Los cuerpos de los siete menores que fallecieron ayer al incendiarse su casa en la Alcaldía Iztapalapa son velados este sábado en la casa de su abuela en la colonia Santa Cruz Meyehualco. Alrededor del medio día arribaron las carrozas con los féretros que fueron instalados en el patio de la vivienda. Sobre los ataúdes blancos se han colocado los nombres de los menores. A la casa han arribado familiares y vecinos.
Ciudad de México, 29 de diciembre (SinEmbargo).– La marginación, el rezago, la falta de oportunidades y las adicciones rodeaban a los siete niños que perdieron la vida ayer en el trágico incendio de la colonia Buenavista en la Alcaldía de Iztapalapa, Ciudad de México. Las víctimas vivían en una grave condición de pobreza y vulnerabilidad, de acuerdo a testimonios de vecinos.
Cordones color amarillo y naranja limitan el paso a la pequeña calle cerrada que lleva a un humilde cuarto de madera y cartón que quedó totalmente consumido por las llamas, las mismas que cobraron la vida de un grupo de menores de edad. Los siete cadáveres hallados corresponden a niños con edades de 14, 13, 9, 6 y 4 años, así como dos bebés de apenas 2 años, informó la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJE-CdMx); fue así como la dependencia capitalina confirmó el deceso de otro menor que, en un principio, se pensaba que era un adulto.
Los hechos ocurrieron alrededor de las 04:50 de la mañana del viernes, hora en que se registró el reporte a los elementos de bomberos y de la policía preventiva, detalló la autoridad en un comunicado. José Antonio Escobar, titular de la Fiscalía Desconcentrada de Investigación en Iztapalapa, dijo en una entrevista a medios de comunicación que ni el padre ni la madre se encontraban en la vivienda en el momento del siniestro.
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Una joven mujer con un bebé en brazos llega apresurada al área ubicada a unos metros de la intersección de las avenidas San Miguel y Las Torres. Su nombre es Marlene López Hidalgo. Con el rostro consternado y entristecido mira la escena y comienza a hablar con los vecinos.
La joven, que iba acompañaba de su esposo, es pariente de las víctimas. El padre de los menores, dice, es su tío y parte de los niños eran sus primos; otro bebé, era su sobrino.
Marlene pregunta por su tío y sus familiares. La información que recibe es escueta. Algunos funcionarios que aún estaban en la zona le repiten los datos que hasta ese momento –alrededor de las 12 del medio día– ya se habían dado a conocer: un incendio y siete niños muertos.
“Es una noticia muy triste, por los niños más que nada. Eran unos niños sonrientes, estaban chiquitos”, dice Marlene en una breve charla con SinEmbargo.
La joven comenta que en esa casa residían su tío y su esposa –identificados extraoficialmente por los vecinos como Ramón y Chavela–, quienes tenían cinco niños, el más pequeño era de unos dos años de edad y el más grande de aproximadamente 12 años. Ahí también habitaba una joven a la que nombran como Alma, de apenas unos 15 o 16 años. Alma, hermana de “Chavela”, tenía un bebé de dos años de edad.
Habitantes del sector ubican también a otro menor de edad, primo de los cinco hermanitos, de unos 12 o 13 años.
“No sabemos [detalles]. Nada más nos informaron que había pasado esto [incendio]. No sabemos nada, ni cómo pasaron las cosas”, comenta Marlene.
Los padres de los niños y la familia se dedicaban a vender dulces o cosas con la gente, expresa la entrevistada. Añade que no visitaba frecuentemente a sus parientes. “Nosotros venimos de vez en cuando. Ahorita lo que queremos saber si el tío de ella está bien”, abunda su esposo.
“Estamos en shock, venir y ver así todo, y peor por los niños”, dice el matrimonio.
“VIVÍAN DE LIMOSNAS”: VECINOS
Diversas personas se aglomeran frente a los cordones y observan la casa donde ocurrió la tragedia. A unos metros del siniestro se forman pequeños grupos y platican entre ellos. La noticia ha consternado a todo el vecindario y múltiples versiones de lo ocurrido rondan en la escena:
“Uno de los niños tenía abrazado a otro cuando encontraron los cuerpos. Estaban dos abrazados”, se escuchaba entre las versiones de los individuos. Las autoridades no han confirmado o descartado esta situación.
La desdicha ya merodeaba a los pequeños, a decir de los colonos, pues vivían en condiciones de pobreza y descuido, coincidieron varios entrevistados en el lugar. Además estaban expuestos a las adicciones, pues sus padres eran consumidores, destacan.
“Siempre andaban pobres, andaban sólitos. No comían, cualquiera les regalaba comida, la gente es la que les regalaba comida y ahí andaban en la calle, todos se drogaban, los niños todo el día se la pasaban en la calle”, platica Reina Trejo, una vecina del lugar.
La señora Trejo reitera en que cinco de los niños eran hijos de la mujer identificada como Chavela. Otro bebé de una joven llamada Alma. La señora Trejo pone énfasis en un niño de alrededor de unos 12 años al que conocían como “Cruzito”. Era el pequeño al que más ubicaban.
“En Navidad todavía vimos a “Cruzito” y le dijimos: ‘vente hijo, avamos a traer unos tamales”; íbamos a invitarlos a cenar. Estaba Alma, su niña, su esposo y Cruzito. Le dijimos: ‘te vienes al ratito, te vamos a invitar unos tamales’, pero ya no fue.
Itzel Raymundo, otro joven que vive en la misma colonia, dice que los afectados “apenas si tenían camas de tablas, algunos colchones, con cobijas y pocos artículos” en su casa. “No tenían gran cosa”, menciona.
“Han sido años en que los niños anduvieron en esa situación [de descuido] y nadie [las autoridades] hizo nada”, agrega.
A unos metros de la vivienda, justo en la esquina, se ubica un pequeño parque. Ahí es donde los pequeños eran vistos la mayor parte del tiempo.
Otra mujer, que vende tacos de guisado, se acerca a la zona acordonada. La comerciante, que no quiso brindar su nombre, comenta que una de las jóvenes que vivían en el lugar [Alma], así como uno de los menores, Cruzito, iban seguido a su puesto por tacos… siempre regalados.
“Pero lo feo es que todos se drogaban. Los niños siempre estaban sentados en los arbolitos. Dicen que los papás los drogaban cuando les pedían de comer, que los drogaban con tal de que los niños no pidieran cosas”, afirma la comerciante.
Algunos de los colonos comentan que la situación fue reportada a las instancias correspondientes, como el DIF. Sin embargo, una parte de las versiones dice que las autoridades no hicieron caso; otra asegura que al lugar sí acudió gente del DIF en meses pasados, pero que no tomaron cartas en el asunto.
Viviana Silva concuerda que los niños siempre estaban en la calle e incluso escuchó que alguna ocasión fueron personas del DIF, pero no supo si le dieron seguimiento al caso de abandono, aunque ante los hechos –destaca– es fácil deducir que no existió tal seguimiento de las autoridades.
“Nos da tristeza por los niños, porque son niños y ellos no tienen la culpa de nada. Los niños andaban vagando en la calle. Una vez se acercó el DIF, pero yo que sepa no hubo ayuda de nada. La verdad sí eran muy humildes, apenas si tenían para comer, porque hasta los más pequeños buscaban la forma de sacar dinero: recogían botellas y eso. Eso sí, aunque se drogaban no eran problemáticos. No se metían con nadie”, destaca.
El señor Guadalupe Hernández manifiesta que él pasaba seguido por el lugar y ubicaba a los niños y a sus padres porque “ellos estaban muy seguido en la calle. Toda su gente se dedicaba a andar allá abajo limpiando parabrisas, moneando”.
Los residentes no se explican cómo ocurrió el incendio. Creen que fue un accidente pero no saben cómo pudo comenzar. Algunos mencionan que sólo vieron correr en shock al padre. “A ese sí lo vimos como corrió para arriba”, comenta la señora Trejo.
Itzel Raymundo narra que “eran como las cinco de la mañana, nosotros nos íbamos a trabajar, ya habíamos sacado nuestro vehículo para irnos y en eso vimos la flama, y que [Ramón, el adulto] pasó corriendo en shock; entonces le gritamos y le hablamos, pero a nadie nos hizo caso. Estaba sacado de onda, siguió corriendo”.
Los entrevistados reconocen que el hecho ha puesto a reflexionar.
“Si pueden prevenir estas cosas, hay que hacerlo. No son los únicos que están en esta situación, hay muchas personas que están en esto y no hay que esperar a que pasen este tipo de cosas [tragedias ] para querer hacer algo cuando se puede hacer antes”
La Alcaldía de Iztapalapa, con un millón 903 mil 552 habitantes, es parte de los municipios que tienen mayor población en pobreza. De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 33 por ciento de su población está en condición de pobreza; al menos 205 mil habitantes cuentan con algún rezago y 32 mil 740 en pobreza extrema. A su vez, uno de cada diez habitantes de Iztapalapa carece de seguridad social.
La Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México informó que el personal de la Policía de Investigación y el de la Coordinación General de Servicios Periciales recaban indicios con el fin de determinar las causas del incendio.
La Alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada Molina, dijo en entrevista con los medios de comunicación que este es el segundo incendio en esa demarcación registrado dentro de un hogar en menos de un mes, y aunque aclaró desconocer las causas de este accidente calificó de “muy precaria” la situación de la vivienda y de la familia.
“Hace menos de un mes tuvimos un incendio por acumulación de gas, aún no sabemos el origen (…). Tendremos que hacer toda una campaña sobre el uso de gas en esta época de frío y ver de qué manera podemos hacer que la gente no prenda fuego en su vivienda”, expuso Brugada Molina.