de julio y la toma de posesión será hasta el año que viene; lo de Jalisco es un exceso, el cambio se va hasta marzo.

¿Por qué tanto tiempo? ¿Será que son incompetentes, será que quieren dejar la casa “rechinando de limpia”, será que quieren esconder sus fechorías, será que no se quieren ir, será que ya saben lo que les espera? Todo cabe, pero si a alguien les sirven los meses, meses y más meses es a los que se van porque así evitan que los agarren con la manos en la puerta.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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