El caos organizado

19/09/2011 - 12:03 am

La industria de juegos y sorteos se rige bajo la ley de la selva. Los casinos no están ni siquiera mencionados como tales en las leyes o reglamentos. Es un auténtico caos que bien podríamos decir que parece intencional. La Secretaría de Gobernación no tiene un inventario, algunos hablan de 300 y otros de 500; no hay acuerdo porque no se sabe ante que se está. Lo que más o menos se sabe es que es una industria que ofrece 40 mil empleos directos y 120 mil indirectos. También se sabe que más o menos, el 80% de la maquinitas instaladas en los centros de juego, farmacias o tienditas son piratas y en muchos casos, reprogramadas.

La industria de las maquinitas está ligada, en algunos casos, a la de los medios de comunicación, por lo que se ve difícil, para decirlo con ironía, que, a través de sus pantallas, aparezcan denuncias o la exigencia de operativos. Es más fácil pegarle a la piratería de DVDs y discos porque así defienden su negocio. Las maquinitas están por todas partes. Según el senador Ricardo Monreal, sólo en la Ciudad de México puede haber cerca de 750 mil, lo que significa que en cada farmacia o tiendita puede haber una, sin pasar por alto las muchas que hay en los centros de juego.

El caos de la industria no puede tener otra explicación que el beneficio de algunos en complicidad con la autoridad. La ley no se ha tocado desde 1947 y nadie se ha sentado para cambiarla o ya de menos actualizarla, más con el auge y la proliferación de casinos de los últimos años. Se ha dejado la industria en manos de los llamados “casineros”. Sabedores del vacío legal, ellos son los que imponen las reglas.

En EU la industria está bajo estrictos controles, los cuales, por cierto, no serían nada difíciles de adoptar en nuestro país. Uno de ellos es el que todas las maquinitas están “en línea”, “on line”, con las dependencias de gobierno encargadas ex profeso para ello. En estas oficinas se lleva un registro estricto de todo el dinero que entra y todo el que sale; está a la mano hacer lo mismo en el país.

El atentado de Monterrey, como se ha repetido por doquier, sacó toda la mugre de las cañerías de los centros de juego. Puertas falsas de emergencia; arreglos bajo la mesa; falta de control de los flujos de dinero; sin pasar por alto las amenazas por parte de la delincuencia organizada que reciben los dueños de los casinos.

Si efectivamente el dinero que se mueve en el año en la industria de juegos y sorteos es del mismo monto que el presupuesto de la Secretaría de Turismo, se entiende el porque tanta avaricia y tanta complicidad; nadie se quiere quedar sin su pedazo de pastel en el país en donde la corrupción es una forma de vida.

Todo debe ser investigado y revisado. Bajo las actuales condiciones, hay que cerrar la industria. Esto quiere decir que los que tiene permisos y concesiones y están funcionando se queden como están bajo una nueva legislación, pero los que quieren entrarle a la industria tendrán que esperar hasta que la casa este arreglada. No hacerlo es echar a andar más complicidad, más corrupción y más impunidad. La idea es cerrar la casa en lo que se limpia, ordena y se mete en la ley.

En menos de un mes saldrá una propuesta de un grupo de legisladores que vienen trabajando en el tema desde antes de lo de Monterrey. Ahora habrá que esperar que no les aparezcan los fantasmas tipo “telebancada” que los inhiba o que busquen un “arreglo”. Es el caos organizado.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.
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