Hacer una fiesta nunca había sido tan transgresor como ahora, debido a la expansión del nuevo coronavirus, que exige el distanciamiento social. No obstante, en Venezuela ha habido quienes desafían el riesgo al contagio y se han lanzado a festines prohibidos, conocidos popularmente como “coronaparty”.
Por Héctor Pereira
Caracas, 30 abril (EFE).- Música, baile y diversión en grupo. Actividades, a priori, tan inofensivas se han convertido en armas letales en época de pandemia por el COVID-19, cuyo mejor antídoto es el aislamiento social. Pero algunos clanes de ricos y famosos venezolanos viven al margen de la ley y desafían al contagio y las órdenes del Gobierno.
Hacer una fiesta nunca había sido tan transgresor como ahora, debido a la expansión del nuevo coronavirus, que exige el distanciamiento social. No obstante, en Venezuela ha habido quienes desafían el riesgo al contagio y se han lanzado a festines prohibidos, conocidos popularmente como “coronaparty”.
Algunas de estas celebraciones han terminado con sus protagonistas tras las rejas, expuestos en medios de comunicación o infectados de coronavirus, en tanto que el hecho ha animado una intensa discusión en las redes sociales sobre la imprudencia de los “fiesteros” y los castigos que les fueron aplicados.
La Policía o el personal sanitario han tenido que bajar el volumen en varios de estos jolgorios que, curiosamente, solo han tenido lugar en zonas acomodadas e involucran a venezolanos y extranjeros con perfiles públicos como modelos, músicos o reinas de belleza.
UNA FIESTA, ¿EL PACIENTE CERO?
“Por ahí hubo una fiesta, en un lugar, en una isla. Prácticamente todas las personas que estuvieron en esa fiesta están dando positivo (a COVID-19)”, dijo el Presidente venezolano, Nicolás Maduro, a mediados de marzo cuando el país contaba sus primeros casos de coronavirus y recién empezaba en cuarentena obligatoria.
Unos días más tarde, el mandatario precisó que la celebración había tenido lugar en Los Roques, un archipiélago venezolano que es considerado el destino turístico más exclusivo del país, mientras daba cuenta de dos nuevos casos de COVID-19 en el sitio, ubicado en el Mar Caribe.
“Dos casos, producto de aquella fiesta que ustedes saben, que hubo por allá. Normal, una fiesta. Bueno, ¿por qué la van a criticar? Una fiesta, donde hubo un conjunto de personas que no sabían que estaban enfermas”, dijo entonces Maduro.
Poco más dijo el Gobierno al respecto, mientras varios medios locales reseñaron que cantantes de reguetón -criollos y extranjeros-, algunos supuestamente cercanos a miembros del Ejecutivo, participaron en esa celebración que acabó sin ningún arresto.
Los medios locales mostraron imágenes que daban cuenta de la presencia de los señalados en las fechas y en el lugar en que se produjo la fiesta en cuestión.
DE VUELTA A LA PISTA: 18 DETENIDOS
Días más tarde, una segunda “coronaparty” se registró en el acomodado municipio caraqueño de Chacao, un territorio considerado el bastión por excelencia del antichavismo. Los participantes de este festín no contaron con la misma suerte que sus predecesores.
El Fiscal general, Tarek Saab, anunció en televisión nacional los nombres de las 18 personas que fueron detenidas por haber violado la cuarentena, mientras confirmaba que dos de los presentes eran casos positivos de COVID-19 y lo sabían. “Eso es terrorismo biológico”, apostilló Maduro esos días.
En lo sucesivo, la Policía publicó fotografías y vídeos de los detenidos, todos usando mascarillas, y la noticia acaparó los portales de información rosa, entre otras razones, por la naturaleza de los implicados.
La larga lista de arrestados, aunque la mayoría no pisó nunca un centro de detención sino que permanecieron custodiados en centros hospitalarios, incluía los nombres de una modelo española, identificada como María Chuecos, otra venezolana, una joven rumana, una pinchadiscos marroquí y algunos que también habían estado en Los Roques cuando se celebró la primera “coronaparty”.
Solo al propietario de la vivienda en que se festejó la reunión se le acusa de cinco delitos, entre ellos por la supuesta posesión de 49 pastillas de anfetamina.
SIN CORONA Y SIN “PARTY”
En los últimos días, una tercera fiesta ha dado de qué hablar. Otro grupo de jóvenes con ganas de diversión terminó expuesto en las redes sociales, en las que los señalan como los nuevos irresponsables que rompieron el confinamiento.
Nueve personas fueron procesadas judicialmente por este hecho, que por ahora solo los mantiene cumpliendo cuarentena en sus hogares, pero las consecuencias para dos de las presentes fueron más allá.
Gabriela Coronado, primera finalista del concurso de belleza “Miss Earth Venezuela” 2019, y Laura Zabaleta, participante de este año en el afamado Miss Venezuela -que aún no se ha celebrado-, fueron descalificadas de sus respectivos reinados y han sido la cara visible del más reciente ‘coronaparty’
El juicio por estos hechos y contra estos “fiesteros” se libra principalmente en las redes sociales, razón por la que varios de los implicados han optado por cerrar sus cuentas en Instagram y Twitter, o fortalecer sus configuraciones de privacidad en esas plataformas.
Mientras tanto, numerosas fiestas, ya sin el anglicismo esnob, se celebran impunes en toda Venezuela y, aunque unas son más discretas que otras, todas burlan de algún modo la clara recomendación del distanciamiento social en medio de esta pandemia que ha dejado miles de muertos en el mundo.