Pakistán, con mayoría de musulmanes suníes, ha sufrido un aumento en los ataques milicianos desde noviembre, cuando el Talibán paquistaní puso fin a su cese el fuego con las fuerzas del Gobierno.
Por Riaz Khan
Pakistán, 30 de enero (AP) — Un atacante suicida se hizo explotar el lunes en una mezquita al interior de un compuesto policial en Pakistán, provocando que el techo se derrumbara y matara al menos a 59 personas e hiriera a más de 150, según funcionarios.
La mayoría de las víctimas eran policías. No está claro cómo el agresor logró penetrar el compuesto amurallado, que alberga la sede policial en Peshawar, una ciudad en el noroeste del país, y está ubicada en una zona de alta seguridad con otros edificios de Gobierno.
Sarbakaf Mohmand, un comandante del Talibán paquistaní, reclamó la autoría del ataque en Twitter. Pero horas después, el vocero del grupo también conocido como Terik-e-Talibán-Pakistán o TTP, Mohammad Khurasani, distanció al grupo de lo sucedido, afirmando que ellos no atacan lugares religiosos y que los que participen en tales actos serían sancionados bajo las normas del TTP. Su comunicado no mencionó el tema de por qué un comandante del TTP se atribuyó el atentado anteriormente.
#ACTUALIZACION | Al menos 72 muertos y 157 heridos tras una explosión en una mezquita en Pakistán. pic.twitter.com/wnQpNd8nxg
— Jeanette Alcantar (@JeaneteAlcantar) January 31, 2023
El grupo miliciano es una rama separada pero afín al Talibán afgano. El TTP libra una insurgencia en Pakistán desde hace 15 años. Busca instaurar un régimen estricto de ley islámica en el país, la liberación de sus miembros detenidos y una reducción de la presencia militar paquistaní en las regiones de la provincia Khyber Pakhtunkhwa que ocupa como su base.
“La mera escala de la tragedia humana es inimaginable. Esto no es otra cosa que un ataque contra Pakistán”, tuiteó el primer ministro Shabaz Shariz, quien visitó el compuesto en Peshawar y prometió “acciones firmes” contra los responsables. Dio el pésame a las familias de las víctimas diciendo que su dolor “no puede describirse en palabras”.
Pakistán, con mayoría de musulmanes suníes, ha sufrido un aumento en los ataques milicianos desde noviembre, cuando el Talibán paquistaní puso fin a su cese el fuego con las fuerzas del Gobierno.
Hace unas semanas, en otro ataque cuya autoría clamó el Talibán paquistaní, un hombre armado baleó y mató a dos agentes de inteligencia, entre ellos al director de la rama de contraterrorista de la agencia de espionaje basada en el ejército del país, la Inteligencia Multiservicios. Funcionarios de seguridad dijeron el lunes que el agresor fue localizado y murió en un tiroteo en el noroeste cerca de la frontera afgana.
El ataque del lunes contra la mezquita suní fue uno de los más mortíferos contra fuerzas de seguridad en años recientes.
Más de 300 feligreses oraban en la mezquita, y más iban en camino, cuando el agresor hizo explotar su chaleco explosivo. Muchos resultaron lesionados cuando el techo se derrumbó, según Zafar Kahn, un policía, y los rescatistas tuvieron que mover montones de escombros para llegar a los feligreses atrapados.
Meena Gul, quien estaba en la mezquita cuando estalló la bomba, dijo que no sabía cómo había salido ileso. El policía de 38 años agregó que tras la detonación oyó gritos y llantos.
Mohammad Asim, vocero del principal hospital gubernamental en Peshawar, informó que el número de muertos era de 59 y 157 más estaban heridos. El funcionario policial Siddique Khan indicó que el atacante se hizo explotar en medio de los fieles.
Vinieron condenas de varias partes, entre ellas la embajada saudí en Islamabad, y la embajada estadounidense, que dijo que “Estados Unidos se solidariza con Pakistán y condena todas las formas de terrorismo”.
El secretario general de la ONU Antonio Guterres calificó el atentado de “particularmente aborrecible” por ser contra un lugar religioso, dijo el portavoz Stephane Dujarric.