Poesía mexicana contemporánea: el nuevo paradigma

30/01/2016 - 12:00 am
Foto: Especial
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En un país de poetas, las nuevas voces mexicanas conforman un universo rico, diverso, donde el talento y la imaginación, juegan con cartas de buena fortuna y permanencia

Ciudad de México, 30 de enero (SinEmbargo).- Si hay renovación en la literatura mexicana (y la hay) esta se ha dado y se da no mediante la narrativa, sino desde un lugar impensado: la poesía.

Va de suyo que  estamos hablando de un país de poetas. Donde el único Nobel de Literatura fue para Octavio Paz (1914-1998), donde el Premio Cervantes 2010 quedó en manos de José Emilio Pacheco (1939-2014) y donde, desde José Ramón López Velarde hasta Xavier Villaurrutia, la tradición en la materia es vasta y significativa.

No hay un lugar definido en el tiempo, pero en la última década podríamos decir, coincidiendo con el novelista y ensayista Álvaro Enrigue (1969) que la aparición del poeta de Acapulco Julian Herbert marcó un punto de inflexión en la literatura de este país.

“No hay que olvidar que la renovación empezó por los poetas. Si es que hay un momento de cambio en la literatura mexicana, que creo que lo hay, se dio primero en la poesía con figuras como Julián Herbert, que estuvo en el liderazgo del cambio de las poéticas y ahora está en el liderazgo del cambio en la narrativa con la novela Canción de tumba.

Un cambio importante se produjo cuando, merced a la crisis en Argentina, los mexicanos comenzaron a viajar allá porque estaba barato. Hubo un contacto ahí entre poetas porteños y poetas mexicanos que resolvió muchas cosas en nuestra poesía. La poesía mexicana arrastraba un lastre académico que ha sido un estigma durante mucho tiempo. Ahora hay más buenos poetas que buenos novelistas en nuestro país”, dijo el autor de Muerte súbita en una entrevista realizada para la revista Gente hace unos años.

Quizás exagera Enrigue cuando dice que Herbert, nacido en Acapulco en 1971, lidera la renovación de la narrativa. Canción de tumba ganó el Premio Jaén en España y el de Novela Elena Poniatowska y sorprendió gratamente a los amantes de las historias por la visión descarnada y alucinante de una madre dedicada a la prostitución, que muere poco a poco de leucemia.

Sin embargo, tras el boom de su novela breve, Herbert volvió por sus fueros y dio a conocer el poemario Álbum Iscariote, demostrando que su lealtad se despliega entre versos más que en oraciones; por tratarse de un autor joven no podríamos de todos modos saber si estamos frente a un caso parecido al del chileno Roberto Bolaño, que era en esencia un poeta y dio vuelta un giro de 180 grados a la novelística latinoamericana con sus monumentales Los detectives salvajes y 2666.

La esperada nueva novela de Julián Herbert. Foto: Especial
La esperada nueva novela de Julián Herbert. Foto: Especial

Por lo pronto, Herbert acaba de publicar La casa del dolor ajeno (Literatura Random House), la historia perdida de los 303 chinos masacrados en Torreón durante la Revolución.

De Álbum Iscariote, editado por Era en 2013, ha escrito el crítico y también poeta Julio Trujillo: “Si la tradición fuera un jardín japonés (como el de Juan José Tablada), tal vez Herbert quiere que la nueva poesía sea como la horda de caballos de los zapatistas que, al destruirlo, lo reordenan.

O tal vez proponga que la tradición es como la música de una canción que nos toca reinterpretar en karaoke. Nada de esto es una simple boutade: el cuello del cisne blanco del revolucionario Darío sigue y seguirá interrogándonos en busca de nuevas respuestas que a su vez generen nuevas preguntas.

Herbert ha ensayado incansablemente sobre el estado de salud de la poesía contemporánea y su nuevo libro es tanto un diagnóstico como una droga para levantarla.

El poema central, “Autorretrato a los 41”, da cuenta con claridad, humor y falso auto-escarnio de la movilidad de la expresión y sus herramientas en manos de los jóvenes: “…Soy un viejo / despotricando contra chicos que escanden su slam poetry / con nostalgia (prestada) por Amiri Baraka / y The Nuyorican Café”.

“Como poeta, me parece uno de los poetas más deslumbrantes de su generación. Creo entre su poesía y su narrativa hay un camino corto. Están estrechamente ligadas. Sin duda, en la poesía aventura mucho más, es más arriesgado. Siempre ligado a lo cotidiano, a lo inmediato. Preocupado por la forma.

Es un escritor muy acucioso, muy preparado. Tiene infinidad de lecturas. Es un gran ensayista también. Me parece un escritor muy completo en ese sentido, porque domina muy bien la razón y domina muy bien el mundo imaginario de lo inmaterial en la poesía, y el mundo real en la narrativa. En ese sentido me parece un escritor muy dotado”, dijo el editor y poeta Andrés Ramírez a la periodista mexicana Irma Gallo.

A Herbert le gusta situarse en la frontera. Que le digan que no es poesía cuando publica poemas y que apunten que quizás no sea tan novela eso que se presenta como tal. Comenzó escribiendo canciones y él mismo lidera una banda de rock llamada Madrastras.

Grafitti 

Porque el mundo es un letrero y la mirada

no sabe descifrar sus instrucciones.

Un letrero debajo de la lluvia

con la tinta borrosa:

la palabra “césped” cayendo al hormiguero,

la palabra “pisar” cubierta de inscripciones;

y los demás quién sabe,

lejos,

como una carta de amor

escrita en el aire con los labios.

 

El mundo es una canción

que se pierde en la radio sin que nadie la extrañe.

La moneda que frotaste en tus manos de niño

hasta que fuiste a la tienda y te dijeron

que ya no tenía valor porque no tenía dibujos.

 

El mundo es una esfera,

un escritorio y mucho polvo,

un calendario con los días decapitados;

sábados largos como una carretera

por donde se camina mientras pasan coches rápidos,

lunes y miércoles de cinta en el zapato

como si no hubiera ya bastantes nudos.

 

El mundo es un letrero sin vocales,

un árbol que florece detrás de la pared,

una fruta que nunca madura en nuestros patios.

 

El mundo es nada más

este decir

y decir

y decir

que no se escucha.

Que hablen más fuerte por favor.

Foto: Especial
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TE DIRÍA QUE FUÉRAMOS AL RÍO BRAVO A LLORAR

Herbert es de 1971, pero un poco más de una década antes había nacido en Ciudad Juárez el poeta Jorge Humberto Chávez (1959), quien con más de 33 años dedicados a la literatura, presentó en 2013 el poemario Te diría que fuéramos al río Bravo a llorar pero debes saber que ya no hay ni río ni llanto.

Testimonio de la violencia y la muerte en la castigada ciudad fronteriza donde nació, el libro recibió el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes que entrega anualmente el Instituto Nacional de Bellas Artes y que se erige con enorme prestigio en el mundo de las letras mexicanas.

Difícil sustraerse a esa conmoción melancólica que propone el poeta, en ese borde donde todos somos criaturas despojadas de nuestros sueños, incluso de nuestras propias pesadillas.

“Es curioso, soy un hombre muy feliz, soy un hombre que ha tenido una cercanía muy directa con la vida, he sido muy afortunado en el amor, con las mujeres, tengo hijos que son prácticamente perfectos pero curiosamente toda mi obra poética tiende a la ilustración de las ausencias, las cavidades, la falta de las cosas y de los vacíos, ignoro por qué, en mi poesía simplemente soy así”, dijo Chávez en una entrevista otorgada al periodista Manuel Appendini.

Entre su obra poética están también De 5 a 7 p. m., La otra cara del vidrio, Nunca será la medianoche, El libro de los poemas, La lluvia desde el puente, La ciudad y el viaje interminable y Bar Papillón y el poema triste/Bar Papillon et le poéme triste (edición en francés y español, 2004), entre otros.

2006

En el año 2006 mi padre adelgazó tanto

que pudimos meter su cuerpo en una caja

de 1.70 por .65m

 

yo mismo empecé a perder humanidad

con el demonio muy adentro

86 kilos en febrero 69 en julio

 

En el 2006 el amor adelgazó tanto

que apenas una brisa lo podía cruzar

al otro lado de la línea fronteriza

 

En el año 2006 mi país empezó a adelgazar

la calle y la noche más flacas cada vez

la ciudad crecida de cadáveres

LOS POETAS TAMBIÉN MUEREN

Entre los poetas de la nueva generación, se ha tenido que lamentar la muerte de Marco Fonz (1965-2014), quien cometió suicidio en un hotel de Chile, país adonde había ido para participar de un encuentro literario.

Fonz integraba una delegación de autores invitados a la 32 Feria Internacional del Libro de Viña del Mar. Había nacido el 1 de mayo de 1965 en el DF, vivió 20 años en Chiapas, estudió filosofía en la UNAM y fue becario del Centro Chiapaneco de Escritores en 1994 y de la SOGEM.

Editor del sello Andrógino y del sitio http://www.absentaeditores.com, entre sus títulos se encuentran Los animales mal llamados hombres, Intermedio absurdo en una función de medianoche, Historia estrambótica de oscuridad y nueva selva, Bajo los demonios, Los martirios, Paisaje de tres gritos, Osario de los relámpagos  y Oír cáscara amarga.

Ganador del Premio de Poesía “Rodolfo Figueroa” 2002, Marco Fonz dejó cuatro libros inéditos: El ojo vacío de Doru Buzescu, Las presencias apócrifas, Viaje a Sirenas Border y Novela dibujada.

XIX

Ya no cuentan los hombres que se vuelan la cabeza

y de extrañarme me extraña todo

el ahorcado que se cuelga de la noche

la loca que muere congelada

el abrigo flotando en el río sin Virginia

de extrañarme me extraña todo

menos el odio que siento y la pena que siento

por los que nos dejan morir sin hacer nada

sin detener el veneno ni la soga ni la navaja

ni la palabra

el balazo a un corazón niño

la amable y despiadada locura

el cuerpo enamorado de Nerval

o las huellas digitales de un poeta

sobre su propia calavera

y de extrañarme me extraña todo

menos el odio que siento y el vacío

por la puerta por la náusea por la muerte lenta

diferente a la muerte de los que nos matan

y de extrañarme me extraña todo

menos el buscar delante

las otras fantasmales caras.

CLAVELES AUTOMÁTICOS

Sergio Loo tenía apenas 32 años y sucumbió a un cáncer a principios de 2014. A pesar de la enfermedad terminal que le iba cortando las alas poco a poco, nunca perdió la alegría, el humor ácido y su firme voluntad de escribir.

Poeta y narrador, autor del poemario Claveles automáticos y de la novela House, decía que “la poesía, para mí, es la apertura del lenguaje en muchas posibilidades: un juego”.

Colaboró en Fantasiofrénia. Antología del cuento dañado, Paso al Frente, Descifrar el Laberinto, El fungible: especial de relatos. Textos suyos aparecieron en Navegaciones Zur y Hermanocerdo. En 2007 publicó en el Fondo Editorial Tierra Adentro, Sus brazos labios en mi boca rodando, título que fue editado en versión digital por la editorial española Foc, en 2013. También publicó Retratos desarmables (Ediciones B, 2011) y Guía Roji (IVEC, 2012).

“Cuando leo a Sergio puedo verlo como un artesano. Toma las letras, las acomoda, les da forma y construye, sus poemas o sus narraciones, con una paciencia que resulta reconfortante para cualquier lector. Hay espacio para divertirse con un humor extraño, que se extiende hasta la palabra como objeto, como unidad, pero que también se funde con el contenido.

El mundo es una broma, la ciudad, la realidad, el sexo, las pérdidas, el dolor. ¿Para qué tomarse la vida tan en serio? En su literatura la palabra surge como propiedad, con la posibilidad de construir o destruir. Se entra a un amplio plano de la imaginación donde el contenido del discurso se va dando por sí mismo”, escribió el poeta y editor Jonathan Minila.

Sí          yo sé de tu miedo a las alturas         pero aún

 

así         te veo revoloteando

 

Gallinas negras por el celeste vas         Luis         vas

 

meneando las alitas

LA POESÍA, ESA CULPABLE

La poesía parece siempre la culpable, la purista frente a los gritos de aparente libertad que lanzan los contemporáneos, pero que son en realidad reaccionarios. Es un alto a esto”, dice el licenciado en Literatura y Ciencias del Lenguaje por la Universidad del Claustro de Sor Juana, donde es profesor, el poeta Hernán Bravo Varela.

Hernán, que ha publicado poemas, reseñas, traducciones y ensayos en diarios, revistas y suplementos culturales del país y de Argentina, Brasil, Chile, España, Estados Unidos, Perú y Venezuela, ha traducido poemas de William Shakespeare, Emily Dickinson, Gerard Manley Hopkins, W. H. Auden, La balada de la cárcel de Reading, de Oscar Wilde y, junto con Marco Antonio Campos, El hombre redivivo, poesía reunida del poeta quebequense Gaston Miron.

Su trabajo en la editorial Almadía, Hasta aquí, reúne poemas que fueron escritos a lo largo de estos últimos años y a los que el autor debió construirles un esqueleto a través del cual se desplegara su voz.

Los cinco capítulos abarcan una autobiografía, la infancia, el amor, lo social y sus problemas, la experiencia en Washington. Desde un travestismo genérico.

“Tanto el poema que abre como el que cierran el libro son, además de la descripción de mi pérdida de peso, la enunciación de una estética –nunca mejor dicho- y de una voz ficcional que habla en el principio y en el final”, explicó Hernán Bravo Varela en entrevista con SinEmbargo.

Hernán Bravo Varela ha publicado también los libros Oficios de ciega pertenencia y Comunión.  En 1999 obtuvo el Premio de la revista Punto de Partida, en el área de poesía, y el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino. Junto con Ernesto Lumbreras realizó la muestra crítica El manantial latente. Poesía mexicana desde el ahora. Coautor del libro de ensayos Xavier Villaurrutia: …y mi voz que madura, su poesía forma parte de varias antologías.

Xitlalitl Rodríguez Mendoza, una de las nuevas voces de la poesía mexicana. Foto: Facebook
Xitlalitl Rodríguez Mendoza, una de las nuevas voces de la poesía mexicana. Foto: Facebook

UN POETA CASI NIÑO DE APELLIDO GRANDE

Gerardo Grande, (Ciudad de México, 1991) despertó el interés de los lectores con su primer libro Animalito Rockero. Regresó  por sus fueros con un libro explosivo ya desde el título Canto de mi árbol en el incendio, editado por Mantarraya Ediciones para su nueva colección “Parque Lira”.

La obra de Grande está cargada de virtud sentimental, exenta de cursilería, pero llena de lirismo maiakovskiano, propia de un Lorca en su etapa más experimental y siempre refulgente en verdad descarnada.

No hay una sola palabra de Canto de mi árbol en el incendio que suene hueca o maldecida. Por el contrario, ese recorrido por el infierno de la infancia, por ese mundo donde los niños mueren en un bosque devorados por las llamas sin encontrar jamás migas de pan que los lleven a la salida, es nuestro propio espejo destrozado.

yo miré a mi hermana caer en el incendio   y no quería ver y vi y quise que mis manos sobre mis ojos fueran manos de piedra para no quitarlas nunca más y no ver más   pero en la oscuridad vi a mi hermana   no   no sé si es mi hermana o soy yo buscando a mi árbol   me miro vengo a decirme que la ciudad se está comiendo todos los corazones…

MÁS POETAS MEXICANOS

Luis Felipe Fabre, valiente al publicar una antología original y relectura del discurso poético de Mario Santiago Papasquiaro, el mejor amigo de Bolaño, en un libro precioso titulado Arte & Basura, publicó Poemas de terror y misterio, por la editorial oaxaqueña Almadía.

Nacido en ciudad de México en 1974, es también autor de Cabaret Provenza y La sodomía en la Nueva España, así como del volumen Leyendo agujeros. Ensayos sobre (des)escritura, antiescritura y no escritura.

José Eugenio Sánchez (vaquero regiotapatío del 65, inventor del fenómeno poético underclown). Entre sus libros se encuentran La felicidad es una pistola caliente, Physical graffity, El azar es un padrote y Tentativa de un sax a medianoche. Recientemente presentó Jack Boner and the rebellion.

Xitlalitl Rodríguez relata su camino hacia la muerte entre murmullos de tiburones y planes para dejar de fumar. Nació en Guadalajara en 1982, donde se licenció en Letras Hispánicas. Fue estudiante de intercambio en la Universidad Rennes, en Francia y becaria del curso de lengua gallega en la Universidad de Santiago de Compostela, España. Es autora de los libros de poesía Polvo lugar, Datsun, Catnip y el reciente Jaws.

Una noticia en un periódico que hablaba del proyecto nazi de hacer hablar a los perros inspiró a Óscar David López, nacido en Monterrey en 1982, para escribir el poema “wooffan ss experiment”.

La fuerza de su poesía y particularmente de ese texto expresa a un creador singular de versos que gritan como látigos y que hacen reír con esa mueca extravagante de quien lanza una carcajada por fuera y por dentro corre desesperado a refugiarse. Su nuevo libro –luego del abrumador Farmacotopía– es Mapping.

wooffan ss experiment

(fragmento)

hablando de perros, los nazis

eran los mejores:

hasta que un día se les ocurrió enseñarles a hablar

 

serán los animales del conocimiento y la estrategia

prometían

igual que el humano con los seres superiores:

con una patita sobre un alfabeto

en una fotografía

rolf el parlanchín quedó inmortalizado

junto a frau moekel

evidentemente

estaban teniendo una conversación

interesantísima

como sobre una tabla de ouija

rolf indicaba patita a la derecha:

una vocal

patita a la izquierda:

una consonante

patita en medio: heil

 

los perros nazis van

gritan los niños desde sus ventanas

los perros nazis van

y todos se quedan boquiabiertos

Karen Villeda: Con su libro Dodo obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino” 2013. En su página web POETronica (poetronica.net) dialoga con poesía y multimedia.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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