Javier Solórzano
30/07/2012 - 12:03 am
Son lo que tenemos
¿Hasta dónde pueden llegar los deportistas mexicanos en Londres? No muy lejos. Van a pelear en serio los que desde hace años son parte de la élite del deporte, el resto va más bien a batallar contra ellos mismos. Van a intentar mejorar sus marcas y sus actuaciones anteriores, el enemigo de una buena parte […]
¿Hasta dónde pueden llegar los deportistas mexicanos en Londres? No muy lejos. Van a pelear en serio los que desde hace años son parte de la élite del deporte, el resto va más bien a batallar contra ellos mismos. Van a intentar mejorar sus marcas y sus actuaciones anteriores, el enemigo de una buena parte de todo atleta es el reloj. En los deportes de apreciación bien se sabe que lo que ve un juez puede no verlo el de junto; sin embargo, los códigos están cada vez más acabados lo que permite reconocer e identificar que el o la que gana lo hace con merecimientos.
¿Qué tan lejos están nuestros deportistas de las grandes potencias? Lejos, muy lejos. ¿Qué es lo que hace diferente a los nuestros? Consideremos como algo realmente importante el hecho de que algunos de las y los deportistas nacionales forman parte de la élite. En clavados, el país es una potencia, debe estar a nivel mundial al menos entre los 8 primeros. El caso de Paola Espinosa es de atención mundial. En taekwondo nuestros atletas también deben estar entre los 8 mejores. Se destaca y es un referente mundial la joven mujer de La Brecha, Sinaloa, María del Rosario Espinoza, quien ya ha sido campeona mundial y olímpica. En tiro con arco los tiradores mexicanos, ellos y ellas, se están acercando a la élite. Hubiera sido sensacional que el equipo varonil de México se metiera a las medallas el sábado, a pesar de ello no le juguemos a menospreciar el muy valioso cuarto lugar.
Pueden darse gratas sorpresas. Por ejemplo, por ahí anda un atleta cuya especialidad es el salto largo. Su marca actual lo coloca entre los 13 mejores del mundo, se llama Luís Rivera. Como este caso pueden aparecer más, pero no muchos más. La sorpresa siempre termina siendo para los aficionados, en muy pocos casos es para los atletas. Ellos saben que lo que hagan es parte del entrenamiento diario y de sacrificios que no vemos desde el sillón de nuestras casas frente a “doña tele”. Es parte también de decisiones que han tomado como separarse de sus familia y amigos para dedicarse a una actividad que se basa en el sacrificio para poder destacar.
Es obvio que a mayor desarrollo económico y social de un país, más posibilidad de que se fortalezca el deporte de alto rendimiento, y por ende que cada vez haya más jóvenes que lo practiquen. Si bien cada vez hay más apoyo oficial, muchos de nuestros deportistas hacen auténticamente milagros. En algunos estados ni quien los pele y vaya usted saber cuánto talento se ha desparramado a lo inútil por todo el país.
Estamos lejos de las potencias porque en el todo de un país, el deporte ha sido muchas veces menospreciado y ha sido motivo de grillas incomprensibles y absurdas. El caso del basquetbol es simple y sencillamente patético. La cultura deportiva de una sociedad pasa por sus ciudadanos. Si no existe el hábito de “hacer deporte” no podemos entender lo que están intentando los atletas mexicanos en Londres.
No se trata de ser especialista para hablar del deporte, el chiste de esto es que todos podamos decir algo y todos tengamos nuestra opinión y para ello la experiencia y la cultura en nuestro entorno es una de las claves. Los jilgueros de “doña tele” caminan a menudo como dueños de la verdad y si no tenemos referentes se puede dar el caso de que hasta les creamos como pretenden –para el museo del horror están las barbaridades que se dijeron en la inauguración y en el partido Corea del Sur-México–.
Lo que permite entender el significado de que un joven dedique su vida al deporte es el desarrollo de una cultura deportiva en la sociedad. No esperemos mucho de Londres, lo que nos viene bien es ver si nuestras atletas hacen mejor las cosas de lo que hacían antes de competir en los Juegos Olímpicos. No se trata de compadecerse de ellos porque es un absurdo que ya no cabe, de lo que se trata es de verlos, de sufrir y gozar con ellos porque así es la vida y así es el deporte. No habrá mucho porque no hay estructura para que haya mucho pero los que están en Londres son los que representan al deporte mexicano y a fin de cuentas al país.
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