Carlos A. Pérez Ricart
30/08/2022 - 12:04 am
Ayotzinapa: cuando las cosas se hacen bien
“Falta mucho para que tengamos el panorama completo de lo sucedido aquella noche del 26 de septiembre de 2014. Sin embargo, el trabajo de la CoVAJ ayuda a esclarecer lo sucedido”.
Reconocer los aciertos del otro es atributo de las personas virtuosas. A veces nos cuesta admitir que el otro ni es tan tonto, ni tan inepto, ni tan corrupto como imaginábamos. Suele suceder que, lejos de admitir los grises o dilemas del prójimo, reducimos al adversario a una caricatura; al hacerlo, sin embargo, somos nosotros los que nos convertimos en parodia.
Escribo esto a propósito de la lectura superficial y arrebatada que han hecho los críticos del Gobierno al primer informe de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa (CoVAJ). Lejos de reconocer los aportes metodológicos y hallazgos del informe, la comentocracia televisiva ha preferido afirmar, palabras más, palabras menos, que el contenido de la Verdad Histórica de Murillo Karam y el del informe de la CoVAJ es esencialmente el mismo. La afirmación es, cuando menos, temeraria; en rigor se trata de una simpleza desconcertante.
Basta leer el informe. Las diferencias son profundas.
Empecemos por el origen: la Verdad Histórica sostenía que la presencia de los estudiantes en Iguala aquel 26 de septiembre se debía a la intención de los muchachos de boicotear el informe de la presidenta del DIF de esa ciudad. Ahora sabemos que los estudiantes estaban en Iguala tras fracasar en su intento por tomar los camiones que llevarían a estudiantes de varias Escuelas Normales del país a la Ciudad de México a la manifestación del 2 de octubre. Nunca hubo intento de boicot o algo parecido; los estudiantes tampoco fueron confundidos por miembros de Los Rojos, el grupo antagónico de Guerreros Unidos, quienes en aquél entonces fueran la red criminal con mayor presencia en la zona.
La Verdad Histórica sostenía que los 43 estudiantes habían sido entregados por la policía municipal al grupo criminal Guerreros Unidos antes de ser quemados e incinerados en una inverosímil pira en el basurero de Cocula. En cambio, el Informe de la CoVAJ clarifica que sólo un pequeño grupo de estudiantes sufrió tal destino; en realidad fueron dispersados en grupos diferentes. Esto significa que, aunque hubo un mando central para desaparecerlos, hablamos de al menos tres células y seis grupos de diferentes perpetradores, así como de distintas escenas del crimen.
Si hacemos caso a las evidencias presentadas, uno de los grupos de normalistas fue retenido y sobrevivió varios días tras la noche del 26 de septiembre. Este hallazgo sólo pudo ser confirmado tras la extensa revisión de la red de llamadas telefónicas hechas entre el entramado criminal de Guerreros Unidos que incluía autoridades y policías de Iguala, Cocula, Tepecoacuilco y Huitzuco. Esta red criminal protegía un cargamento de mercancía (presumiblemente heroína) que estaba presumiblemente escondido en uno de los camiones y que había imposibilitado el objetivo original de los estudiantes. Toda la historia es diferente.
Por último, hay un tema no menor y que algunos puristas podrían llamar de método, pero que yo prefiero llamar de principios: mientras la Verdad Histórica se construyó torturando personas, la CoVAJ ha sido transparente y apegada a derecho en cuanto a su forma de adquirir información.
El informe de la CoVAJ documenta, además, la manera en que, para dar sentido a la Verdad Histórica, desde el gobierno federal se alteraron pruebas, encubrieron culpables y dejaron de seguir pistas para evitar el castigo de los responsables. Es decir, desde lo más alto del Estado se generaron condiciones de impunidad que impidieron la posibilidad de justicia. De esto ya habían hablado los informes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, pero la CoVAJ presenta nuevas pruebas que, además, fueron la base para que la Unidad Especial para la Investigación y Litigación del Caso Ayotzinapa de la Fiscalía General de la República (UEILCA) haya ordenado las 83 órdenes de aprehensión anunciadas la semana pasada. ¿Por qué no reconocer que donde antes había colusión ahora se rompe el entramado criminal? ¿Tan difícil es?
En lo relativo a la pretensión explicativa, también hay diferencias entre el nuevo informe y la Verdad Histórica. Mientras Murillo Karam y su equipo buscaron dar carpetazo al caso, el equipo de la CoVAJ propone un punto y seguido y advierte que el caso Ayotzinapa no está cerrado. Inicia la etapa de la judicialización. La pelota está en la cancha de la FGR a través de la UEILCA. Decenas de miles de documentos, videos, mensajes, radiogramas y bitácoras ya están en manos de ésta para dar continuidad a la investigación judicial. Al mismo tiempo, y sin que nadie haya hecho mucho ruido al respecto, esta misma semana continúa la búsqueda en campo de los muchachos en varios puntos de Guerrero. A este ritmo, el próximo mes se cumplirá la jornada de trabajo número 700. El número no suena mucho en la televisión, pero no por ello es menos cierto.
Falta mucho para que tengamos el panorama completo de lo sucedido aquella noche del 26 de septiembre de 2014. Sin embargo, el trabajo de la CoVAJ ayuda a esclarecer lo sucedido. El informe es claro y basta leerlo para reconocer su enorme aporte. A la oposición al gobierno le costará admitirlo, pero es mejor eso que continuar dibujando su propia caricatura.
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