El Brookings Institute predijo recientemente que la gran restricción de movimientos asociada a la pandemia de COVID-19 no hará más que acelerar la proliferación de drones entre las redes ilícitas, lo que puede indicar que habrá más ministerios de defensa siguiendo la nueva medida de México.
Por Katie Jones
Ciudad de México, 30 de septiembre (InSightcrime).- Un uso cada vez más variado de drones por parte de grupos criminales, con fines que van desde vigilancia hasta ataques a grupos rivales, está provocando respuestas del Gobierno en México. Pero, ¿serán suficientes?
El 21 de septiembre, la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) en México anunció un nuevo sistema antidrones cuyo costo se estimó en 215.7 millones de pesos mexicanos (alrededor de 9.6 millones de dólares) para contrarrestar el uso de esos dispositivos por parte de organizaciones criminales, como informó El Universal.
Recién el pasado mes, un informe alegaba que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) había estado desplegando drones cargados con explosivos C4 de uso militar en Tepalcatepec, Michoacán, presuntamente contra grupos locales de vigilantes.
Aunque esos ataques por aire puedan haber acrecentado la preocupación de las autoridades mexicanas, lo que ha sido común es que las redes del crimen organizado en Latinoamérica usen drones para vigilancia.
Líderes indígenas de la zona de Caru, en Maranhão, norte de Brasil, afirmaron que temían que sus territorios estuvieran bajo vigilancia permanente con drones controlados por taladores ilegales y narcotraficantes que buscaban sembrar marihuana en esa zona, según informó UOL News el pasado 14 de septiembre.
Según el Washington Post, en julio, en Guatemala narcotraficantes estuvieron usando drones para guiar aviones con cargamentos de narcóticos hacia pistas de aterrizaje clandestinas ocultas en el Parque Nacional Laguna del Tigre.
Guardaparques y soldados en operaciones en la zona afirmaron que, aproximadamente una vez a la semana, podían oír drones sobrevolando sus bases en la selva antes del arribo de aviones durante la noche, lo que indicaba que los traficantes habían estado usando esos dispositivos para vigilar la posición de las autoridades y así garantizar que sus pilotos pudieran aterrizar sin problemas.
Juan de la Paz, coronel del ejército guatemalteco en zona, hizo eco de las preocupaciones de que los narcotraficantes hayan estado usando nuevas tecnologías para mantener lejos a las autoridades. “Sus recursos son ilimitados, y solo estamos tratando de seguirles el paso”, dijo De la Paz a The Washington Post.
En otros lugares como Brasil y el Caribe, las mismas autoridades han estado usando drones para impedir las operaciones de narcotráfico.
El Brookings Institute predijo recientemente que la gran restricción de movimientos asociada a la pandemia de COVID-19 no hará más que acelerar la proliferación de drones entre las redes ilícitas, lo que puede indicar que habrá más ministerios de defensa siguiendo la nueva medida de México.
Aunque el plan mexicano antidrones se conoció justo después de que se supiera que el CJNG estaba usando esos dispositivos como armas, parece que el uso de los dispositivos por parte de grupos criminales es predominante en tareas de vigilancia.
Después del uso de tecnología de video vigilancia para sus fines en Honduras, los pandilleros de la MS13 evadieron ser capturados en una redada antinarcóticos contra un laboratorio el año pasado gracias al riguroso monitoreo de su barrio en San Pedro Sula con drones, según informó la policía al diario La Prensa.
Los traficantes de personas también han utilizado esta tecnología para mantener en la mira a las autoridades antes de pasar a sus víctimas por las fronteras.
En 2019, un agente de la Agencia de Aduanas y Protección de Fronteras en el sector de El Paso avistó un dron que volaba de México a Estados Unidos y de vuelta tres veces antes de que 10 personas intentaran atravesar ilegalmente la frontera sin éxito poco después, al parecer a la señal de un coyote que vigilaba la zona delante de ellos.
Para redes grandes y organizaciones más pequeñas por igual, los drones son una fuente de tecnología relativamente barata y de fácil acceso, capaz de arrojar datos valiosos en preparación para el desarrollo sin contratiempos de operaciones críticas (como el transporte de narcóticos) y pueden brindar la inteligencia necesaria para evitar la captura de individuos o grupos.
Mark Cancian, asesor sénior en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS), declaró a El Confidencial a comienzos de este año que las redes del crimen organizado han estado implementando drones que se consiguen en el mercado, pero que “han adaptado para otros propósitos”.
Añadió que “cualquiera puede ir a una tienda a comprar uno”, lo que indica que solo puede esperarse un incremento del uso de drones por parte de esos grupos con fines de vigilancia localizada, pues los potenciales beneficios superan en mucho los costos.