El documental se centra en maravillosos momentos de su vida, divertidos. Las reinas salen deslumbrantes, a conquistar la noche. Nadie las detiene. No obstante, más allá del glamour de cada una de ellas, de verlas maquillar y subirse en los tacones más altos, la película viaja hasta lo que sienten, lo que piensan.
Las Flores de la noche tuvo un paso triunfante en Guanajuato, ahora su camino seguirá en el Festival Internacional de Cine de Morelia en su selección oficial.
Guanajuato, 29 de septiembre (SinEmbargo).– El largometraje Las Flores de la noche, de los directores Omar Robles y Eduardo Esquivel, fue el ganador de la categoría a Mejor Documental de la edición 23 del Festival Internacional de Cine de Guanajuato. Una historia de hermandad entre cuatro chicxs queer que se enfrentan a los prejuicios de un mundo regido por el patriarcado.
Uriel Ramos, Violeta Nicole, Dulce Gardenia y Alexa Moreno viven en la comunidad de Mezcala, Jalisco, son conocidas ahí como “Las Flores de la noche”. Ellas abren su intimidad ante las cámaras para alzar la voz, destruir etiquetas y mostrar al mundo quiénes son.
“Para mí no fue difícil hacer esta película. Me presté ante la cámara, platiqué mi vida y me desahogué porque primero decía ‘a quién le platico’, y la cámara me ayudó a expresarme. Para mí fue normal tenerla”, explicó Violeta en entrevista con SinEmbargo.
Un día a día. Su familia, sus gustos, sus amores, un trabajo que las obliga a disfrazarse, y más, queda expuesto en el documental que también tuvo su premier en el GIFF en la capital del estado. Gardenia, Violeta y Alexa sobrellevan el sobrepeso de las miradas juntas. Su amistad las sumerge en una especie de burbuja que las aleja de lo malo y las motiva a seguir adelante.
“Yo creo que un punto dentro de todo lo que queríamos mostrar es que estamos aquí para ayudarnos entre nosotras porque somos una comunidad y para eso estamos, para ayudarnos y no hacernos a un lado. Hay que mantenernos unidas. Sea y como sea la historia de quién sea, todas venimos siendo iguales. Yo creo que todas estamos aquí por una razón”, explica Alexa para este diario.
Para Gardenia, la amistad que construyó con sus amigas fue el bálsamo que necesitaba para curar sus heridas, unas muy difíciles de sanar y las que fueron cicatrizando con cada carcajada que soltaba a su lado. Dice que, como ellas, hay muchos que tienen un pasado que “aprieta y no nos deja salir”, pero la hermandad fue un canal para ver luz en este abismo, y el documental refleja justo eso.
“Somos personas, nadie es diferente. Al final todos somos humanos. Quien quiera vivir su vida como la quiera vivir. Es muy independiente de cada persona, porque cada una vive de lo que hace, de lo que trabaja, de lo que vive cada día. Yo quiero decirle a toda la gente que deje a cada quien vivir. Que todos seamos libres, porque a veces nos lleva a la depresión, y la depresión es muy fuerte”.
“Yo lo platico porque yo tuve depresión, de hecho, por eso, me frustré e intenté suicidarme, pero gracias a Dios que no porque conocí a Violeta. Ella y yo salimos. Ella fue mi diversión, yo fui su diversión, explotamos y salió. Después conocí a Alexa, después conocimos a Uriel. Todo lo que era dolor, todo lo que era eso que nos tenía apretados, todo lo malo nosotros lo convertimos en un imperio de alegría y de amistad y ahí estallamos ‘Las flores de la noche’”, agrega Gardenia.
El documental se centra en maravillosos momentos de su vida, divertidos. Las reinas salen deslumbrantes, a conquistar la noche. Nadie las detiene. No obstante, más allá del glamour de cada una de ellas, de verlas maquillar y subirse en los tacones más altos, la película también viaja hasta lo que sienten, lo que piensan.
“No nada más estamos aquí para vernos bonitas, o algo así. No nada más es ponerse peluca y tacones y ya, porque también sentimos, queremos. Tenemos corazón, también sentimos y nos duele. Somos iguales. Que se pongan de este lado, y yo creo que con esto se van a dar cuenta de todo lo que vivimos. Tenemos los mismos problemas con la familia, la gente”, afirma Alexa.
Omar Robles y Eduardo Esquivel fueron transformando este proyecto desde que se conocieron en la universidad. Estaban convencidos que querían hacer cine y uno que naciera del corazón. Deseaban realizar un trabajo en el que además pudieran sentirse representados y otras personas también.
“Sabíamos que había ríos de sangre detrás de cada historia, no queríamos hacer una película de datos duros y desde el dolor, solamente acompañarles y poder ser como esos compañeros de vida”, explica David.
En contraste a las chicas, está también Uriel, un joven que decidió dejar su identidad femenina para obligarse a “hacer el bien”. Un grupo religioso y terapias de conversión fueron su salida en falso para dejar ser homosexual. Él es uno de los lados más duros del documental, alguien que busca ser “algo más” para encajar en una sociedad que así se lo exige.
“Para mí fue una transición, un maquillaje. Lo fue. No voy a ocultar esa parte en la que sí hubo miedos, sí hubo una emoción frustrante porque de cierta forma viví rodeado de una sociedad que te etiqueta, que margina, una sociedad que de cierta forma va a hablar. Esa es la parte en la que yo puedo hablar. Sí fue difícil, pero al final de cuentas lo logré. Creo que ese era mi objetivo, descubrir esa parte del sí se puede. Del sí se pude decir ‘saben qué, es difícil estar dentro de un closet, es mejor salir de él y decirle al mundo: ¡Soy libre!’. Soy libre para pensar, actuar, para vivir, para ser feliz”, cuenta Uriel.
Para el cineasta Omar Robles, el “odio por la diferencia es algo sistemático, claro que Mezacala tiene sus propias características, pero a nivel mundial es real que seguimos siendo violentadas, hay crímenes de odio por todo el mundo, en nuestro país en específico también lo hay. Es brutal lo que sucede, la situación que vivimos”.
Detalla que el documental sucede en Mezcala, peor bien pudo ser filmado en cualquier otra parte del mundo porque sigue existiendo este odio contra la comunidad LGBT+.
“Nos han querido enseñar que está mal asumirse diferente y que es un sistema que también quiere que nos sintamos tristes, quiere que nos sintamos que no tenemos amigos, familia, y en ese sentido Las Flores de anoche quiere retratar eso, que la resistencia desde celebración, desde la felicidad. Ser feliz es un acto de resistencia. Celebrar es un acto de resistencia frente a este sistema que nos quiere oprimidos. Tener amigos, amar es un acto de resistencia”, suma Omar.
Todxs emergieron del mismo dolor, del tener que ocultar quienes son para ya no ser discriminadas en una sociedad que no acepta nadie diferente.
“Es importante que todos puedan llegar a Las Flores de la noche para que se den cuenta de la diversidad que existe no solo en Mezcala, en aquel pueblo a orillas del lago de Chapala, sino que en el mundo, esto es universal. Es un tema que es necesario, que es urgente que se tome en cuenta. Es urgente que haya más solidaridad con grupos minoritarios, y en este caso la comunidad LGTB+ es una comunidad muy marginada que también necesita ser escuchada, necesitamos que nuestra voz sea levantada, y que personas puedan llegar a Flores para que se escuche esta voz d los que hemos sido mucho tiempo silenciados”, destaca Uriel.
Las Flores de la noche tuvo un paso triunfante en Guanajuato, ahora su camino seguirá en el Festival Internacional de Cine de Morelia en su selección oficial. Claro, todo el equipo desea que llegué a todo el mundo a través de más pantallas.
En tanto, el cine para Eduardo Esquivel y Omar Robles no para, ambos ya trabajan en su próximo largometraje La eterna adolescente, del que pronto habrá noticias.