Aunque las calles de Iztapalapa reciben a más de 1 millón de visitantes nacionales y extranjeros durante la representación, el coronavirus ha orillado a trasladar las sesiones de la Pasión de Cristo al atrio del Señor de la Cuevita y a ser transmitidas por Facebook.
México, 30 mar (EFE).- Una "lluvia de emociones" experimenta Mauricio Luna, el joven de 19 años que interpreta a Cristo en el tradicional viacrucis de Iztapalapa, la alcaldía del oriente de la Ciudad de México, que por primera vez hará a puerta cerrada la representación de la Pasión de Cristo más famosa de la región.
"Los ocho barrios están tristes porque no van a ver su representación, como ellos están acostumbrados, pero es algo que debemos entender, tenemos que tener conciencia sobre lo que está pasando", cuenta en entrevista con Efe sobre el efecto de la COVID-19 en el área más popular de la capital.
La Alcaldía de Iztapalapa, con casi 2 millones de habitantes, suspendió el viacrucis abierto al público -cuyo punto culminante se da en Viernes Santo- por la crisis del coronavirus, que ha causado 20 muertes y 993 contagios en México, de los que uno de cada cinco han ocurrido en la capital.
Esta tradición surge en 1843 tras una epidemia de cólera que azotó a los habitantes de la zona, quienes marcharon en honor al Señor de la Cuevita, cuyo santuario nacional está dentro de la Catedral de Iztapalapa.
Para Luna, esta historia hace la situación más triste y, al mismo tiempo, la mantiene más vigente que nunca.
"Es un golpe muy duro para nosotros y para los ocho barrios por el tiempo que lleva la representación, lo que representa para nosotros como agradecimiento al Señor de la Cuevita porque es algo que año con año hemos esperado, es algo que en cuanto termina vuelves a esperar", expone.
EFECTOS DEL VIRUS
Aunque las calles de Iztapalapa reciben a más de 1 millón de visitantes nacionales y extranjeros cada año, el coronavirus ha orillado a trasladar las sesiones de la Pasión de Cristo al atrio del Señor de la Cuevita, explica Luna.
Los ensayos se han reducido a un máximo de 40 personas, porque el Gobierno de Ciudad de México ha recomendado no realizar eventos masivos con más de 50 asistentes.
Aun así, Luna invita a los feligreses a adaptarse a una realidad que la religión también ha adoptado, la de transmitir en Facebook y otras redes sociales eventos como este.
"Pidamos mucho a Dios. Hablemos mucho con Él. Pidamos por todas las personas que tienen esta enfermedad porque todo esto pase de la manera más rápida posible, pero también debemos llevar nosotros a cabo las medidas de seguridad que nos han dicho para evitar la propagación de este virus", expresa.
HONOR ÚNICO
El joven llevaba desde enero en preparación para representar a Cristo, un honor único en la zona que implica cumplir requisitos como ser originario de Iztapalapa, una buena conducta, estar soltero y carecer de adicciones.
El que más destaca es medir como mínimo 1,75 metros y gozar de una condición física que permita cargar bajo el sol una cruz que pesa 90 kilos y mide seis metros a lo largo de un trayecto de cerca de 2 kilómetros.
Después de las "altas y bajas" que ha implicado su elección y, después, el cambio de planes, Luna se encomienda a su fe pero también se apega a la ciencia.
"Tener esa emoción, ese anhelo de irte preparando día con día para el viacrucis y los recorridos. Y que de repente te digan '¿sabes qué? Ya no va a ser así', sí te pega, hay un bajón emocionalmente, pero después tiene que entrar tu conciencia" ante la compleja situación actual, reflexiona.