Cerca - Lejos

21/11/2011 - 12:02 am

Europa está en medio de la crisis económica. Haya pasado lo que haya pasado en las elecciones dominicales españolas, todo apunta a que Mariano Rajoy, del Partido Popular y casi seguro ganador, será el que sigue en la lista del drama económico europeo. Se va a sumar a Italia, Irlanda, Grecia, Portugal y, en algún sentido, Francia. Esta crisis es un asunto que para nosotros puede verse bajo el síndrome de Plaza Sésamo, “cerca-lejos”.

En México, desde el 2008, nos ha estado dando algo más que un “catarrito”, expresión desafortunada utilizada por quien era titular de Hacienda y hoy gobernador del Banco de México, para definir cómo nos afectaría la crisis de los bancos en EU. Digamos que llegamos antes que muchos países a la crisis, pero la cuestión está en saber y ver si hemos aprendido de ello, pero sobre todo, si vamos saliendo o estamos como cuando todo empezó.

Dos fenómenos derivados de la crisis de los bancos y los gobiernos son de atenderse. Lo primero es la aparición de las manifestaciones de los “indignados” y del “ocuppy”. Ambos casos tienen un común denominador: la crítica a los bancos y a la “despiadada” insensibilidad de lo que llaman con razón el “capitalismo salvaje”.

Las protestas no se dirigen a los gobiernos directamente, van contra bancos y quienes los dirigen. Van contra los que sin ser elegidos por las sociedades, se han convertido en los gobernantes del mundo. Ellos determinan rumbos y ya se vio que también el futuro de los Estados. Los ciudadanos elegimos a quienes nos gobiernan en lo directo e inmediato, pero no a los que determinan el rumbo de las sociedades y los que terminan por decidir el rumbo de las naciones.

Esto lleva al segundo apunte. Los bancos y el gran capital son los que están decidiendo el futuro de los gobiernos, son los que dan golpes de estado. Ya no son los pueblos que salían a protestar a las calles y se levantaban en armas como en los 60 y los 70; hoy en día son otras las razones y los motivos.

Silvio Berlusconi no fue vencido por la gran cantidad de escándalos en los que estaba involucrado. Tuvieron que llegar los bancos y las naciones del Euro, encabezadas por la canciller de Alemania, Ángela Merkel, para echarlo. Poco o nada importó lo que políticamente estaba pasando al interior de Italia. Berlusconi aguantó todo y movilizó a sus diputados como se le vino en gana para mantenerse en el poder, pero con lo que no pudo fue con la decisión de los grandes capitales los cuales a fin de cuentas determinaron su salida. A Italia le aseguraron el rescate económico sin Berlusconi y por eso llegó Mario Conti.

A Grecia le pasó igual. Papandreu quiso poner a consulta entre los ciudadanos el rescate que le estaba proponiendo en medio de una situación insostenible. Cuando los bancos, los organismos económicos y los líderes de las naciones del Euro, extensión de los intereses económicos, se dieron cuenta, se le fueron encima al primer ministro. Toda práctica democrática se vino abajo porque la decisión estaba tomada: nada de consultas si quería el inevitable rescate. Al final de esta historia hubo rescate, no hubo consulta y Papandreu está fuera.

Los gobiernos antes caían por golpes de estado, por procesos democráticos o por movilizaciones populares. Hoy son destituidos por los bancos, los organismos internacionales en materia económica y, en el caso de Europa, por la nación de naciones que respeta cuando le conviene aquello de la soberanía.

Los mexicanos estamos lejos-cerca cerca-lejos, según como lo queramos ver. Lo que es un hecho es que mientras la inestabilidad económica prevalezca, la cual no parece tener un final cercano, estaremos cerca-lejos lejos-cerca de los que ahora determinan cómo deben ser los gobiernos y cuáles son las estrategias que las naciones deben seguir.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.
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