El poeta y editor Víctor Palomo platicó con SinEmbargo sobre las tres versiones que existen sobre la destinataria del Nocturno que escribió Manuel Acuña, tres versiones que se contradicen completamente.
Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).– “Rosario nunca fue la destinataria del Nocturno a Rosario”, reveló el poeta y editor Víctor Palomo, autor de El pasado (Grijalbo), una novela sobre Manuel Acuña que fue galardonada con el Premio Nacional Ignacio Manuel Altamirano, curiosamente uno de los mentores del joven poeta que se suicidó un 6 de diciembre de 1873 en el segundo patio de la Escuela de Medicina de la Ciudad de México.
“Mi idea cuando empecé con la idea de escribir una novela, era sobre este mito de Rosario, esta historia ya conocida de que se mató por Rosario, lo cual no es cierto”, comentó Palomo en entrevista con SinEmbargo. “En una investigación de 10 años que hice me encontré con tres versiones de Rosario de la Peña, le hacen tres entrevistas alrededor de 15 años: en una dice que sólo eran amigos, que nunca le propuso nada, que lamenta mucho la decisión que haya tomado; en la segunda, dice que sí, que Acuña le propuso matarse, incluso los dos, que ella le dijo que estaba loco y ahí se enreda un poco en sus discursos; y en la tercera, también dice que Acuña era un hombre enfermo, que ella no es la destinataria del poema y nos cuenta una historia de una mujer”.
Víctor Palomo platicó que estas tres versiones se contradicen completamente: “investigando más, encontramos a esa mujer de la que no quiso dar el nombre se llama Laura Méndez y es una poeta del siglo XIX y ahora está considerada como la poeta del siglo XIX, liberal. Acuña le había dedicado a ella, a Laura, un poema que se llama a Laura, en 1872 y en 1873 le dedica a otro poema que se llama Adiós, lo cual nos hace tener una relación amorosa que tenían, entre Laura y Manuel Acuña, que se despiden por ahí de mayo, termina en mayo de 1873 y es Laura Méndez esta que tiene el hijo de Acuña”.
“El silencio de Laura sobre la relación con Acuña es también una pista, yo me tardé años, no te estoy mintiendo, me tarde años tratando de investigar en las crónicas de los periódicos, en las cartas, en los libros, y no había nada, pero hay una correspondencia entre poemas y ahí me dieron la clave, ahí estaban todas las respuestas, pero yo no había puesto atención en los poemas, como lo tuve que hacer, para embonar todas las piezas”, compartió.
En ese sentido, el autor expresó que llevó a cabo una investigación que inició alrededor del año 2000 para la cual tuvo que inmiscuirse en toda esa época de muchos sucesos históricos y muchos personajes que por sí mismos valían una historia por aparte. “Es el momento en que coinciden Maximiliano, Carlota, Benito Juárez, Porfirio Díaz, Ignacio Manuel Altamirano. En fin, todos estos grandes personajes de esta historia y en medio está el poeta Manuel Acuña que nace en Saltillo y va a la Ciudad de México a estudiar, y llega en el momento justo en que está instalado el imperio de Maximiliano en la Ciudad de México y toda la guerra contra los franceses en todo el territorio nacional”.
“Por ahí empecé, tuve que leer todas las crónicas de la época, los historiadores, Altamirano tiene bastantisimo material y aparte de ello, todos los documentos del mismo Díaz, Juárez y los compañeros del mismo Acuña, antes de empezar con la historia de Acuña, porque necesitaba también empaparme del lenguaje de la época y de las costumbres, y de los usos de las calles, del ambiente para poder recrearlo mejor”, comentó.
Víctor Palomo expuso que Manuel Acuña es el último romántico, el puente entre la tradición literaria romántica y el modernismo. “Todos lo conocemos como el autor del Nocturno, que es en sí la cúspide del romanticismo mexicano en Literatura y específicamente en poesía, pero tiene otro poema que se llama Ante un cadáver y este poema ya da el brinco del romanticismo puro de los autores anteriores a él. Digamos, se arriesga a ir más allá del poema amoroso, del poema romántico y ahí creo yo que pone la piedra para lo que vendrá bien después con los poetas de finales del siglo XIX y principios del XX”.
El autor recordó que se trata de una época en que las novelas eran por entregas, no sólo en México sino en el mundo. “Acordémonos que el Conde de Montecristo es una novela por entregas en París y ahí están muchas recuperadas ya luego en forma de libro, como es el caso del Cerro de las Campanas de Juan Antonio Mateos o los Bandidos del Río Frío. Muchas de Altamirano fueron novelas por entregas. Eso me sirvió bastante, porque al ver los periódicos, al investigar en las hemerotecas, no solamente me encontré a Acuña sino a todos los personajes que escribían, tanto compañeros como maestros de él”.