En algunos eventos recientes el presidente Calderón ha empezado a incluir un mensaje de despedida, de cierre de sexenio. Parece que el ejecutivo comienza ya a hacer un repaso de su periodo. Y en efecto, creo que es un buen momento –antes de las elecciones– para efectuar un balance.
La seguridad pública sin duda es la máxima prioridad de esta administración. En cualquier foro en donde tiene oportunidad, el Presidente –una y otra vez, machaconamente– habla de la lucha en contra el crimen organizado y de la delincuencia en general. Sin embargo, también es un tema fundamental en la agenda de los gobiernos estatales y municipales. Todo gobernante de este país acepta –al menos discursivamente– que es una cuestión prioritaria.
Durante este sexenio el gasto federal en seguridad pública se ha incrementado de forma exponencial. Mientras que en 2006 se destinaban alrededor de 80 mil millones de pesos (incluidas las transferencias a los estados), en este año dicha partida casi alcanza los 150 mil millones (148,663 para ser precisos). Por su parte, los estados asignan cerca del 10 por ciento de su presupuesto a temas de seguridad.
Con esta lluvia de millones, podría pensarse que somos un país mucho más seguro. Veamos.
Desde 2006, el secuestro en México –el delito que mayor impacto tiene sobre la población, según las encuestas– casi se duplicó. La extorsión creció un 46 por ciento. Con todo y que la cifra negra –es decir, los casos que no se denuncian– en estos dos delitos es elevadísima.
El robo con violencia en su conjunto subió un 64 por ciento. No obstante, el hurto de vehículo o el realizado en carretera casi se triplicó, y el de empresas o negocios más que se duplicó. Por su parte el robo a peatón (sin violencia) se disparó un 330 por ciento: de alrededor de 8000 en el 2006 a más de 35 mil el año pasado.
El caso de los homicidios por arma de fuego es una historia que vemos todos los días. Se incrementaron un 251 por ciento.
Número de delitos denunciados, 2006-2011
Delito |
2006 |
2011 |
Cambio |
Secuestro |
733 |
1,326 |
+81% |
Homicidios dolosos |
11,806 |
22,192 |
+88% |
Por arma de fuego |
3,610 |
12,693 |
+251% |
Extorsión |
3,157 |
4,598 |
+46% |
Robo con violencia (total) |
147,680 |
242,152 |
+64% |
Robo a peatón |
72,270 |
93,440 |
+29% |
Robo de vehículo |
25,162 |
70,828 |
+181% |
Robo a negocio |
12,830 |
29,742 |
+131% |
Robo en carreteras |
911 |
2,582 |
+183% |
Robo sin violencia (total) |
397,571 |
507,262 |
+28% |
Robo a peatón |
8,149 |
35,083 |
+330% |
Robo de vehículo |
121,644 |
158,608 |
+30% |
Fuente. Secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública
Sin embargo, como sabemos, hay entidades en donde la situación es mucho peor. En Chihuahua, por ejemplo, los homicidios dolosos aumentaron un 412 por ciento, la extorsión 603 y el secuestro 850 por ciento.
Así las cosas. Un fracaso sin matices.
Es evidente que nuestra clase política –más proclive a echarse la culpa unos a otros que a resolver los problemas– está en deuda con la sociedad. La célebre frase de un desesperado Alejandro Martí resuena hoy más fuerte que nunca: si no pueden, renuncien. O mejor aún, usemos el arma más efectiva que poseemos para castigarlos: nuestro voto.
@jose_carbonell
http://josecarbonell.wordpress.com