La República del no

10/09/2012 - 12:03 am

Después de tantos años y de tantas veces de ver el lamentable espectáculo, nos hemos acostumbrado y nos acaba pareciendo normal. Pero no lo es. Está lejos de serlo. Me refiero, por supuesto, al circo en que se ha convertido la política nacional.

La mayor satisfacción de nuestra clase política –toda: legisladores, líderes partidistas, gobernadores, burócratas, de todos los colores y partidos– es bloquearse unos a otros. Meterse el pie para descarrilar cualquier iniciativa. Obstaculizar y destruir propuestas en lugar de construir el México del mañana.

La frase que más hemos oído en la última década es la ya famosa de que “no existen las condiciones políticas apropiadas para su aprobación”. Monumento a la pequeñez y a la falta de valor de nuestros políticos. No le muevas, no hagas olas.

Vivimos, desde hace años, en la República del no.

Hemos visto el caso de un Presidente que propone una medida que automáticamente es desechada por la oposición, alegando que es regresiva, autoritaria, lesiva para el país y cualquier otro adjetivo de moda. El absurdo es que unos años después, cuando esa oposición se hace del poder, plantea la misma cuestión, y el partido del anterior Presidente, ahora opositor, es el encargado de repudiarla, utilizando prácticamente los mismos calificativos.

Tenemos también algunos políticos que habitan en el castillo de la pureza. Cualquier propuesta que no sea suya es descalificada como producto de quienes quieren vender al país y traicionar a la patria; que saquean y roban los bienes del pueblo indefenso. Son profesionales del no y del bloqueo. No presentan argumentos ni sustentan su discrepancia. No hace falta. Son suficientes unos cuantos epítetos para invalidar al adversario y sus proyectos.

Hay también aquellos que revestidos con un discurso en el que se convoca a un gran pacto nacional, a dialogar y a negociar de forma permanente, son paladines del inmovilismo: no existen los consensos, no se puede aprobar, dicen una y otra vez.

Es un mundo en el que incluso las palabras pierden su significado. Se utiliza el mismo alegato para justificar una cosa y la contraria.

Como escribió hace unos años Jesús Silva-Herzog Márquez, “como en una brevísima representación de nuestros infortunios, todos los actores políticos sin excepción, están escenificando el papel de político enano. En los ministerios, la casa presidencial, la asamblea legislativa, en todas las recámaras del poder, personajes pequeñitos, enredándose en sus pequeños problemas, hablando su pequeño lenguaje, ambicionando pequeñas metas”.

Lo importante parece que es fastidiar y obstaculizar al adversario. Ya que somos incapaces de construir, mejor bloqueemos al de al lado. ¿Reformas para impulsar el desarrollo nacional, las famosas reformas estructurales? No, de eso mejor ni hablamos, para qué.

Por el bien del país y de todos nosotros, debemos empujar para que se rompa esta lógica perversa, que solo nos lleva a dar vueltas alrededor de la pequeñez de nuestra clase política. Acabemos de una buena vez con la República del no y del bloqueo.

No creo que sea pedir demasiado, ¿o sí?

Twitter: @jose_carbonell

http://josecarbonell.wordpress.com

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