Si es que acaso existió, el Mexican Moment, la frase eufórica con el que el semanario The Economist bautizó el primer minuto de la Administración de Enrique Peña Nieto, se ha quedado sólo en un recuerdo. El hombre que gobernó México de 2012 a 2018 entregará la administración federal con un promedio de apenas 2 por ciento de crecimiento económico, un bajo nivel de bienestar de las familias y la presión de que las negociaciones del Tratado de Libre Comercio para América del Norte –aún en trámite– no sean desfavorables para México.
En el discurso político siempre estuvo la promesa de que en el quinto año de gobierno, las reformas estructurales impulsadas por la administración que concluye rendirían frutos en la vida de los ciudadanos. No ocurrió así. El freno de la economía inhibió el consumo interno, mientras que las gasolinas, el gas y la electricidad se encarecieron.
Fueron 15 compromisos con los que el Presidente Peña Nieto arrancó su mandato en materia económica y seis años después sólo puede palomear dos: la creación del Centro Nacional Consultivo para el Crecimiento Económico y el Empleo de México y la Tecnificación y equipamiento de 30 mil hectáreas del campo yucateco. Peña Nieto no entregará nada de su compromiso 266, el que se refería a la mejora de vida de las familias. Lo firmó ante Notario y se suponía que “ganarás más por tu trabajo”, se detendría el alza de precios de los alimentos básicos y bajaría el precio de la luz.
Por Daniela Barragán y Linaloe R. Flores
Ciudad de México, 30 de agosto (SinEmbargo).- El Presidente Enrique Peña Nieto entregará la banda presidencial mientras el Mexican moment, esa frase de grandes esperanzas que acuñó el semanario The Economist sobre la Economía mexicana, se vuelve un mero recuerdo. Bajo la administración del político mexiquense, la economía de México no creció más allá del 2 por ciento, una cifra “bastante mediocre” para los analistas, que inhibió el consumo interno y se reflejó, sobre todo, en el estancamiento del bienestar de las familias.
En los últimos meses de Peña Nieto, el peso está un poco más fuerte frente al dólar, después de la caída de 20 por ciento que tuvo en 2016, pero se mantiene como nubarrón la presión por las negociaciones del Tratado de Libre Comercio para América del Norte que, aun cuando se ha logrado un acuerdo bilateral con Estados Unidos, no está exento de presiones para México. La agricultura y la industria automotriz son, por ahora, las áreas más importantes en las que México ha cedido ante las exigencias del Gobierno de Donald Trump para evitar el rompimiento del convenio firmado en 1993 por el entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari.
El sexenio que concluye, en materia económica, quedó marcado por la concentración del Gobierno en el impulso de las reformas estructurales en los ámbitos fiscal, financiero, económico y educativo, mientras los precios del petróleo caían en el mundo y la economía interna desaceleraba.
Durante 2014, 2015 y 2016, varios topes aparecieron para la economía mexicana. El mercado interno se mantuvo débil por falta de ingresos, los consumidores no mostraron gran confianza y por si fuera poco, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) distinguió a México en un informe como el único país del continente donde el salario mínimo era inferior (0.66 veces) al umbral de la pobreza.
En el discurso político siempre estuvo la promesa de que en el quinto año de gobierno, las reformas estructurales rendirían frutos en la economía nacional, lo que impactaría en la vida de las familias. Pero no ocurrió y se registraron efectos contrarios, como el encarecimiento de las gasolinas, del gas y la electricidad.
Fueron 15 compromisos firmados ante Notario Público en campaña con los que el Presidente Peña Nieto arrancó su mandato concernientes a la Economía y seis años después sólo puede palomear dos: la creación del Centro Nacional Consultivo para el Crecimiento Económico y el Empleo de México y la Tecnificación y equipamiento de 30 mil hectáreas del campo yucateco.
Abraham Vergara Contreras, coordinador de la Licenciatura en Contaduría y Gestión Empresarial de la Universidad Iberoamericana, es tajante: “Los compromisos fueron parcialmente cumplidos y me atrevería a decir que fue mediocre. Tenemos un crecimiento de 2 por ciento promedio en todo el sexenio y una de las promesas era crecer de manera importante con las reformas estructurales que se hicieron pero que, evidentemente, se implementaron mal”.
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A la hora de las explicaciones, los especialistas coinciden en que la concentración del Gobierno en impulsar las reformas estructurales se impuso sobre la cotidianidad de los ciudadanos. El compromiso 266, referente a la economía familiar, es el que pone más en aprietos al Presidente y a su equipo de Gobierno.
En el listado del compromiso estaban las promesas de que “ganarías más por tu trabajo”, se detendría el alza de precios de los alimentos básicos, bajaría el precio de la luz, habría útiles escolares gratuitos para niños de Primaria y Secundaria, también becas de transporte para quienes estudiaran la Preparatoria y la Universidad, se entregarían vales de medicina en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y Seguro Popular, las jefas de familia tendrían un seguro de vida para proteger a sus hijos, la pensión de adultos mayores sería universal y se darían apoyos para mejorar o ampliar la vivienda.
Es un cúmulo de ofrecimientos que de haberse cumplido habría impulsado “el buen humor social”, una alusión que hizo el mismo Presidente para explicar por qué la evaluación de su gestión era reprobatoria en todas las encuestas. Marcelo Delajara, investigador del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), expresa que en el seguro a amas de casa no hubo una mejora sustancial y que en lo que respecta al programa de adultos mayores sí se extendió, pero no se logró tener un sistema de seguridad social universal; ni siquiera una pensión universal, como tanto prometió EPN.
A la calle sólo llegaban malas noticias. Los dos primeros años del sexenio, el Banco de México bajó la tasa de interés de referencia y el Fondo Monetario Internacional propinó de manera sistemática recortes en sus previsiones de crecimiento. También hubo circunstancias imprevistas como la destrucción que causaron los huracanes Ingrid y Manuel en 2013 y los sismos de septiembre de 2017 que dañaron a la Ciudad de México y a Oaxaca, sobre todo.
En el amanecer de 2017 ocurrió un mega gasolinazo que puso el precio del combustible en 20 por ciento más con respecto a diciembre del año anterior. Este evento, en la evaluación de Vergara Contreras de la UIA reveló el carácter del Gobierno en el sentido de “prometer”, pero no “cumplir” o hacer lo contrario a lo ofrecido.
“Fueron varios los elementos que afectaron la economía familiar, que era lo que buscaba apoyar en un primer momento. Este Gobierno está marcado por no favorecer el bienestar de las familias, sobre todo de las más necesitadas del país. Hay que caminar un poco por las calles, viajar en transporte público y puedes ver cómo se gana la vida la gente. Se debilitó la economía de las familias y, por tanto, la confianza en la administración federal”, plantea Vergara Contreras.
El académico de la Ibero lista otras problemáticas: “Se dice que se aumentó el salario mínimo y sí, se llegó a niveles de 80 pesos –hoy se ubica en 88.36 pesos–, pero la inflación, tanto la subyacente como la no subyacente, se comió ese incremento salarial. Entonces, decir que el bolsillo de los trabajadores está mejor y que la calidad de vida de los trabajadores y sus familias es mejor, no es del todo real. En el tema del empleo, es verdad que se generaron tres millones de empleos, pero hay que hacerle un matiz: no son empleos nuevos, la gran mayoría ya existían pero se formalizaron. Seguimos teniendo estándares de informalidad demasiado altos”.
Ahora, cuando aún faltan meses para la entrega de la banda presidencial, la esperanza ya está situada en otro lado, justo por las fallas y el incumplimiento del actual Gobierno federal. Esa esperanza se centra en cómo el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, tomará las riendas de la economía mexicana.
“El nuevo Gobierno tiene complicado el primer año, como ocurre siempre. Pero el reto más importante –como lo fue el que Peña no cumplió– está en ver el bolsillo de la gente, con el control de la inflación, el control de los precios; que la gente pueda vivir mejor, que realmente haya una generación de empleo, que se reduzcan los niveles de informalidad y luego de eso, que el presupuesto sea utilizado de manera eficiente”, expresa Vergara Contreras, el coordinador de la Licenciatura en Contaduría y Gestión Empresarial de la Universidad Iberoamericana.
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En sus primeros años de Gobierno, el Presidente Enrique Peña Nieto jamás abandonó su imagen de reformista. En los bolsillos de los mexicanos no había bonanza, pero él aparentaba que tenía otra percepción de la realidad. Por ejemplo, en 2014, al tiempo que el Banco de México emitió el reporte en el que recortó el estimado de crecimiento económico, el Primer Mandatario promulgó la legislación secundaria de la Reforma Energética, la última de un andamiaje que se inició el 2 de diciembre de 2012 y pronunció un discurso optimista que describía a un país diferente, a uno que estaba en movimiento.
“Gracias a la unidad de propósitos, en meses superamos décadas de inmovilidad. Se han derribado barreras que impedían a México crecer de manera acelerada y sostenida”, expresó el Jefe del Ejecutivo en Palacio Nacional, acompañado por todos los miembros del Gabinete; además de 28 gobernadores.
Al siguiente día, viajó a Atlacomulco, su tierra, para celebrar el epílogo de todos sus esfuerzos por concretar lo que no lograron en doce años, los gobiernos panistas. Era el 50 aniversario luctuoso del escritor, político y abogado Isidro Fabela –inspiración de los priistas– y el Presidente exclamó: “En los últimos veinte meses, dentro de las instituciones democráticas que nos legaron los mexicanos de ayer se lograron concretar las reformas que el país necesitaba para asegurar el bienestar de esta y de las futuras generaciones”.
Marcelo Delajara, investigador del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) reconoce que se hicieron cambios fundamentales como la desconcentración del sector de la energía eléctrica y el control de las tarifas a los hogares, pero le parece importante mencionar que todo ello tuvo un costo.
“Las pérdidas y las deudas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) son muy elevadas. La situación de la empresa es muy complicada y hay que poner las dos cosas en balance: si realmente se logró mantener la tarifa baja para los usuarios, a qué costo, en términos de mayor endeudamiento de esta empresa, y de una peor situación financiera para la misma”.
Abunda que “el Gobierno de alguna manera mantuvo un mismo régimen como el de Calderón, de actualización de precios y una vez que se alcanzó el precio internacional de la gasolina, se trató de liberalizar, pero se hizo de manera un poco apresurada y de golpe. Es muy bueno liberalizar precios, pero por la manera en que se hizo, no se calibró el impacto que iba a tener sobre la inflación y el año 2017 fue el de mayores índices de los últimos años. Fue un manejo descuidado y ahora, por un lado se subsidió mucho la tarifa eléctrica, pero por otro se sueltan las tarifas de la gasolina. Es una política extraña porque para algunos servicios se siguió controlando el precio, pero para otros no. Es raro saber cuáles fueron las determinantes de estas decisiones sobre los precios de esos servicios”.
Faltan tres meses para que entregue la banda presidencial. El escenario es muy diferente al de 2012. Enrique Peña Nieto ya no tiene la imagen del Mandatario reformista [la Reforma Educativa será cancelada por el nuevo Gobierno de AMLO] y la expectativa de bonanza se ha desinflado. La esperanza está depositada en la administración de Andrés Manuel López Obrador quien ha dicho que aspira a ser “El mejor Presidente de México”.