Por Sandra Rodríguez Nieto y Mayela Sánchez
Ciudad de México, 30 de enero (SinEmbargo).– El médico anestesiólogo Alfonso Herrera terminaba su turno de guardia en el Hospital Materno Infantil Cuajimalpa cuando se percató del olor a gas en el interior del inmueble. Eran apenas unos minutos después de las 7:00 horas de este jueves y un pipa de gas, de la compañía Gas Express Nieto, cargaba combustible en el área dispuesta para ello. Herrera concluía la guardia nocturna que había comenzado a las 8 de la noche del día anterior.
Pasaron entre 12 y 15 minutos –el médico no puede precisarlo– cuando escuchó una explosión. Momentos antes había visto cómo dos trabajadores de la empresa gasera estaban en el suelo tratando de tapar una manguera con la que distribuían el gas al hospital.
Herrera acababa de salir al patio, junto con otros dos colegas, un anestesiólogo y un ginecólogo, cuando ocurrió la explosión. Sólo recuerda haber visto previamente cómo lo que considera un halo del gas avanzó por el pasillo hacia la zona de cuneros. Ahí, dice, ocurrió primero la explosión, un siniestro que este jueves cimbró más al gobierno delegacional y al capitalino, que a las casas aledañas.
Un pediatra, de guardia como los otros tres, estaba en la puerta que daba al patio al momento de la explosión, a decir de Herrera. Ninguno de los cuatro empleados resultó herido.
“Fue bueno habernos salido a minutos de oler el gas. Si nos quedamos no hubiera agarrado la explosión”, dice Herrera unas horas después del incidente.
Herrera y la técnica laboratorista Laura Díaz estiman que transcurrieron entre 12 y 15 minutos entre el momento en que se percataron del olor a gas y cuando ocurrió la explosión.
El hospital, ubicado en la colonia Contadero de la Delegación Cuajimalpa, está en una pendiente, y la zona en donde las pipas de gas descargaban está en la parte más alta, mientras que el área de neonatos se ubica en la parte más baja. El médico Herrera considera que esta condición podría haber favorecido que el gas se desplazara hacia la zona de cuneros.
Díaz, quien también estaba de guardia desde la noche anterior, olió el gas durante varios minutos, pero fue el encargado de Recursos Humanos del hospital quien le indicó que desalojara el lugar. Del personal de Protección Civil en el hospital no tiene nociones.
Ella también dice que el primer lugar en explotar fue el área de neonatos, lo que corroboró cuando, ya afuera del hospital, compañeras enfermeras de esa área se lo dijeron.
“Estaban preocupadas porque estaba lleno de niños. Estaban preocupadas porque ora sí que quedaron atrapados en neonatos y nuestras compañeras enfermeras que estaban ahí, pero ahora ya no sabemos quiénes estaban, quiénes no”, dijo.
La laboratorista refirió que en el área de cuneros había unas ocho camas para bebés y que al momento de la explosión habrían estado todas ocupadas. Además, dijo, un bebé había ingresado la noche anterior, de gravedad, y se encontraba en el área destinada a los procesos de Interrupción Legal del Embarazo. No pudo saber si todos lo bebés habían sido rescatados.
El reporte oficial del gobierno capitalino es de 66 lesionados, 22 de ellos de gravedad, y tres muertos, autoridades informaron que la explosión fue por una fuga en la manguera de la pipa.
Pero por horas, la calle 16 de Septiembre, la más saturada de la colonia Contadero, en Cuajimalpa, se convirtió en el epicentro de la atención burocrática a la tragedia.
Tras conocerse del siniestro, distintas corporaciones tanto del gobierno capitalino como del federal acudieron al sitio, lo que durante las primeras horas después de la explosión generó un evidente descontrol.
Y es que los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal acordonaron la zona, impidiendo el paso de medios, vecinos y hasta de empleados del gobierno capitalino enviados al lugar para labores de rescate y de limpia.
Sobre la calle 16 de septiembre dos cordones de seguridad impedían el paso hacia el hospital. En uno de ellos, para corporaciones de rescatistas como el grupo Topos Aztecas o el Escuadrón de Rescate y Urgencia Médica el ingreso al lugar fue impedido por los policías capitalinos, que para las 10 horas se reforzaron con la presencia de elementos de la Gendarmería Nacional.
Cerca de la esquina de las calles 16 de septiembre y Mariano Escobedo, un cordón se seguridad controlaba el paso para ingresar al Hospital, que para las 10 de la mañana aún reportaba fuego. Dos áreas de juegos infantiles aledañas habían sido, al igual que las calles, resguardadas por policías capitalinos.
Sin embargo, cerca del mediodía llegaron elementos de la Gendarmería Nacional a reforzar la guardia. Dos hileras de policías capitalinos, formados frente a otras dos de elementos de la gendarmería impedían cualquier acercamiento al área por la zona sur de la calle 16 de septiembre.
Personal de Protección Civil del gobierno capitalino, de las delegaciones, del Estado de México, personal de la Cruz Roja, de la secretarias de Salud y de Desarrollo Social…Todos gestionaban su acceso al lugar del siniestro ante los policías capitalinos.
A eso de la 12 del día, la presencia de las familias empezó a dar lugar a decenas, cientos de burócratas, como los del Instituto de Atención al Adulto Mayor y del Departamento de Limpia que sólo hacían filas en la zona, y decían que instalarían un módulo de información que, hasta las tres de la tarde –y cuando no había ya familias presentes- seguían diciendo, ante preguntas, que el escritorio de atención se instalaría.
En horas, entres las ocho y las 10 de la mañana, la zozobra hizo presa de las familias de las pacientes internadas en este hospital especializado en maternidad.
“No nos dicen nada, no nos dan información”, dijo brevemente Maria Lilia Torres, madre de Edith Castellanos, de 19 años, y recién parida en el hospital colapsado, a eso de las 10:30 de la mañana. “Lo que sé es que tuvo gemelos, y que estaban en el área de neonatos, donde ocurrió la explosión”, agregó la mujer, de 57 años, comerciante.
Los familiares de las internas se distinguían de entre el resto de los curiosos no sólo por las lágrimas, sino también por la urgencia en el rostro. “Llamamos a Locatel y nos dijeron que no tenían datos. Y nos venimos para acá desde las 8:30 y no nos dicen nada, sólo que hay una lista”, dijo José Eduardo Manríquez, de 22 años y esposo de otra paciente, Lilia Torres. “Empezamos a buscar en Locatel, pero no nos dijeron nada, dijeron que no tenían datos”, agregó el entrevistado. Una tía de la paciente lloraba mientras hablaba por teléfono.
–Entonces, ¿la viste?, ¿está bien? –preguntaba.
Detrás del auricular, la hermana de la accidentada le respondía que el nombre de Lilia Torres estaba entre los que reportaba el Gobierno del Distrito Federal como trasladadas a otros hospitales.
El Jefe del gobierno del Distrito Federal llegó a la zona del siniestro al mediodía, para informar que la cifra de víctimas fatales era de dos personas –cinco menos de las reportadas por la mañana–, más una gravemente herida, así como unas 60 personas hospitalizadas en total producto del accidente, mas otras 30.
Alrededor de las 14 horas, el jefe delegacional de Cuajimalpa, Adrián Ruvalcaba, confirmó la cifra de muertos y refirió que había dos personas desaparecidas, quienes pudieran estar aún entre los escombros.