Salvador Guerrero Chiprés
29/11/2022 - 12:02 am
Hacerse el que no entiende
“Mayor evidencia de respaldo popular por el cambio de régimen la tendremos con la victoria de Morena en el Edomex en 2023 y, por supuesto, en la elección presidencial del 2024”.
La congregación dominical de más de un millón de morenistas y simpatizantes confirmó al presidente Andrés Manuel López Obrador en su doble carácter de líder social y figura presidencial vigorosa, en plenitud al iniciarse el último tercio del sexenio.
En ninguna de las coberturas o comentarios en que se prefiere ignorar su cercanía popular con un enorme segmento de la población, en ninguna, se reconoce la singularidad de esa conexión.
Las descalificaciones le son posibles a quienes las sostienen debido precisamente a la interesada o acomplejada omisión de voluntad, empoderamiento y dignidad atribuida a las y los asistentes. Al señalarlos como, únicamente, presuntos acarreados se busca esquivar la obligada mirada a la inmensa base social del Presidente.
Caminata, marcha, desfile, demostración, mitin. Algo de todo. Los más lentos 4 kilómetros entre El Ángel y el Zócalo fueron recorridos por los pocos que aguantaron el jaloneo, la presión, el calor y los empujones.
Quienes, curados en salud, con las voces de las oposiciones, desistieron de asistir para no verificar la magnitud del encuentro navegan ahora entre la crítica a un supuesto ego unipersonal de la botarga presidencial en que ellos creen está convertido el principal líder social del país, que, antipática e insoportablemente para ellos, ejerce también el poder nacional. El señor Claudio X. González y otros, sorprendentemente, creen que esa multitud es convocada por el temor.
Un trayecto presidencial sin mayor protección, con oleadas de gente que no podía ser atajada por ninguna valla, prácticamente sin sudar mientras otros a su lado lucían empapados apenas iniciada la caminata. Tal vez ningún otro mandatario en el mundo se atrevería a realizar una demostración semejante. Mucho menos uno miedoso.
Agencias, adversarios, fuerzas políticas minoritarias y anti AMLO buscaron comparar la convocatoria de López Obrador con la manifestación que en 1982 realizara el entonces presidente José López Portillo para expresar su “defensa” al peso mexicano.
Tres diferencias obvias hasta en las fotos. La primera: el mandatario priista estuvo acompañado de un cerco de seguridad; dos, fue rodeado de integrantes de su gabinete, en representación de la clase política de ese momento y la manifestación era de menos de la tercera parte de los reunidos esta ocasión, eso si hubiera que creerle a la prensa priista de la época.
Este domingo no hubo escoltas: la gente cuidó al Presidente, y solo la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, estuvieron con él en todo el trayecto. Los comercios permanecieron abiertos; no hubo incidentes más lamentables que la omisión de los grupos opuestos Obrador.
El Zócalo, prácticamente se vació y volvió a llenar en siete ocasiones, en un flujo constante de simpatizantes que inició en la explanada a las 10:00 para un mitin que pudo arrancar hasta pasadas las 15:00. Ningún precedente histórico es comparable aun cuando con sereno equilibrio Sheinbaum —en cuyo hombro López Obrador se recargaba durante la marcha— enfatizó, para no arrojar demasiadas campanas al vuelo, que Lázaro Cárdenas también fue muy popular.
Mayor evidencia de respaldo popular por el cambio de régimen la tendremos con la victoria de Morena en el Edomex en 2023 y, por supuesto, en la elección presidencial del 2024.
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