Los programas de comida se han vuelto shows de verdadero entretenimiento. Los miramos sin que ellos tengan consecuencia directa en nuestra manera de cocinar, incluso de comer. Somos expertos en cómo ser chefs, esa carrera que mira hacia el futuro y que mucho nos enseñará a vivir en un mundo tan hostil e indefenso.
Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).– Entre las muchas cosas que nos trae ser ciudadanos del siglo XXI una de ellas es mirar programas de comida por televisión. A veces la gente se pregunta: ¿Cocinamos o comemos? ¿Sabemos más ese asunto de ser chef en algún lugar detenido en el tiempo, en el clima, alejado de todo o ahora somos más sensatos a la hora de comer exactamente lo que debemos?
Mirando a Anthony Bourdain uno se imaginaba: ¿tiene estómago para absorber todo lo que se mete? Algún día morirá de cáncer, de atiborramiento, de litros y litros de vodka tomada en Finlandia, el país donde más alcohólicos hay y donde a la noche, en la nieve, hay motos buscando beodos, no vaya a ser que se mueran por hipotermia.
Anthony Bourdain era el hombre que todos queríamos ser, incluso las mujeres. Hasta que un día dijo basta y terminó con su vida. Un asunto grave para sus seres queridos, pero también grave para sus espectadores. Nos había vendido una vida fenomenal, viajando, comiendo, chupando y conociendo a gente de todo el mundo, pero su alma estaba triste. Tan triste que cuando se ahorcó no tenía ninguna droga: sólo se mató a conciencia. Y chau.
Pero esta era una nota sobre la comida en la televisión y Bourdain, otra vez, un cocinero, periodista, presentador y escritor nos contaba cosas con su particular punto de vista. Era osado, eso es cierto. Y no tenía ninguna cosa en el estómago que le fuera a decir: ¡No, eso no!
La vida a veces es como la de esos turistas estadounidenses que van a comer algo al restaurante griego en la película Yo amo a Shirley Valentine; esa donde ella les hace una hamburguesa y dos huevos fritos y santo remedio. Pero así no era Anthony.
Tanto lo descubrimos con su programa No reservations donde volvimos a encontrarlo en dos temporadas en Netflix. Aunque ahora si uno va y lo busca, ya no está.
Amamos Kurdistán, ese pueblo paria y atacado por todos lados.
Uno descubre por ejemplo en Lisboa al grupo musical Dead Combo, del cual se hará fanático a la hora siguiente, ve cuánto se bebe en Finlandia, al punto tal que Anthony –el que era novio de Asia Argento, la actriz que destapó el caso Harvey Weinstein- descubre a una mujer que no sólo le cocinará en su casa sino que le hará competencia para ver quién se termina la primera botella de vodka. Un gran programa y ojalá pronto lo repongan. Hay algunas emisiones en YouTube, si sabes inglés. Son geniales.
En programas de concursos, Nigella Lawson (58) y Anthony Bourdain trabajaron juntos en The Taste, que llegó a pasar Fox Life. Se sumaron a los famosos cocineros, los no menos importantes chefs Ludo Lefebvre y Brian Malarkey, para protagonizar una especie de The Voice pero de la comida.
En cuanto a Nigella Lawson, la inglesa tiene uno de los rostros más perfectos de la televisión y muestra su desparpajo y su gusto sensual por la comida bien hecha y abundante. Nada de dietas ni de comida “sana” y sin sabor. Adorable.
Anthony Bourdain tenía unos programas increíbles en CNN, pero había doblaje y era muy mala la calidad para los latinos. Cortes publicitarios, esa voz que no era de él, aunque él se lo pasaba muy bien. Se llamaba Parts Unknow (Partes Desconocidas) y de hecho se encontraba en Francia, grabando uno de los programas, cuando se suicidó.
Al punto fue la importancia del chef en el canal que el domingo 24 de junio realizó un homenaje, “al hombre que cambió la forma de ver de muchas personas”. Hay algunos programas en YouTube (en inglés).
LA IMPORTANCIA DEL CANAL GOURMET
El canal que empezó todo fue Gourmet (ahora se llama El Gourmet, tu canal de cocina) y con él fuimos aprendiendo cómo cortar una cebolla sin sangrar ni llorar, cómo hacer dos huevos fritos y hasta el sushi de Japón se nos hacía fácil.
¿Cómo no hacerlo fácil con un cocinero simpático y entrador como el argentino Iwao Komiyama, nacido en 1966 y quien empezó a cocinar a los 12 años?
También profundo conocedor de los secretos de la cocina china, tailandesa, vietnamita y del sudeste asiático, se enorgullece de haber creado lo que él denomina Sushi Latinoamericano.
Antes había habido varios chef por televisión. ¿Cómo olvidar al español Carlos Arguiñano (69), que hacía chistes y hablaba de la situación política de España mientras cocinaba –fácilmente aunque con MUCHA aceite- sus papas bravas?
Él, un verdadero sobreviviente, que estuvo varias veces al servicio de las drogas, pudo levantarse y anticipar un poco lo que luego fue la gran oleada española, con Ferrán Adriá a la cabeza.
Los chef se han convertido en una profesión de atención para la gente. Si en el siglo pasado venía tu hijo con una guitarra o una pelota de futbol y tú creías que ya tenías salvado tu futuro, ahora verlo con cuchillos y tenedores te puede dar algo más que gusto en la boca.
Tal es así que en la última metida de pata del Presidente Enrique Peña Nieto, quien felicitó al chef Enrique Olvera por el lugar del Pujol entre los restaurantes mejores del mundo. Éste le contestó: “Los Niños! Eso si que es importante”, reclamándole por la Tolerancia Cero, de Donald Trump.
Pero también, sobre todo con el libro Kitchen Confidential, de Anthony Bourdain, nos fuimos dando cuenta de que no todo lo que reluce son herramientas de cocina, también hay muchas cosas detrás de los cocineros.
El machismo, por ejemplo. Hay varias cocineras como Nigella Lawson, como la nuestra.
Paulina Abascal (nadie con esa voz podría haber triunfado en la televisión, pero la chef mexicana -1972- ha tomado el ejemplo de la actriz estadounidense Fran Drescher y decidió comerse la pantalla televisiva conduciendo un programa en el que enseña a hacer postres), pero lo mejor en este mundo casi misógino son los hombres.
Ni hablar de las experiencias con drogas, ni los suicidios que cada tanto se dan en este ambiente. Como el ya nombrado Anthony Bourdain, pero también el del cocinero franco-suizo Benoît Violier, el de Bernard Loiseau, hechos que nos hacen preguntar ¿por qué se suicidan los cocineros?
NI COMER NI COCINAR, SOMOS EXPERTOS EN CHEF
Los programas de televisión, que tan a menudo se transmiten y miramos con ojos asombrados y curiosos, no nos ha hecho cocinar más ni comer más, pero sí nos ha convertido en expertos en chef, esa profesión que tanto futuro tiene.
Descubrimos a Jamie Olivier (43), el niño mimado de la cocina inglesa que rescata chicos de la calle a los que les da una oportunidad de hacer una carrera en la gastronomía y de regentear su propio restaurante. Ahora tiene un programa en Netflix, Jamie & Jimmy’s Food Fight Club. Jamie Oliver y Jimmy Doherty han abierto un café en Essex para compartir su pasión con la gente y con algunas celebridades y el programa es genial, como su conductor.
Nuestra vida no sería la misma sin el chef Gordon Ramsay (1966), que ha tenido cientos de programas televisivos y que gracias a ello ha vendido muchos libros y su “salvaje” manera de enfrentar la cocina.
Vimos la evolución y su manera distinta de encarar la comida del gran chef Ferrán Adriá (1962), quien aseguró que “la mayor red social del mundo no es Facebook”, sino “la comida”, un momento en que coinciden más de 4 mil millones de personas todos los días y en estos momentos estamos entrando en comunicación con Massimo Bottura (1962), el italiano que tiene el mejor restaurante del mundo con la Osteria Francescana y que lucha contra el desperdicio de comida. Lucha contra el hambre teniendo un comedor popular en Milán y difundiendo sus principios.
En Netflix hay muchos programas de televisión dedicados a la comida. El mejor sin duda es Chef Table, una serie nominada al Emmy en la que conocerás a estrellas internacionales de la cocina que redefinen la comida gourmet con platos innovadores y postres irresistibles.
De todos elegimos a ese restaurantero que Magnus Nilsson (1983), un joven chef sueco que cocina y dirige un particular restaurante -Fäviken Magasinet- situado entre bosques, montañas, ríos y lagos, al norte de la provincia sueca de Jämtland, en el que tan solo sirve comidas –no cenas- para 12 comensales y de miércoles a sábado.
Nos preguntamos a veces si estas personas no hubieran sido chef, ¿estarían ahora presos por criminales? Ese es motivo de otra nota.