Mota: mi dosis personal

26/04/2012 - 2:02 pm

Los jóvenes circulaban por la carretera Cancún-Mérida cuando una patrulla de la Policía Federal les pidió que se detuvieran en el marco de una supuesta revisión de rutina. Checaron el auto y a sus pasajeros, uno de ellos llevaba un sobre con tres gramos de mariguana y otro un cigarro forjado con mariguana (0.5 gramos). Ante las amenazas de los policías, ellos respondieron que es legal llevar dosis personales de mariguana; los federales les manifestaron que si bien es cierto debían llevárselos arrestados y asegurarse de que sus nombres queden plasmados en un Registro Nacional de Adictos (no existe tal registro), ellos desconocían si la autoridad mentía o no. Una hora después, los policías se fueron con dos mil pesos en efectivo y los jóvenes siguieron su camino.

Efectivamente en agosto del 2010 el Senado aprobó la despenalización de la portación de pequeñas dosis para los consumidores, pero ¿qué drogas se pueden consumir sin terminar en prisión en México? La ley fija una tabla de portación máxima para “su estricto e inmediato consumo personal”.

A la letra dice: Se podrán portar un máximo de dos gramos de opio; 50 miligramos de diacetilmorfina o heroína; cinco gramos de Cannabis sativa indica o mariguana, (en la propuesta inicial proponía dos gramos pero varios senadores en chacota aseguraron que dos gramos no alcanza para “un churro”); 500 miligramos de cocaína; 0.015 miligramos de LSD (lisérgida); 40 gramos de metanfetaminas; MDA (metilendoxionanfetamina) hasta 40 miligramos, y 40 miligramos de MDMA (metilendioxi-n-dimetilfeniletilamina). Está prohibido su consumo en vías públicas, conduciendo vehículos y absolutamente prohibida la portación y consumo en menores de 18 años.

Mucha gente sigue creyendo que consumir drogas es ilegal en México y no lo es. Sin embargo, la Ley de Narcomenudeo aprobada hace veinte meses tiene vacíos y contradicciones importantes; hay mucho que discutir y conocer todavía.

Lo primero es que no se debería de aprobar el consumo personal si no se regula la venta; especialistas consideran absurdo que por un lado se declare una “guerra” contra los productores y vendedores de drogas ilícitas y por otro se permita su consumo personal. Esta misma ley que aprueba la dosis personal, determina que se considera narcomenudista a quien porte las sustancias señaladas arriba en cantidad inferior a la que resulte de multiplicar por mil las cantidades previstas (así como lo leyó). Al narcomenudista se le castigará con 15 años de prisión y si quien porte la droga trae menos de la cantidad multiplicada por mil, según la ley, queda a criterio de la autoridad determinar si se le considera narcomenudista o no.

Todavía la producción, la distribución y la comercialización de drogas siguen siendo ilegales; por tanto hay dos visiones en el tema de dosis personal: la aprueban para no encarcelar a tantos consumidores que en realidad no son los criminales, pero sí alimentan a los cárteles con su compra, o la aprueban para usar a los consumidores como soplones de los narcomenudistas para así llegar a los peces gordos (un absurdo total, ya que los menudistas nunca conocen al productor ni al mayorista).

Hay quien argumenta que la dosis personal de mariguana debe basarse en ventas legales o siembra de plantas caseras para autoconsumo. De las drogas duras ni hablar, si no se legaliza su producción y distribución no se puede evitar que quien consume lo compre a las redes criminales. Por eso se considera un despropósito que hayan aprobado la dosis personal de cocaína, heroína y metanfetaminas como igual a la mariguana. (En California la ley considera dosis personal de mariguana, la única legal, 1 onza (28.5grs) no los 5 gramos mexicanos).

Quienes alaban la Ley de Narcomenudeo aseguran que su aprobación permite que los estados y municipios penalicen y juzguen ese delito, a los peces pequeños, y dejen el narcotráfico, los peces gordos, al gobierno federal. Ese es tema de otro artículo.

Lo segundo es que no es tan sencillo portar droga para consumo personal. De acuerdo a la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se autoriza la creación de agentes encubiertos para al detección del narcomenudeo, y con la ignorancia de la sociedad sobre sus derechos y obligaciones, las actividades policíacas como sabemos se prestan a la extorsión de cualquier manera. Pregunté a cuatro policías de un retén en Quintana Roo qué hacen cuando encuentran a alguien con dosis personal, aseguraron que no lo dejan ir si no confiesa quién se la vendió. Omitieron explicar sus técnicas de interrogatorio. Según la ley, la policía tiene derecho a informar a la o el portador de dosis personal que se le interrogará para que diga quien le vendió la droga (así, supuestamente persiguen a los narcomenudistas), luego del interrogatorio se les ingresará en un supuesto registro regional de consumidores y adictos.

Lo cierto es que la aprobación de las dosis personales, por ser parte de acciones desarticuladas, no necesariamente protege a quienes consumen en lo personal, en ocasiones les convierte en carnada de extorsiones policíacas, en carne de cañón electorera para diputados que pretenden legislar imponiendo tratamientos involuntarios contra las adicciones, encubiertos bajo el título de Justicia terapéutica, o como se ha demostrado, los cuerpos policíacos les utilizan como soplones bajo amenaza.

Como bien dice el experto Alejandro Hope, es posible que un régimen regulatorio alternativo (llámesele legalización o no) pudiera generar mejores resultados que la prohibición vigente. Es posible, pero no es seguro. Aún así la prohibición actual de las drogas es un desastre.

Lo cierto es que las decisiones parciales, sesgadas por las estadísticas infladas por el gobierno federal, sólo nutren la confusión. A ello hay que sumarle las mentiras propagadas sobre los efectos de diversas drogas con argumentos acompañados de un dudoso “científicamente comprobado”, y el pánico moral del discurso oficial sobre las adicciones y sus tratamientos impregnados de cargas religiosas, lo  que conlleva una absoluta violación a los derechos humanos de las personas que consumen drogas. En los hechos, diga lo que diga la ley, portar dosis personales de droga  en México sigue poniendo el peligro a cualquiera.

 

@lydiacachosi

Lydia Cacho
Es una periodista mexicana y activista defensora de los Derechos Humanos. También es autora del libro Los demonios del Edén, en el que denunció una trama de pornografía y prostitución infantil que implicaba a empresarios cercanos al entonces Gobernador de Puebla, Mario Marín.
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