La denuncia contra la empresa Wal-Mart por sobornar a funcionarios mexicanos con el objetivo de lograr una expansión mayor en el mercado, sobornos que ascendieron a 300 millones de pesos, puede ser sólo la punta del iceberg de la estrategia que esta empresa ha seguido para apoderarse de la comercialización minorista en nuestro país. El concierto gratuito de McCartney en el Zócalo de la Ciudad de México, patrocinado por empresas como Coca Cola, es otra estrategia, legal, de como las empresas también pueden verse favorecidas por, en este caso, las omisiones de un gobierno. No se trata aquí de comparar un acto con otro, son de naturaleza totalmente diferente. Lo que comparamos aquí son las diversas estrategias que siguen las empresas para beneficiarse de sus vínculos con los funcionarios: unas sobornan, otras “colaboran”.
No hemos visto a ninguna autoridad ni a legisladores mexicanos demandar una investigación sobre quiénes fueron los funcionarios que entraron en contubernio con Wal-Mart para abrirles paso en su expansión en el mercado mexicano. Wal-Mart se ufana de ser el mayor empleador en México, pero podemos asegurar que son mucho más los empleos que destruye a su paso que los que crea. Además, el sometimiento que establece con sus proveedores al poseer gran parte del mercado de distribución, los vuelve cautivos de sus políticas de baja de precios. Mientras funcionarios recibieron 300 millones de pesos en sobornos, con la expansión de Wal-Mart se cerraban miles de pequeños negocios, muchos de ellos familiares. Perdieron su fuente de ingresos decenas de miles de trabajadores mientras funcionarios se enriquecían con los sobornos.
Entre 2001 y 2005, periodo de sobornos promovidos por su director en México, Eduardo Castro-Wright, la empresa abrió 233 de establecimientos. La apertura de más de esa cantidad por año, entre 2005 y 2010, puede suponer que las prácticas de sobornos continuaron y se expandieron, sólo que ha faltado quien las denuncie.
Llama la atención que la procuradora Marisela Morales haya declarado que no han solicitado información al gobierno estadounidense para conocer del caso que fue denunciado en EU, donde son sancionadas las empresas que recurren a sobornos en el extranjero. Wal-Mart tomó la decisión de detener y ocultar la investigación que había encargado a un ex agente del FBI, sin embargo, la denuncia debería llevar a la autoridad federal estadounidense a investigar el caso que se ventiló en su territorio y que involucra a la segunda empresa más poderosa de aquel país. Mientras tanto, Castro-Wright fue premiado por sus logros en México y ocupa actualmente una vicepresidencia de Wal-Mart.
Existen maneras más sutiles de influir en los políticos, no para obtener favores ilegales, sino para, por lo menos, evitar políticas que puedan afectar sus intereses. En un país con el mayor crecimiento en sobrepeso y obesidad en el mundo y al que se le han recomendado, entre otras políticas, imponer un impuesto a los refrescos, la mejor estrategia para las empresas refresqueras es acercarse a los gobernantes, aliarse a ellos, darles algún beneficio. El impuesto a los refrescos ha sido una propuesta realizada al gobierno mexicano tanto por José Ángel Gurria, secretario de la OCDE, como por Oliver de Shuter, relator especial de Naciones Unidas para el derecho a la alimentación.
Si México presenta el mayor índice de obesidad infantil entre los países de la OCDE, la Ciudad de México es, sin duda, la ciudad con el mayor índice de sobrepeso y obesidad infantil entre las ciudades de los países miembros de la OCDE: más del 40% de los niños y las niñas en la capital presentan sobrepeso y obesidad. La Ciudad de México debería haber lanzado ya una serie de políticas para desincentivar el consumo de refrescos y promover la hidratación a través del agua. Estas medidas que se han promovido en otras ciudades han generado una fuerte reacción de las empresas refresqueras y, obviamente, un alejamiento entre ellas y sus gobiernos.
En el caso del Distrito Federal no se ha tomado ninguna medida para enfrentar el alto consumo de refrescos, somos el país con el mayor consumo de refrescos y de Coca Cola a escala mundial. Si hay un producto que ha demostrado estar asociado su consumo habitual con el sobrepeso y la diabetes es, sin duda, el refresco. Al contrario, en vez de alejamiento del gobierno frente a estas empresas, por el daño que generan, se da una convivencia, una alianza. En este sentido, la actual administración de la Ciudad de México quedará marcada por dos grandes eventos: al iniciar el gobierno de Marcelo Ebrard, con la instalación del árbol de Navidad más grande del mundo en plena avenida Reforma, patrocinado por Pepsico; el segundo, a unos meses de terminar su administración, con el concierto gratuito de Paul McCartney patrocinado, entre otras empresas, y en primer lugar, por Coca Cola. Al parecer, las demás empresas van de acompañante ya que Coca Cola lo maneja como un evento suyo.
El evento fue anunciado en primer lugar por el jefe de Gobierno del DF a través de su Twitter, informando que se realizaba gracias a un grupo de “patrocinadores”, sin mencionar quienes son. De inmediato, Coca Cola informó a través de un Twitter: “Este 10 de mayo, @CocaColaMx traerá al Zócalo de la Ciudad de México la presentación de Paul McCartney”. La alianza es tal que se confunde quien lo organiza, es el GDF junto con Coca Cola y otras empresas de compañía. Tal vez, por esto somos el mayor consumidor de refrescos en el mundo, el mayor consumidor de Coca Cola en el planeta, y sufrimos las consecuencias que esto genera.