Este estudio arroja luz acerca de las causas detrás de la dificultad para ejercitarse que conlleva la inactividad física. Los resultados muestran que podría deberse a una proteína relacionada con el flujo sanguíneo.
Madrid, 30 de marzo (Europa Press).- Hacer menos ejercicio podría desactivar una proteína vital en el cuerpo, provocando una mayor inactividad y dificultando el ejercicio, sugiere una nueva investigación de científicos de la Universidad de Leeds, en Reino Unido, han descubierto que la desactivación de la proteína Piezo1, un sensor del flujo sanguíneo, reduce la densidad de los capilares que llevan la sangre a los músculos.
Esta restricción del flujo sanguíneo hace que la actividad sea más difícil y puede llevar a una reducción de la cantidad de ejercicio posible, según el equipo que destaca que estos resultados ayudan a explicar la biología de por qué el ejercicio se hace más difícil cuanto menos se hace, explican en el Journal of Clinical Investigation. Los experimentos se llevaron a cabo en ratones, pero la proteína Piezo1 se encuentra en los seres humanos, lo que sugiere que podrían producirse los mismos resultados.
La autora principal, Fiona Bartoli, investigadora postdoctoral de la Facultad de Medicina de la Universidad de Leeds, explica que “el ejercicio protege contra las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la depresión y el cáncer. Por desgracia, muchas personas no hacen suficiente ejercicio, por razones como las lesiones o el uso del ordenador. Esto hace que la gente corra más riesgo de padecer enfermedades. Cuanto menos se ejercita la gente, menos en forma está, lo que a menudo conduce a una espiral descendente”, advierte.
Endothelial Piezo1 sustains muscle capillary density and contributes to physical activity: https://t.co/MoOhM4byad@profdbeech @UniversityLeeds #MuscleBiology #VascularBiology pic.twitter.com/oI9TifMBXA
— Journal of Clinical Investigation (@jclinicalinvest) March 3, 2022
“Aunque se conocen muchas respuestas al ejercicio, es un misterio cómo se desencadenan inicialmente los beneficios del ejercicio a nivel molecular –continúa–. Nuestro estudio pone de relieve el vínculo crucial entre la actividad física y el rendimiento físico que se establece a este nivel mediante el Piezo1. Mantener nuestras Piezo1 activas mediante el ejercicio puede ser crucial para nuestro rendimiento físico y nuestra salud”.
Durante el experimento, los científicos compararon dos grupos de ratones: un grupo de control y un grupo cuyos niveles de Piezo1 habían sido alterados durante 10 semanas. Se observó la actividad de las ruedas para caminar, trepar y correr, y los ratones con Piezo1 mostraron una sorprendente reducción de los niveles de actividad. Esto sugiere un papel importante de Piezo1 en el mantenimiento de la actividad física normal.
Los investigadores se plantearon si los ratones Piezo1 estaban menos interesados en el ejercicio, pero no encontraron diferencias en la cantidad o la duración de la actividad entre los dos grupos. En cambio, había menos revoluciones de la rueda de correr por sesión de ejercicio, y una velocidad de carrera más lenta, lo que sugiere una menor capacidad de hacer ejercicio, sin un menor deseo.
El autor principal, el profesor David Beech, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Leeds, resalta que “este trabajo arroja nueva luz sobre el papel de Piezo1 en los vasos sanguíneos en relación con la actividad física. Ya se sabía mucho sobre su papel en el desarrollo de los vasos sanguíneos, pero se sabía mucho menos sobre su contribución al mantenimiento de los vasos en los adultos. Nuestro descubrimiento también ofrece la oportunidad de pensar en cómo podría tratarse la pérdida de función muscular de nuevas maneras: si activamos Piezo1, podría ayudar a mantener la capacidad de ejercicio”, concluye.