Es obvio que algunas firmas encuestadoras mienten sobre las preferencias electorales de la contienda presidencial en curso, con cifras tan contrastantes que pueden generar una anarquía postelectoral, pero la falta de rigor no parece importarles quizá porque el mercado cautivo que tienen es fabuloso: Casi 6 mil millones de pesos al año.
Esa es la cifra que la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y de Opinión Pública (AMAI) asegura que es el valor de la industria en 2011 (5 mil 781 millones de pesos en cifra redondas), pero en un año electoral como este, con procesos electorales como nunca en la historia, se estima que esa cantidad se incrementa al menos en 20%.
Sin embargo, ante el gran negocio que representan los estudios de opinión, sobre todo cuando de definir el destino del país se trata –como la elección del 1 de julio–, las firmas encuestadoras no le rinden cuentas a nadie, ni siquiera sobre su rigor metodológico, si bien es uno de los empeños de la AMAI.
De hecho, las 36 empresas de esta organización concentran tres cuartas partes del valor de la industria: 4 mil 379 millones de pesos, entre ellas Consulta Mitofsky, Parametría, Berumen, Nodo.
Por eso cobra relevancia la propuesta que formularon los jóvenes del movimiento #YoSoy132 en la mesa de “Elecciones e información. Transparencia en los comicios” para que las firmas digan cuánto cuestan y quién financia las encuestas que se difunden a través de los medios de comunicación.
Así lo expresaron: “Denunciamos la manipulación con la que se elaboran las encuestas y la interpretación que se hace de éstas. Se propone que la UNAM y/o el IFE hagan una auditoría a las casa encuestadoras y a los encuestadores de campo. Proponemos que se le dé prioridad a las encuestas hechas por el IFE, en lugar de las encuestadoras privadas.”
¿Es mucho o es poco dinero 6 mil millones de pesos al año? Es lo que dejará de recibir el Gobierno del Distrito Federal al condonar el pago de tenencia de los automóviles, equivale al presupuesto total para el deporte en el país, es lo que el gobierno de Felipe Calderón gastó en propaganda sólo durante 2010 y con esa cantidad se podrían construir seis hospitales equipados con la más moderna tecnología.
Naturalmente no todo ese dinero es para encuestas electorales, como las que proliferan actualmente –usadas a menudo como armas de propaganda–, pero es el mercado al que atienden las firmas dedicadas a la investigación y estudios de mercado, un filón que tienen asegurado aunque en sus mediciones electorales resulten caóticas.
¿Cuánto cuesta mandar hacer una encuesta? Depende de la firma y si es domiciliaria y telefónica: Por ejemplo, Defoe --una firma dirigida por Yemil Nares, que trabajó en Parametría, de Francisco Abundis-- cobra 190 pesos el cuestionario, mientras que Nodos, una de las encuestadoras que registró el pulso para definir la candidatura presidencial de la izquierda, lo cotiza en 320 pesos.
Consulta Mitofsky, dirigida por Roy Campos –el encuestador de Televisa que subcontrata a otras empresas– cobra entre 250 y 260 pesos cada cuestionario y, en caso de que se publique, cobra 20 pesos más por cada unidad.
Multiplique la cantidad por mil o 2 mil, según la muestra que se recomienda, y los costos son interesantes: de 190 mil o 380 mil, o 320 mil a 640 mil pesos por una encuesta.
El tracking telefónico es otro producto muy cotizado: Gabinete de Comunicación Estratégica, dirigida por Federico Berrueto y Liébano Sáinz, cobra 95 mil pesos por mil llamadas de 7 minutos.
De acuerdo con el Instituto Federal Electoral (IFE), del 15 de diciembre del año pasado al 9 de mayo se han difundido los resultados de mil 67 encuestas: un total de 125 de precampaña, 181 de intercampaña y 761 en la primera mitad de la campaña.
Si suponemos que esas mil encuestas tuvieron un costo promedio de 100 mil pesos, la cantidad es de 100 millones de pesos, en apenas medio año.
A eso hay que añadir el costo de otros productos que, además de las encuestas, ofrecen algunas empresas.
Por ejemplo, los “tele spot” de 20 segundos, que son las fastidiosas llamadas de los candidatos a teléfonos domiciliarios, cuestan un peso la llamada. Y los mensajes MS de 160 caracteres a los celulares se cotizan en un peso cada uno. Cien mil, 500 mil, los que sean, en campaña electoral se cuentan por millones.
Qué bueno que el mercado de la investigación demoscópica se desarrolló en México, y que las firmas ganen dinero, pero no a costa de la manipulación de la sociedad. No deben ser impunes…
Apuntes
Más que las encuestas, el dato sobre el desplome del priísta Enrique Peña Nieto lo ha dado Vicente Fox al llamar a votar por él y que representa una bofetada no sólo a su partido y a Josefina Vázquez Mota, sino a quienes le dieron su voto en el año 2000, sin ser panistas. Ya lo hizo también Manuel Espino, quien mañana se reunirá con personajes de su mismo talante, como Rosario Robles y René Arce, para firmar un acuerdo de unidad, para que “durante el próximo gobierno se garanticen las libertades ciudadanas y las prácticas democráticas”. ¿Y si no gana Peña Nieto?
Twitter: @alvaro_delgado
– Apro