El regreso del PRI es visto por una parte importante de la población, por destacados analistas, e, incluso, por prensa internacional, como una amenaza a los endebles avances democráticos que se venían dando en el país. Los legisladores del PRI y, en especial, los vinculados al grupo de Enrique Peña Nieto, se destacaron en la actual legislatura por oponerse a iniciativas que daban mayores derechos a los ciudadanos. El PRI en el Congreso ha sido, sin duda, el mayor defensor del duopolio de las televisoras, ahora socias.
Si existe un partido político al que se le puede inculpar que México sea un país dominado, en muchos de sus mercados, por monopolios, duopolios y oligopolios, es al PRI. El PAN, en 12 años, no quiso enfrentar esta situación. Calderón empujo una reforma a la Ley Federal de Competencia que aumentó las multas por prácticas monopólicas y dio más dientes a la Comisión Federal de Competencia, pero cuando se trató de enfrentar los intereses de las televisoras, se sabe que fue él mismo quien lo evitó. La administración panista apoyó también la iniciativa para que en México existan las acciones colectivas y con ellas la posibilidad de que los consumidores agrupados puedan enfrentar las violaciones cometidas por las grandes empresas a sus derechos. Sin embargo, el marco legal de las acciones colectivas estuvo manoseado por los cabilderos de los bancos y las grandes corporaciones, estableciendo una serie de obstáculos para que éstas se vuelvan realidad. Será a través de los casos que se presenten y de la jurisprudencia que vaya estableciéndose que podremos avanzar en la defensa colectiva de los derechos de los consumidores.
La legislación internacional y la nacional de protección de los consumidores parte del reconocimiento de un hecho fundamental: la relación entre el consumidor y el proveedor de bienes o servicios, es una relación profundamente desigual, inequitativa. La empresa suele tener un poder enorme, cada vez más, mientras el consumidor se encuentra indefenso. La ley busca equilibrar esa relación, establecer los derechos del consumidor frente al proveedor, darle las herramientas legales para defenderse y ofrecerle esa defensa, el Estado es el que debe garantizar esos derechos al ciudadano. Sin embargo, ¿qué es lo que pasa cuando el gobierno en turno a quien representa no es al ciudadano, al consumidor, sino a las empresas que realizan las prácticas monopólicas?: aumentan los precios, baja la calidad, y cuando se trata de medios de comunicación, se manipula la información e, incluso, se pone en riesgo la democracia.
El profesor Carlos Tello, ex director del Banco de México y ex titular de la Secretaría de Programación y Presupuesto señalaba que México ha vivido la “revolución de los ricos”. En palabras de Tello: “Un grupo en el poder empresarial ha diseñado una política económica que beneficia a un puñado de personas”, señalando al Consejo Coordinador Empresarial (CCE) como el impulsor de esta revolución que ha provocado la caída del salario real de los trabajadores. El CCE se ha convertido en un actor fuera de todo control, desde sus campañas contra AMLO en 2006 con spots pagados en televisión y utilizando a un niño al que se le explicaba que el billete de 20 pesos que tenía en las manos no tendría el mismo valor si llegaba AMLO a la presidencia, aunque no lo nombraran, hasta su oposición abierta y pública contra la propuesta de regular la venta de comida chatarra en las escuela, declarando que era anticonstitucional y causaría desempleo. El CCE ha actuado tanto contra la democracia, como contra la salud de los menores de edad, contra todo por mantener el beneficio de “un puñado de personas”, como lo declaraba el exdirector del Banco de México.
No sabemos que PRI va a gobernar, si el PRI de los monopolios, el PRI de los dinosaurios, el PRI de Peña Nieto en el Estado de México, el PRI de las promesas de campaña, no sabemos cuál va a gobernar. El PRI tendría que reinventarse para gobernar más democráticamente, abierto a la sociedad, velando por el interés público, algo que muy poco ha hecho. Lo que si sabemos es que el país ya no es el mismo. Si el PRI vuelve a las andanzas y da marcha atrás a los pasos titubeantes que hemos dado en el camino de la democracia, seguramente, tendrá contado sus días, sobrevivirá menos que el PAN.