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¿Cómo se creó la vacuna rusa EpiVacCorona? Un laboratorio abandona el secretismo y lo revela

30/03/2021 - 9:12 pm

Rusia aumenta la producción de su segunda vacuna contra la COVID-19, desarrollada en Siberia. Sus creadores aseguran que no tiene efectos secundarios y es resistente a las mutaciones del coronavirus.

Ciudad de México, 30 de marzo (RT).- En el laboratorio Véktor de la ciudad rusa de Novosibirsk, a más de tres mil kilómetros al este de Moscú, se desarrolló hace unos años una vacuna eficaz contra el ébola. El centro estaba envuelto por un secretismo total y no permitía la entrada a los periodistas, ni a los ciudadanos de a pie. Sin embargo, la lucha contra la pandemia actual lo ha obligado a enseñar sus cartas.

En 2020, biotecnólogos de Véktor desarrollaron el fármaco EpiVacCorona, que se convirtió en la segunda vacuna rusa aprobada oficialmente contra la COVID-19. De momento, la distribución de este fármaco no es tan masiva, como la de la Sputnik V, pero sus creadores esperan que a mediados de este año puedan producir más de cinco millones de dosis.

Lo que la hace “única en el mundo” es que ha sido desarrollada a partir de péptidos, siendo la separación molecular una de las tareas principales, explica a RT el desarrollador principal, Alexánder Rýzhikov. Los datos de las pruebas médicas muestran que todas las personas inoculadas han generado anticuerpos contra el virus. En algunos casos sus niveles no son muy altos, pero suficientes para enfrentarse a la enfermedad, independientemente de las mutaciones.

“Los resultados de los ensayos demostraron, asimismo, que la vacuna es segura”, afirma la empleada del laboratorio Svetlana Úsova. En cuanto a los efectos secundarios, se observaron reacciones locales, como pequeños dolores en el lugar de la inyección durante varios días, pero no hubo reacciones como fiebre o sensación de debilidad.

Otra ventaja reside en las posibilidades de su transporte, que requiere temperaturas de entre dos y ocho grados Celsius, condiciones que puede garantizar una simple nevera. Por esa razón, los destinos prioritarios del fármaco son, de momento, regiones de difícil acceso, donde llevar otros antígenos que exigen temperaturas mucho más bajas para su conservación parece una tarea casi imposible.

La “zona roja” del laboratorio es el punto de partida hacia un remedio contra la peligrosa enfermedad. Los aparatos instalados allí extraen los ácidos nucleicos del material biológico primario de personas presuntamente infectadas. Los científicos advierten que estar dentro de esta zona sin la protección adecuada puede resultar letal para el ser humano. Sin embargo, los investigadores de Novosibirsk acumulan décadas de experiencia y saben cómo afrontar esta clase de peligros, pues su trabajo se centra en distintos virus con potencial epidémico, como el ébola.

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