¿Qué nos hace distantes ante el sufrimiento de los animales?

30/06/2024 - 12:02 am

En nuestra sociedad a menudo limitamos la compasión y el respeto a la vida de sólo para aquellos animales que consideramos cercanos o familiares. ¿Por qué el reclamo de injusticia ante la crueldad no alcanza a todos los animales? ¿Qué nos hace distantes ante el sufrimiento de ciertos animales? ¿Por qué nuestra indignación ante actos de tortura es selectiva?

Deberíamos abrir las puertas de todas las granjas y mataderos para que así podamos reconocer que no hay diferencia entre un animal que sufre en la plaza de toros y otro que padece durante toda su vida dentro de una jaula sin poder moverse, como las gallinas, o una vaca separada de su ternero o un cerdo que se niega a entrar en un cajón de aturdimiento en un rastro.

Las investigaciones de Igualdad Animal exponen esa realidad que posiblemente no queremos enfrentar.

En esta ocasión, se documentó de manera impactante el sufrimiento de los conejos que son criados y matados por su carne en México. Imágenes desgarradoras muestran a conejos confinados en jaulas de alambre, sin espacio para estirarse y con patas lastimadas. Son sometidos a malos tratos y luego colgados para ser desangrados sin aturdimiento, mientras algunos observan impotentes la muerte de otros.

Desde hace más de 10 años hemos denunciado públicamente las condiciones de maltrato y crueldad de la explotación de conejos para carne, documentando más de 70 granjas en España y la matanza en rastros de Italia. Ahora lo hicimos en México y lo que pudimos comprobar es que lo que sucede dentro de estas granjas, no es un caso aislado, sucede en todas partes del mundo, la investigación evidencia las prácticas dolorosas, comunes en la industria, y la falta de cumplimiento de la norma que obliga a inducir a los animales a un estado de inconsciencia antes de la matanza.

Como en el caso de otras explotaciones, aquí los conejos se mantienen encerrados en jaulas de metal, son maltratados por las personas responsables de su cuidado y se les mata sin aturdimiento, a esto hay que sumarle la falta de higiene que provoca diversos problemas de salud a los conejos. También como en el caso de los demás animales explotados por la industria, todos estos hechos son desconocidos por los consumidores. Al hablar de conejos, seguramente se viene a tu mente esas adorables criaturas que llenan las redes sociales de ternura: con sus ojos grandes y miradas curiosas, juguetones y conscientes de su entorno, nunca la realidad dolorosa y oculta dentro de rastros y mataderos: conejos llenos de miedo, enfermos, lastimados y matados.

Los conejos son animales sociales y conscientes, tienen preferencias como tener acceso a espacios donde ocultarse, limpiarse y acostarse juntos, rascar y explorar, sin embargo, la ganadería les arrebata todo esto y afecta su estado físico y emocional, ya que no pueden expresar comportamientos naturales y el estrés que se les causa sólo aumenta las agresiones y los condena a un estado de aletargamiento.

Lo que sucede con los conejos no es la excepción, a lo largo de los años hemos documentado las diferentes industrias que explotan animales: carne, leche, huevo, es realmente alarmante, saber que en todas ellas sin importar de qué animal se trate, la norma es la violencia y la crueldad.

Es hora de reconocer que todos los animales sintientes merecen respeto y consideración, independientemente de su especie. Es hora de ampliar nuestro marco de indignación hacia la crueldad animal y reflexionar sobre el impacto de nuestro consumo en la vida de millones de animales.

La empatía y el respeto hacia los animales no deben limitarse a una especie en particular; deben extenderse a todos los seres sintientes. Debemos expandir nuestra compasión y actuar en consecuencia, reconociendo y protegiendo a los animales que la ganadería industrial mantiene ocultos en granjas y mataderos.

Podemos cambiar esta realidad. Optar por una alimentación basada en plantas es una forma poderosa de poner fin a esta cruel industria. Cada elección cuenta para construir un mundo donde los animales no sean tratados como meros recursos, sino como individuos con derechos.

Nuestra percepción de quién merece protección no debe estar limitada por especies; cada ser sintiente merece nuestra consideración y respeto. Es vital que dejemos de reservar compasión sólo para aquellos que percibimos como cercanos y reconozcamos el valor intrínseco y el derecho a una vida libre de sufrimiento de los animales que permanecen ocultos en granjas y mataderos.

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