Por el momento hay 21 detenidos, entre ellos los tres comandantes de las Fuerzas Armadas. El despliegue masivo de uniformados y vehículos militares dejó al menos 15 heridos.
Por Carlos Valdez y Megan Janetsky
LA PAZ, Bolivia (AP).— El Presidente de Bolivia, Luis Arce, apuntó el viernes que el objetivo de los militares que intentaron un golpe de Estado hace dos días era poner al excomandante del Ejército, Juan José Zúñiga, como Presidente y que se está investigando la posible participación de la derecha boliviana.
En una entrevista con The Associated Press, el mandatario lucía más relajado tras las horas tensas que le tocó vivir el miércoles cuando un grupo de militares asaltó el Palacio Presidencial en La Paz con tres vehículos militares blindados. En uno de ellos iban el entonces Comandante Zúñiga y su hombre de confianza.
“Venían y querían tomar el Gobierno, ellos mismos lo han dicho”, dijo el mandatario. “El propio Zúñiga declaró que querían tomar el Estado”.
Según Arce, el día del golpe hubo una reunión en la que participaron los militares acusados, oficiales en reserva y “personal civil”.
“Se está investigando a los actores y a la gente que estuvo detrás”, señaló.
El intento de golpe fallido del miércoles sumió al país en la tensión y el caos político por varias horas, hasta que la cúpula militar fue destituida y reemplazada por nuevos mandos nombrados por el Presidente boliviano.
Arce cuestionó a los opositores que han puesto en duda el intento fallido de golpe.
"Al principio, todos dijeron que había que salir a defender la democracia en momentos en que ocurría el golpe, pero cuando vieron nuestra actitud firme y que no nos íbamos, cambian su relato y Zúñiga les da argumentos para que después hablaran de una farsa”, dijo el mandatario, en alusión a los comentarios del excomandante del Ejército de hace dos días, cuando aseguró que Arce conocía los planes militares.
También cuestionó a sus críticos por supuestamente relegar los asuntos económicos ante las disputas internas en el partido oficialista entre Arce y el expresidente Evo Morales por el control del Movimiento al Socialismo (MAS) de cara a las elecciones del próximo año.
“Bolivia tiene una economía que crece, una economía en crisis no crece. Tenemos una de las inflaciones más bajas de la región. Argentina, Chile y otros países tienen inflación, pero no se habla de crisis”, subrayó. Lo que hay son “problemas transitorios" como la escasez de dólares y combustibles que “estamos resolviendo”, defendió el mandatario.
"En todas las economías hay problemas, ninguna funciona con piloto automático”, recalcó.
Sobre los 21 detenidos por su presunta implicación en el intento fallido de golpe y sobre los comentarios de sus familias de que fueron engañados por Zúñiga para participar en el despliegue militar, Arce precisó que está en manos de la justicia investigar los hechos y la participación de los investigados.
Familiares de algunos uniformados detenidos aguardaban el viernes en las puertas del centro policial, donde permanecían bajo arresto, y defendieron que sus parientes eran inocentes.
“Tendrán que responder los involucrados, no es un asunto del Gobierno”, sostuvo.
Reconoció que tiene “diferencias con el compañero Evo (Morales)", a quien llamó el mismo miércoles para advertirle que se pusiera a buen recaudo. "Nuestras diferencias tienen que ver sobre quiénes son dueños del instrumento político (MAS): para nosotros son las organizaciones sociales, para Evo él es el dueño y por eso sus ataques” al Gobierno.
Pero el día del despliegue militar le avisó: “Venían por mí, y le llamé para decirle que después iban por él y que se ponga a buen recaudo”, reveló Arce.
Mucha se gente se volcó ese día a los mercados para abastecerse y a los cajeros para obtener efectivo ante el temor de que la crisis se prolongase, pero pocos salieron a la calle a defender al Gobierno.
Arce calificó de “normal” esa reacción de los bolivianos. “Cuando hay un golpe de Estado, hay miedo en la gente”, dijo. Y recordó lo ocurrido durante la crisis política de 2019 tras unas elecciones denunciadas como fraudulentas que provocaron un estallido social con 36 muertos que obligó a renunciar a Morales.