Las enfermedades tropicales parecieran algo lejano, cosa de países donde no hay servicio médico o de regiones remotas e inexploradas; sin embargo, en México tenemos una amplia región tropical (alrededor del 40% de nuestro territorio) en donde además de haber centros turísticos para vacacionar y reservas de la biosfera para explorar, tenemos enfermedades tropicales que aquejan a un gran número de personas. Los habitantes del trópico están acostumbrados a vivir con ellas y los doctores locales saben cómo tratarlas, pero los viajeros y los servicios médicos del resto del país no tienen mucha idea y generalmente fallan en su diagnóstico y tratamiento. Tan desapartados nos sentimos los mexicanos del trópico y tanto lo consideramos como un sinónimo de atraso en el desarrollo, que hace más de 15 años se cerró el Centro de Enfermedades Tropicales que operaba en la Ciudad de México, como si cerrando la institución desaparecieran los problemas, uno más de los desaciertos de las políticas nacionales centralistas que no toman en cuenta el movimiento de personas dentro del país ni las necesidades de sus habitantes.
Una de las enfermedades tropicales que me parece exótica y digna de mención es causada por un insecto tropical llamado Dermatobia hominis o colmoyote para los cuates. Se trata de insecto díptero, primo cercano de las moscas comunes, que pertenece a la familia Cutebridae que habita las zonas tropicales de nuestro continente, en localidades con una altura menor a mil metros de altura, desde el sur de México hasta el norte de Argentina.
El ciclo de vida de este insecto es fascinante. Los adultos son unas moscas grandes y fuertes de 1,8 cm de longitud con el cuerpo negro-azulado con reflejos metálicos y con cabeza y patas amarillentas. Los adultos tienen los órganos bucales atrofiados y por lo tanto son incapaces de morder o picar y no se alimentan, viven pocos días, se reproducen y mueren. La parte interesante del ciclo de vida sigue a continuación: la mosca adulta captura otros insectos como mosquitos y moscas picadoras, no para alimentarse de ellos sino para depositar sus huevos sobre el otro insecto sin afectar su capacidad de vuelo. De los huevecillos surgen unas larvas reptantes (aquí viene la sección que involucra al ser humano) que cuando el mosquito se para en la piel de un humano despistado, las larvas se bajan del “aventón” y penetran por los poros de la piel.
Una vez en el poro, el colmoyote empieza a alimentarse vorazmente de los tejidos humanos entre 5 y 12 semanas. Las larvas son unos gusanos blancos que respiran por una especie de sifón que sale por el poro de la piel humana. Cuando termina su periodo larvario, sale por el poro y se entierra en el suelo formando una pupa o crisálida, donde ocurre la metamorfosis para pasar de ser larva a convertirse en un adulto alado, la fase de pupa puede durar entre 20 y 60 días, dependiendo de los factores climáticos.
Como se imaginarán tener un huésped colmoyote no es nada agradable, estos generan una enfermedad conocida como “miasis subcutánea”, que se manifiesta como piquetes de mosco que no sanan y supuran un líquido transparente. Conforme pasan los días con la larva bajo la piel, el piquete cada vez es más molesto, y la zona de alrededor se pone rojiza. Muchas veces el mismo sistema de defensa de los humanos ataca a la larva y ésta se muere, pero otras, la larva crece y crece hasta completar su fase de larvita dentro del cuerpo humano. Los remedios para “curarse” o quitarse los colmoyotes van desde tapar el poro con cinta adhesiva o barniz de uñas para asfixiar al bicho, hasta poner un pedazo de jamón pegado a la piel, para que la larva se vea atraída por el delicioso manjar cárnico y salga de la piel humana para mudarse al jamón, ¡increíble pero cierto! No pueden ser extraídos de otra forma porque tiene varias hileras de ganchos que los ayudan a detenerse fuertemente cuando se sienten amenazados. La miasis en sí misma es molesta, pero no es tan grave en términos sanitarios; sin embargo, dado que el tejido queda muy lastimado, puede haber infecciones secundarias por virus, bacteria u hongos que causen problemas médicos más complicados.
Para los citadinos que nos acercamos a las regiones tropicales de vez en cuando todo esto suena como una película de terror y pareciera que no puede sucedernos, sin embargo es bastante común. De hecho, no solamente nos pueden picar a los humanos, sino que otros vertebrados como pájaros o mamíferos también son presa de estas moscas. En la época de lluvias en las regiones cercanas a las selvas es común observar a los perros y otros animales domésticos pasar horas medio sumergidos en los ríos, al parecer como ellos no tienen manera de quitarse a los colmoyotes, los matan por asfixia con ayuda del agua.
El trópico, sus plantas, bichos y demás enfermedades forman parte integral de México, hay que conocerlos y no negarlos para poder tener un desarrollo integral del país.
* Una versión anterior de este texto fue publicado parcialmente en La Jornada Michoacán.