Ciudad de México, 29 de diciembre (SinEmbargo).– José Campagnoli tiene una barba que procura mucho para darle un aspecto de descuido. Sus ojos se abren cuando su acento porteño se empecina en mostrar la firmeza de alguien apasionado. Fiscal de profesión, su cara con todos sus gestos están por todos lados de los medios argentinos debido a la suspensión de labores que sufrió el pasado 13 de diciembre por “mal desempeño de sus funciones”. Arriesgado, con un discurso pleno, ha tocado dos fibras sensibles de la sociedad argentina que lo han dejado a merced de quienes lo han alejado de su cotidiana labor. Futbol y política, dos aspectos que van de la mano en un suelo tan apasionado, lo tienen a pie de lucha.
En todo el mundo se ven imágenes de aficionados desde el sur del continente americano para maravillar al mundo. En las gradas de los estadios, seres humanos no dejan de cantar apoyando a su equipo como si fuese parte de un ritual. La multitudinaria forma de alentar, se ha convertido en un simbolismo que se ha transformado en un cliché a la hora de hablar de una nación. La pelota rueda y algo cambia en la mente de 40 millones de habitantes, sin importar género, edad o color de piel. El futbol aglutina todo en un mismo sentimiento. Detrás de ese fervor alucinógeno, existe un oscuro pasaje controlado por personas que ponen de pretexto el aliento para delinquir.
Se estima que las Barras Bravas de los equipos de futbol, ese sector radical de las gradas argentinas, facturen cerca de 60 mil dólares mensuales en diversos negocios fuera del foco de la ley. Además, hay un promedio de seis muertos por año entre disputas de varios grupos con el pretexto de los colores. Historias que se convierten en mitos y leyendas sobre las formas violentas que han llegado a ser usadas por dirigentes y políticos, forman parte del folclore de uno de los campeonatos más venerados en el mundo por su alta calidad en la materia prima. Hace un par de días, Avellaneda se vistió de lujo para despedir a uno de sus hijos predilectos. Con el pretexto del adiós de Gabriel Milito, un episodio más se escribió alrededor del juego.
Pablo Bebote Álvarez llegó a la Barra Brava de Independiente en 2004. Con toda su locura por el Rojo, fue subiendo escalones en la difícil cuesta que hay que recorrer para ser líder del grupo alentador. Su pundonor le ha dado una reputación como uno de los más aguerridos barrabravas del futbol argentino. En la actualidad no pisa el Libertadores de América, recinto del cuadro del histórico Bochini por diferencias con el Presidente Javier Cantero, pero no por eso deja de beneficiarse del negocio alrededor. En su página de Facebook, ofrecía numerosos boletos para el cotejo que serviría para despedir a Milito, ídolo del club.
Con total impunidad, ponía a la venta localidades con precios mucho más bajos que en taquilla. Las entradas no habían sido compradas con anterioridad, sino que formaban parte de un lote que había sido repartido exclusivamente al club y a patrocinadores sin que se pudiesen comercializar. La empresa encargada del evento es Imagen Deportiva, la misma que organizó los partidos de la Fundación Lionel Messi que ahora son investigados por lavado de dinero. El hecho del que huyen tanto el club como la organización, llega en un momento donde el tema de los negocios ilegales alrededor del futbol está a la orden del día. Campagnoli es el fiscal que desde hace un año investiga estos temas que involucran a nombres pesados.
Un caso que implica a Daniel Passarella, histórico jugador y hasta hace poco Presidente de River Plate, con los líderes de la barra del cub millonario, Los Borrachos del Tablón, que apuntan a la constante desviación de boletos para partidos de futbol y conciertos en el Estadio Monumental, casa habitual del cuadro de Buenos Aires. El diario deportivo Olé dio a conocer algunas conversaciones telefónicas donde se deja entrever la relación entre líderes de la Barra y dirigentes para repartir las ganancias del boletaje dado. El vínculo entre grada y dirigencia no es nueva para la sociedad argentina, pero la investigación llamó la atención por las contundentes acusaciones que involucraban a un personaje ilustre que supo ser campeón del mundo en 1978, siendo capitán.
Mientras José Campagnoli investigaba, también se inmiscuyó en la investigación sobre los negocios de Lázaro Báez, supuesto prestanombres de la familia Kirchner en un sinfín de negocios con poco margen de legalidad. Con la Presidente Cristina en la lupa, el fiscal fue de pronto retirado de sus funciones. Como titular de las investigaciones, si no es restablecido como lo viene exigiendo con manifestaciones públicas, los dos casos podrían quedar sepultados en la indiferencia sin que se lleve a cabo una tarea meticulosa para determinar alguna irregularidad. Se despidió “El Mariscal” Milito, un grande de Independiente, mientras el futbol argentino sigue sufriendo un mal establecido desde hace décadas.