Miradas

15/08/2011 - 12:01 am

El buen periodismo es incómodo por naturaleza. Contar historias y exponer los hechos es lo que da sentido al quehacer informativo. El periodismo ha evolucionado en su práctica; sin embargo, su esencia no cambia y sigue estando en la investigación, en la transparencia y en la convicción de que todos los actores de la información deben estar presentes. No es grato muchas veces escuchar a algunos, pero la obligación y el ejercicio del periodismo así lo exige y así lo establece. Las nuevas tecnologías han cambiado la forma de hacer periodismo, pero lo que no ha cambiado es el contenido, el fondo.

Contar historias, definir los hechos de manera clara y apostar por el contenido son las claves. No hacen diferencia los “juguetitos” en una pantalla de televisión, en un programa de radio o en un periódico. No lo hacen porque por más “divertido” y “entretenido” que sea, al final captan fugazmente la atención de las llamadas audiencias. El nombre del juego sigue siendo el contenido y es por eso que pequeños diarios o emisiones de radio y televisión con producciones modestas pueden terminar por ser importantes e influyentes. Las nuevas tecnologías valen si tiene contenido. Los fenómenos Twitter, Facebook, e incluso Youtube, como receptor de miradas, juegos e ideas de la sociedad, valen por el entretenimiento al que a menudo apelan. Su otro gran valor radica en la libertad con la que se maneja y lo que se cuenta a través de ellos. La importancia de Youtube es que, a través de él, se puede ver lo que en otros lados no se ve y que tiene reglas propias en donde la censura es un elemento menor. Se transmite lo que no se puede contar por otros medios o se le censura. A la televisión le ha dado por incluir en su emisiones videos de Youtube que podríamos llamar “graciosos”, pero difícilmente se convierte en fuente informativa o de difusión cuando se trata de otros asuntos.

Las principales cadenas de televisión en el mundo se construyen cotidianamente a partir de su concepción de la “realidad”, de lo que por lo regular es su estrecha visión del mundo. En nuestro país el fenómeno se agudiza dramáticamente. Lo que se piense o ve desde afuera es casi por principio negado, y más cuando los confronta.

Las nuevas tecnologías han cambiado las formas de vida y de comunicación. Lo “nuevo” ha transformado nuestras relaciones cotidianas. A través de 140 caracteres se puede contar mucho o poco. Para algunos se requiere de más espacio, pero para los egipcios, españoles e ingleses, incluso para los estudiantes de la UNAM en el caso de Mariel, fue suficiente para movilizarse en defensa de lo que creen, de sus causas y sus ideales.

El caso de Inglaterra es paradójico. La movilización se dio vía las redes sociales con todo y que ahora lo que está pasando es una auténtica incógnita. Las opciones que se están planteando en varios países están cerca del absurdo y son de un conservadurismo inquietante y peligroso. Proponer el cierre de las redes para evitar movilizaciones es llevar las cosas a un extremo en que la libertad se convierte en moneda de cambio. ¿Realmente son sólo vándalos los movilizados en Inglaterra, España y en el mundo árabe? La respuesta sólo se puede dar si los gobiernos y los grandes consorcios empresariales, entre los que evidentemente están los de los medios, se ven ante el espejo y se dan cuenta de la inconformidad, el enojo, y la impotencia que están provocando entre los ciudadanos.

La movilización en Inglaterra va teniendo otros derroteros. Si bien en un principio las redes sociales sirvieron para denunciar y movilizarse en torno al asesinato de un ciudadano, al paso de los días el sentido original se transformó. Con la información que hoy circula, se deduce que las redes sociales sirvieron, en un segundo momento, para el vandalismo. Sin embargo, pensar en cerrar los espacios sería un error garrafal.

México no está lejos de estos escenarios. Más bien, a su manera, está metido hasta el fondo en ellos. Las grandes variables que definen nuestros espacios están en la brutal presencia de la delincuencia organizada, de la mano de la complicidad, la acción de los gobiernos, la pobreza, la impunidad y los retorcidos sistemas de justicia. Al cerrarse los espacios, las movilizaciones de las sociedad se han convertido en el factor.

Las ONGs en medio de las redes sociales y las innumerables formas de hacer periodismo, se han ido convirtiendo en los nuevos motores. Los gobiernos se hacen cada vez más pequeños, en algunos casos no necesariamente por su voluntad, debido, entre otras razones, a que las sociedades están pasando al autogobierno.

El crecimiento de las ONGs en México, a diferencia de lo que piensa el secretario de Marina, es producto de un acto de autodefensa y de conciencia. Es un fenómeno relativamente nuevo en nuestro país que le da un sentido diferente a las formas de gobernarnos y de relacionarnos.

El periodismo ha entrado en este proceso. Los periodistas hoy en día se han convertido en defensores de los derechos humanos y en defensores de los defensores de los derechos humanos. Los periodistas están hoy más expuestos que nunca. El periodismo se ha convertido en un trabajo cada vez más influyente. Las razones son múltiples. Los periodistas no son sólo los que están en los medios clásicos. Los blogs, podcasts, y las otras versiones sirven para difundir hechos e informaciones importantes. El fenómeno de las redes sociales igual da para el alcoholímetro que para enfrentar los narcobloqueos en Monterrey. El periodismo está siendo perseguido porque está afectando a los grupos de poder y a los grupos delincuenciales.

Si en otro tiempo los periodistas de medios de comunicación locales eran los únicos que se veían afectados por las presiones y por la delincuencia organizada, hoy hasta los “grandes” medios de comunicación también se ven directamente afectados por la violencia y el secuestro. Los periodistas son perseguidos porque cuentan las historias y denuncian o porque pueden terminar siendo parte de la historia. Pueden ser perseguidos y acorralados por la delincuencia, pero también pueden ser cómplices de ella, como ya se ha visto que sucede.

Los periodistas son defensores de los derechos humanos y defensores de los defensores de los derechos humanos. El ejercicio periodístico requiere de mayor profesionalismo y de una formación más audaz. Requiere de que las universidades hagan sus tareas con los estudiantes, que los formen y los preparan en nuevas áreas como los derechos humanos. Es tiempo de hacer periodismo de investigación seria recordando la importancia de que los todos los involucrados en la información sean parte de la misma. No son los tiempos del protagonismo que nos rodea.

 

* El presente texto forma parte de la participación del autor de VITRAL el viernes pasado en el marco del “4º Encuentro de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas”, organizado por “La Red Solidaria Década contra la Impunidad, el programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.
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