#Yosoyla132

17/05/2012 - 12:00 am

Algo bueno está sucediendo en México. Cuando todo parecía perdido luego de que miles de personas repitieran hasta el cansancio que seguro el PRI ganaría, los últimos destellos de rebelión contra el status quo nos hacen creer que no es cierto que el partido de Salinas de Gortari la tenga tan fácil.

Un grupo de empresarios de la Coparmex hacía una reflexión sobre los candidatos y uno de los integrantes aseguró que él había apoyado al PRI en su estado, pero jamás lo volvería a hacer. Sus razones son claras: asegura que ha sido el PRI quien ha soltado el rumor de que sólo ellos podrán negociar con los cárteles para regresar al país a la tranquilidad. Es absurdo creer que ellos serían los que resolverían el problema cuando en realidad son los causantes.

Fueron los gobernadores priístas quienes abrieron las puertas al narco, fueron ellos quienes se enriquecieron gracias a los cárteles colombianos y han sido ellos quienes durante setenta años se han opuesto a la transformación del sistema de justicia penal. Son ellos los que quieren retomar el poder sea como sea, y haber elegido a un candidato tan limitado como Peña Nieto es prueba de que están demasiado confiados en su poder corruptor y en la capacidad de negociación de los viejos priístas que operan la nave tricolor de vuelta a Los Pinos.

Tan confiados estaban los patriarcas del Revolucionario en que la sociedad votaría por ellos, por aquello de que son los únicos que pueden controlar al narco (algunos sabiendo que son socios de cárteles y de redes de tratantes de mujeres y niñas), que no han hecho más que mirarse el ombligo y pagar a las televisoras y acarreados, olvidando a la sociedad que piensa y está harta de la violencia y la corrupción.

Peña Nieto se creyó blindado por la vida de telenovela que le fabricó Televisa, sin embargo, los encontronazos con la realidad lo han exhibido como un sujeto intolerante, violento e incapaz de enfrentar el más mínimo conflicto. El PRI está débil y desesperado y agredir a sus votantes no es precisamente la mejor medida que pueden tomar.

Cuando Pedro Joaquín Coldwell, originario de Cozumel, gobernó Quintana Roo, según cuenta el hijo de Pablo Escobar, su padre cerraba sus negociaciones para pasar droga en el Caribe, justamente en esa isla, de la que han salido varios poderosos priístas. Mario Villanueva, hoy preso en Estados Unidos por facilitar el trasiego de droga, ha dicho reiteradamente que él no fue quien abrió las puertas a los cárteles, que hay muchos otros detrás. Como esta historia tenemos varias en el norte del país; la delincuencia organizada no se fortaleció sola, precisó de gobernantes corruptos para llegar a donde está hoy. Las redes de tratantes y explotadores de niñas, niños y mujeres no se hubieran potenciado sin la ayuda de hombres protegidos por el PRI, como Mario Marín, a quien Beatriz Paredes protegió a capa y espada inmediatamente luego de que salieran las llamadas telefónicas entre “el gober precioso” y Kamel Nacif.

Gracias a las y los estudiantes de la Ibero que se atrevieron a recordarle a Peña Nieto que Atenco no se olvida, y recordaron al candidato que los asesinatos de un niño y un estudiante y que las violaciones de mujeres perpetradas por policías están en la memoria de la juventud mexicana. La reacción violenta del candidato priísta y los comentarios virulentos y amenazantes del presidente de las juventudes del PRI demuestran que no podrán gobernar a este México harto de los engaños y las farsas. Pedro Joaquín sacó la casta que las y los quintanarroenses conocemos desde hace décadas: recurrió a la manida técnica de desacreditar los movimientos estudiantiles como si fueran los grupos de golpeadores que tradicionalmente su partido ha pagado para manipular a la opinión pública. Luego usó a la prensa que se vende a sus intereses; comenzó atacando estudiantes y terminó haciéndole la guerra a Carmen Aristegui, una de las periodistas más respetadas de este país. Un error tras otro.

Lo cierto es que estas últimas semanas hemos podido ver destellos de lo que sería Peña Nieto como presidente. Un hombre incapaz de explicar sus acciones (lea en http://www.sinembargo.mx/opinion/16-05-2012/6949 su cantinfleo sobre Atenco), iracundo, intolerante y de mecha muy corta. Aliado a los mafiosos y abusadores de menores que han llevado al país a la crisis de Derechos Humanos que ciertamente Calderón ayudó a potenciar.

Todo parece indicar que a la telenovela se le cayó el raiting y que la realidad nos muestra a un PRI que, como dicen los empresarios, volvería sólo para incrementar la corrupción, la violencia y la inseguridad; es decir, para tener una buena excusa para esa mano dura que Peña Nieto demostró en Atenco al defender los intereses de su tío Montiel y que ahora utilizaría para defender los intereses de los que están desesperados por volver al poder sea como sea.

A las y los estudiantes de la Ibero les digo: #Yosoyla132.

@lydiacachosi

Lydia Cacho
Es una periodista mexicana y activista defensora de los Derechos Humanos. También es autora del libro Los demonios del Edén, en el que denunció una trama de pornografía y prostitución infantil que implicaba a empresarios cercanos al entonces Gobernador de Puebla, Mario Marín.
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