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Javier Solórzano

02/07/2012 - 12:00 am

Sin saber lo que pasó

Escribimos el presente artículo sin conocer el resultado de las elecciones. Hemos insistido en que el proceso es mucho más parejo de lo que la encuestas han venido mostrando. Cuando usted lea el presente Vitral podrá corroborarlo o me enfrentaré al hecho de que mis elucubraciones eran pura fantasía. Lo más importante de las elecciones […]

Escribimos el presente artículo sin conocer el resultado de las elecciones. Hemos insistido en que el proceso es mucho más parejo de lo que la encuestas han venido mostrando. Cuando usted lea el presente Vitral podrá corroborarlo o me enfrentaré al hecho de que mis elucubraciones eran pura fantasía. Lo más importante de las elecciones es que da la impresión de que como en pocas ocasiones a nadie le pasó de largo el tema. No importó el lugar; pudo ser la cafetería, el salón de clases, el encuentro casual en la calle, y ni que decir de las mesas y sobremesas en los restaurantes. Todos quisimos meternos en el tema sin dejar de preguntar por quién se iba a votar.

Este puede ser uno de los grandes indicadores del resultado. Con más participación, el voto se diversifica y las elecciones se ponen más parejas. Sin embargo, todos sabemos que estamos ante una encrucijada que quizá ni las elecciones pueda resolver. Por más que pueda prevalecer una fuerza política, el país tien un buen rato dividido más menos en tercios.

Las fuerzas reales son PAN, PRI y PRD, el resto de los partidos vive bajo los derechos de las minorías, el oportunismo, la franquicia y el clientelismo. Su presencia, en la mayoría de los casos, va de la mano de los llamados partidos “grandes”. En esta elección sólo un partido “chico” va solo, el Panal, del cual es dueña la afamada profesora. Bien a bien no se sabe cuál es su ideología ni que pretende, pero de que está ya está.

Los otros partidos “chicos” quieren seguir vivos aunque ahora ya no está tan fácil sobrevivir, y lo intentarán al amparo del PRI y del PRD. En esta ocasión, requieren de que voten por ellos. No les basta sólo con ser satélites. Lo que representan los partidos grandes, por más que a veces se parezcan, son tendencias y formas de ver el país y el mundo y eso es lo que los hace, en algún sentido, representativos ante la sociedad.

La distancia que le mostramos los ciudadanos a los partidos tiene innumerables y obvias razones. En este proceso a quién más se le ha identificado con su partido es a Peña Nieto. La “marca” en el caso de Josefina y sobre todo López Obrador está en segundo plano.

La elección no va a cambiar mucho las cosas gane quien gane. No se ve que Peña Nieto traiga otro tipo de bríos. Pasó buena parte de su campaña en zona de confort. Se construyó su candidatura desde hace años y, por las encuestas presentadas el miércoles pasado, no había manera de bajarlo. Independientemente de lo que lo haya pasado el domingo, algo es cierto: para que México sea diferente se requiere de tiempo. La clave es quién va a ser quien haga su parte como gobernante pensando en el país que somos y al que aspiramos. Mientras los reflectores sigan siendo el eje para gobernar, los sexenios y nada más serán los móviles de los presidentes. Quienes vean al país aquí y ahora y pasado mañana harán la diferencia. Ya veremos y ya le presentaremos una lectura sobre un domingo, que no es un domingo cualquiera.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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