BETSABÉ ROMERO: ARTE CON ROSTRO DE MUJER

14/07/2012 - 12:00 am

El Museo Nacional de San Carlos exhibe desde julio y hasta el próximo 3 de septiembre una selección de piezas que ilustran la evolución del retrato femenino del siglo XIV al XXI. La muestra, titulada Arte con rostro de mujer combina el trabajo de tres artistas mexicanas contemporáneas con pinturas barrocas, clásicas y decimonónicas sobre distintos aspectos de la vida de las mujeres.

Marta Palau, Teresa Margolles y Betsabeé Romero aportan a la exposición representaciones mucho más conceptuales del mundo femenino, que dialogan con el resto del acervo pictórico. De la primera se presenta “Cascada”, pieza de 1978 hecha con medias de nylon, que se instaló frente a la pintura del siglo XVIII, “Diana sorprendida en el baño por Acteón”.

De Margolles se exhibe la obra “En el aire”, creada en 2003. Esta obra consta de burbujas de jabón hechas del agua con que se limpian los cadáveres del Servicio Médico Forense (Semefo), y pertenece a la colección de Patrick Charpenel, en comodato en el MUAC.

Por su parte, Betsabeé Romero es la única en presentar una pieza inédita. Desde 2001 empezó a trabajar el tema de las monjas coronadas y señaló que este tipo de representaciones gráficas siempre le sorprendieron, porque en ellos se anula totalmente la personalidad de la modelo.

“Muchos de ellos son incluso retratos de gente muerta. Entonces lo que cuenta es la indumentaria, que para mí es como una arquitectura de jardín. Empecé a pensar que son una representación importante relacionada con el cautiverio”.

 

MUJERES-JARDÍN, MUJERES-COLUMNA

El atuendo que aparece en los retratos “sólo se usaba cuando entraban y cuando se morían, era como asignarles el carácter de mueble al ponerles ese peso del jardín en la cabeza y en las manos”. Para ella la artista visual, es un simbolismo de cómo “se camuflaban con el jardín, con las columnas, con el espacio”.

Este fenómeno artístico de representar a las monjas coronadas fue exclusivo de Nueva España, ahora México, y Nueva Granada, actualmente Colombia; “pero allá sólo retraban a las muertas”.

Por un lado, las monjas de clausura eran las intelectuales de buena posición que “como Sor Juana podían desarrollar en el encierro su estudio y su trabajo, pero sin la posibilidad de formar una familia o de vincularse socialmente como mujeres que no quieren tener hijos. Abiertamente eso no se podía, en cautiverio sí”. Del otro lado están todas las demás mujeres anónimas que simplemente entraban a formar parte de la arquitectura de los conventos.

Romero ha realizado más de 40 exposiciones, entre las que destaca la retrospectiva de su obra “Lágrimas Negras”, que se presentó en el Museo Amparo de Puebla, el Museo de Arte contemporáneo de Monterrey y el museo de San Ildefonso en la Ciudad de México.

Una pieza de Romero se encuentra en la sala donde se exponen los retratos de dos monjas coronadas, “una viva y una muerta, que es el retrato cero, una representación sin vida que quizá no puede llamarse retrato porque ya no corre nada por la mirada, ya no hay ningún tipo de expresión que pueda atribuirse a una persona humana”.

 

EL ARTE COMO UTOPÍA DE LIBERACIÓN

Su otra obra, elaborada expresamente para la exposición, se ubicó en uno de los patios internos del Museo Nacional de San Carlos y es “como una utopía de liberarlas de sus coronas y echarlas a volar, liberarlas de todo lo que tiene su corona, porque como símbolo y como realidad son objetos muy pesados de portar”. Romero destacó que el espacio resultó ideal para esta instalación con globos de cantoya decorados con el estampado floral del vestido de la Virgen de Guadalupe.

Para ella la pieza representa “la necesidad de quitarles  la corona a las monjas, pero a la vez la imposibilidad de que salgan, porque el patio está techado. Hay una pulsión de un lado y una imposibilidad del otro”.

Desde su perspectiva en el siglo XXI se siguen dando también otro tipo de encierros, por ejemplo “en la educación de una niña o un niño que entran a escuelas religiosas y muchas veces son de puras mujeres o puros hombres, y eso los encierra en la convivencia de un solo sexo, de una sola forma de ver el mundo”.

Además, “después de lo que se ha sabido en todo el mundo de instituciones religiosas aparentemente muy serias donde ha habido pederastia, yo creo que es una problemática digna de revisarse si realmente val e la pena encerrar a los niños en ese tipo de instituciones”, concluyó la artista.

 

 

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