Francisco Javier Pizarro
30/04/2023 - 12:04 am
Remembranza de mis Reflexiones en Voz Alta
Veremos y diremos qué sigue de estas remembranzas de mis Reflexiones en Voz Alta.
El objetivo de este proceso que he difundido a lo largo de seis años, fundamentalmente en la formación de la Cuarta Transformación impulsada por el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, el cual ha enfrentado en la “mañanera” la consolidación de la conciencia social, que los neoliberales desdeñan a tal grado por su ambición que abrupta e irresponsable difunden en los medios de comunicación que está por “morir” a consecuencia de la pandemia de la COVID-19, lo que es una falacia.
Pero no es sólo eso. En el contexto socio-político del proceso electoral presidencial en ciernes de los partidos opositores, e incluso de las corrientes de los precandidatos de Morena, se crean ejes fundamentales, no de la formación política sino de la campaña del poder presidencial una vez que se desista el de AMLO.
Años juveniles atrás (1968-1971) pretendí afiliarme a la Juventud Comunista en Chihuahua, encabezada por Mario Loya, pero finalmente opté por incorporarme en contra de la “Sucia Guerra” a partir de las masacres de estudiantes de 1968 y 1971.
Cuatro años después (1975) me incorporé formalmente el PCM, pero no en México, sino en Cuba, donde estuve exiliado de 1974 a 1979. Tuve una larga conversación con dos de sus fundadores y líderes: Arnoldo Martínez Verdugo y Valentín Campa, quienes me convencieron que la lucha Guerrillera en México no era la mejor opción. Se requería contribuir e impulsar por la vía pacífica un salto del régimen capitalista hegemónico y consolidación del pueblo de los mexicanos…
Adicionalmente me ofrecieron solicitar secretamente al Partido Comunista Cubano que me inscribieran en la Escuela de Estudios Superiores “Ñico López”, lo que se cumplió durante cuatro años.
Al regresar a México a fines de 1979, con la aprobación de la Ley de Amnistía promovida por Jesús Reyes Heroles, Arnoldo Martínez Verdugo y Valentín Campa me enviaron a mí y a Julio Pimentel (también exiliado en Cuba y ya fallecido) a Nicaragua, a petición del Frente Sandinista de Liberación Nacional, con el fin de coadyuvar en la formación de la Escuela de Cuadros de Militantes en julio de 1979.
Nos hospedaron primera en la casa de la “comandante Dora” y después en otra vivienda en donde habitaban dos grandes personajes nicaragüenses: Sergio Ramírez Mercado, escritor, periodista, político y abogado y Ernesto Cardenal, teólogo y poeta, que nos aportaron mucha información de la historia de Nicaragua.
Meses después se nos invitó a dar una Conferencia de la I y II Internacional en el evento de la inauguración de la “Central Sandinista de Trabajadores” en un auditorio repleto de asistentes de múltiples países, entre ellos dos mexicanos; Jorge Castañeda Gutman, hijo del Secretario de Relaciones Exteriores de México, y el catedrático de la UNAM, Américo Saldívar.
Una vez concluida nuestra tarea en Nicaragua regresé a mi tierra natal (Chihuahua), donde con el apoyo y solidaridad del profesor Antonio Becerra Gaytán, dirigente del PCM, hice entrega al Gobernador Manuel Bernardo Aguirre de mi constancia de indulto. El mandatario dijo que por él no había ningún problema de mi regreso, pero me advirtió que no se hacía responsable por lo que me pudiera pasar, pues los afectados por el triple asalto bancario del 15 de enero de 1972 en Chihuahua, del que fui partícipe, seguían estando agraviados.
Pero no solo eso. Para mi sorpresa, me señaló que tenía conocimiento de que había participado también en el secuestro del Cónsul norteamericano Leonard Hardy, realizado en mayo de 1973, por el Frente Revolucionario Armado del Pueblo (FRAP), el cual fue canjeado por 30 prisioneros de diversos grupos guerrilleros rurales y urbanos que fuimos exiliados a Cuba.
Me espetó: “Usted estaba enterado del plagio e hizo lista de los guerrilleros recluidos en el Palacio Negro de Lecumberri que fueron exiliados a Cuba; me lo dijo el titular de la Dirección Federal de Seguridad, Miguel Nazar Haro”. Estaba en lo cierto. Decidí trasladarme a Torreón, en donde me incorporé al PCM de la Laguna (Torreón y Gómez Palacios), como secretario de organización.
En 1981 –año de la extinción del PCM, me reubiqué en Durango y me afilé en el PSUM, en el que meses después, fui nombrado como secretario general hasta 1985, fecha en la que fui electo miembro del Comité Central y también designado por Arnoldo Martínez Verdugo, Pablo Gómez y Rincón Gallardo como secretario de actas de la Comisión Ejecutiva.
Marco Leonel Posadas y Eduardo Montes, dirigentes del semanario Oposición y festivales culturales, me invitaron a promover mis reflexiones sociales y políticas al seminario y coordinación y seguridad de los festivales. En 1987 se fundó el Partido Mexicano Socialista (PMS) presidido por Heberto Castillo, el cual se extinguió en 1989. En 1988 regresé a la Laguna en apoyo a la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, sin embargo, nunca me afilé al PRD.
Concluyo esta remembranza con el fin de analizar y evaluar los procesos socio-políticos, no sólo los electorales. Valoro al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, su promoción del enfrentamiento a la pandemia de la COVID y apoyo al pueblo, las políticas de bienestar social, la soberanía de nuestra nación y la organización y formación de la conciencia social en boga del proceso en cernes de la Cuarta Transformación.
Veremos y diremos qué sigue de estas remembranzas de mis Reflexiones en Voz Alta.
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