La Diócesis de San Cristóbal de las Casas denunció que en las comunidades de Chalchihuitán prevalece “un ambiente de terror” generado por grupos armados ilegales que actúan en la impunidad. Como consecuencia, unos 5 mil habitantes se desplazaron a una zona montañosa, donde se han establecido distintos campamentos improvisados con chabolas realizadas a partir de palos y cobijas, y expuestos a las inclemencias del tiempo.
Por Eduard Ribas
San Cristóbal de las Casas (México), 30 nov (EFE).- Unas 5 mil personas viven desplazadas y en condiciones precarias en las montañas de Chiapas a raíz de un conflicto agrario entre dos poblaciones indígenas de la región.
“El peligro de que haya más violencia es inminente. El ambiente es semejante al que había antes de la matanza de Acteal”, denunció el Obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, en referencia a la masacre ocurrida en 1997 que se cobró la vida de 45 personas de la etnia tzotzil.
La confrontación actual entre los municipios vecinos de Chalchihuitán y Chenalhó se remonta a la reforma agraria de hace 40 años, que trazó una línea recta para establecer los límites territoriales de cada municipio, en lugar de respetar el recorrido natural del río que les separa.
Ello conllevó un intercambio forzado de tierras entre ambos municipios que provocó un conflicto entre familias que se ha agudizado en las últimas semanas con ataques armados.
La Diócesis de San Cristóbal de las Casas denunció que en las comunidades de Chalchihuitán prevalece “un ambiente de terror” generado por grupos armados ilegales que actúan en la impunidad.
Como consecuencia, unos 5 mil habitantes se desplazaron a una zona montañosa, donde se han establecido distintos campamentos improvisados con chabolas realizadas a partir de palos y cobijas, y expuestos a las inclemencias del tiempo.
“Cortaron la carretera y muchas personas huyeron por miedo a las montañas. Cerca de 5 mil personas de Chalchihuitán se desplazaron, incluidas mujeres, niños y ancianos. Durante estas últimas semanas hubo balaceras (tiroteos) y algún muerto”, explicó Arizmendi.
También hubo desplazados de Chenalhó, aunque “no en la misma cantidad”, matizó.
Los campamentos de las montañas están distribuidas según las distintas comunidades indígenas y se componen de chabolas de pocos metros cuadrados donde, en algún caso particular, llegan a dormir 8 familias con sus 22 niños.
Para combatir el frío de la noche, encienden fogatas en la intemperie puesto que muchos de los desplazados perdieron todas sus pertenencias a raíz de los asaltos que sufrieron por parte de habitantes del municipio rival.
Aunque la organización humanitaria Cáritas mandó alimentos para los desplazados, algunas víctimas sostienen que sufren hambre y dolor por la situación que están viviendo.
Un mujer de Chalchihuitán narra entre lágrimas que le quemaron todas sus pertenencias, sus cosechas de maíz y fríjol y que “siente mucho dolor en su corazón”.
“No vemos una acción eficaz por parte de las autoridades para solucionar esta situación de emergencia humanitaria, para atender las necesidades inmediatas y la solución de las causas”, aseveró la Diócesis de San Cristóbal.
El Obispo emérito exhortó al Gobierno chiapaneco a que “busque métodos para atender la violencia, puesto que hay muchas personas armadas y la gente de Chalchihuitán está desprotegida en las montañas.”
“Insistimos primero que ambos municipios deben resolver sus problemas de forma pacífica. Y, segundo, la Sedatu (Secretaría de Desarrollo Agrario) debe meter mano en el asunto porque depende de ellos”, reclamó.
En declaraciones recientes a Milenio Televisión, el Secretario de Protección Civil de Chiapas, Luis Manuel García, aseguró que el Ejecutivo chiapaneco ya ha comenzado a elaborar un censo de las personas desplazadas para distribuirlas en albergues públicos.