La revista critica que López Obrador planee poner a la Guardia Nacional a consideración, “junto con otras dos preguntas: si crear un consejo de empresarios para asesorarlo, y si iniciar acciones judiciales contra ex presidentes por corrupción. Lo primero es demasiado trivial para ser votado; esto último es un acto de un demagogo”.
Ciudad de México, 30 de noviembre (SinEmbargo).– La influyente revista The Economist dice hoy en un editorial (“AMLO, presidente electo de México, está enviando señales preocupantes”] que someter a una consulta si próximo Gobierno federal investiga o no a los ex presidentes p0or corrupción, no es de una sociedad que se respete. lo llama, más bien, un acto “demagogo”.
“Algunos de sus planes para combatir la corrupción y el crimen son contraproducentes; otros son alarmantes. Su límite en los salarios públicos [el plan de austeridad] expulsará a las personas con talento del Gobierno y aumentará la tentación de aceptar sobornos entre los que se quedan. Peor, él quiere para crear una Guardia Nacional, supervisada por la Secretaría de la Defensa Nacional, para torcer a los criminales. Los soldados son terribles en el trabajo policial. Hacerlo en México además es inconstitucional, como reafirmó recientemente la Suprema Corte. Sin desanimarse, AMLO propone cambiar la Constitución para permitirlo”, dice la publicación inglesa.
“Bien, mal o indiferente, sus ideas no obtendrán el escrutinio que merecen”, sostiene The Economist. “Colocando [gente] a muchos directamente, reduce la posibilidad de que el Congreso o cualquier otro cuerpo a contrarrestar su poder. AMLO organizó una segunda consulta de baja participación del 24 al 25 de noviembre, en la que estampó diez de sus proyectos favoritos, incluido un Refinería costosa en su estado natal de Tabasco. Él planea poner a la Guardia Nacional a consideración del voto que esté supervisado por la comisión electoral [el INE], junto con otras dos preguntas: si crear un consejo de empresarios para asesorarlo, y si iniciar acciones judiciales contra ex presidentes por corrupción. Lo primero es demasiado trivial para ser votado; esto último es un acto de un demagogo. Sociedades que respetan el Estado de Derecho no pueden decidir por plebiscito si procesa [abre procesos judiciales]”.
The Economist dice que “no todas las ideas de AMLO son malas. Legalizaría la mariguana recreativa y daría [becas de] aprendizaje a los jóvenes, lo que podría reducir la delincuencia. Centralizando las compras podrían desalentar la corrupción. Su jefe de staff [Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo] y sus secretarios de Hacienda [Carlos Manuel Urzúa] y de Relaciones Exteriores [Marcelo Ebrard] son competentes”, dice.
Agrega: “Sin embargo, un Presidente serio en la lucha contra la villanía daría más prioridad al fortalecimiento de las instituciones, al menos asegurando la independencia de los fiscales de la influencia política y mejorando policías estatales y locales. Por desgracia, AMLO parece no estar interesado en construir instituciones. México siempre ha tenido muy pocos controles sobre el Presidente, independientemente de que sea un Presidente con tendencias mesiánicas. Los mexicanos podría lamentar esto”.
El artículo de The Economist arranca narrando la transición: “Desde que ganó las elecciones presidenciales de México en julio, Andrés Manuel López Obrador, un populista de izquierda, ha estado en el poder pero no en el poder. En octubre, AMLO convocó a los mexicanos a votar sobre si cancelar el Nuevo Aeropuerto en construcción. Una pequeña muestra votó para desecharlo; prometió cancelarlo, evitando así la expansión de los vínculos entre México y el exterior”.
“Su partido, Morena, y sus aliados, que tienen el control del Congreso desde septiembre, aprobaron una Ley que prohíbe que cualquier funcionario gane más que el Presidente, quien planea reducir su salario del 60 por ciento. AMLO tomará el poder el 1 de diciembre. Los augurios de su mandato de seis años ya parecen preocupantes”, agrega. “Los votantes eligieron a AMLO por desesperación, después de haberlo rechazado como Presidente dos veces antes”.
Luego de detallar las condiciones del país que recibe, la revista afirma que fiasco del aeropuerto “ilustra su mentalidad como sus métodos. Se opuso al Nuevo Aeropuerto y prefiere una alternativa técnicamente inviable. Su consulta, administrada por su partido en lugar de la comisión electoral, fue una farsa. Solo el 1 por ciento del electorado participó. Después de que AMLO dijo que honraría al voto mediante la cancelación de un proyecto que ya está construido en un 30 por ciento y en el 5 mil millones se han gastado, los bonos de México y la moneda se hundieron. Eso provocó que el banco central elevara las tasas de interés el 15 de noviembre. Incluso antes de ponerse la banda presidencial, AMLO ha dañado la economía”.