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Gustavo de Hoyos Walther

29/11/2022 - 12:03 am

Dos marchas

“Para entender la situación política mexicana hoy en día bastaría comprender la naturaleza de las dos marchas que se realizaron este mes”.

Para entender la situación política mexicana hoy en día bastaría comprender la naturaleza de las dos marchas que se realizaron este mes.

La del 13 de noviembre fue una marcha espontánea, orgánica e independiente, donde participaron cerca de setecientos mil ciudadanos y otros quinientos mil en sus réplicas locales en todo el País. Fue una demostración de músculo cívico por parte de personas independientes que a lo largo y ancho del país decidieron defender la democracia, cuyo pilar es el INE. Esta marcha ciudadana ocurrió en un contexto particular: la tentativa por parte del gobierno actual de minar las instituciones republicanas que los mexicanos decidimos fortalecer desde finales del siglo pasado. Aunque esto ha sido una acción continua durante los cuatro años del obradorismo en el poder, adquirió su condensación más extrema en el ataque contra la organización electoral autónoma y el intento de cambio constitucional que busca transformarla en un órgano al servicio del poder en turno.

La ciudadanía organizada entendió que esto era ir demasiado lejos y salió a las calles a decir claramente que al INE no se toca.

El éxito de la marcha ciudadana se puede medir por un hecho innegable: el Presidente López Obrador sintió que, por primera vez, la ciudadanía que se le opone le ganaba las calles. Como reacción al poderoso despliegue cívico, decidió organizar su propia contramarcha. Entender esto es muy importante: la movilización de masas del ego presidencial no hubiera ocurrido sin el éxito de la marcha republicana y democrática ocurrida antes.

Pero la diferencia entre las dos son notables. A diferencia de la marcha cívica, la organizada por el Presidente fue un intento desde el poder de movilizar apoyo popular. Si bien hubo ciudadanos que se unieron a la marcha obradorista por convicción, la verdad es que esta operación requirió del uso masivo ya sea de la coacción o de incentivos para obligar a muchas personas a manifestarse. Abundan ejemplos de todo tipo que dan testimonio del carácter no voluntario de la movilización.

Esto nos recuerda a muchos los acarreos tradicionales del PRI-Gobierno en una etapa que creíamos ya habíamos dejado atrás. Y es la tentación de regresar a ese pasado lo que ha hecho que los ciudadanos libres de este país se estén movilizando de manera ordenada y democrática.

En una evaluación preliminar se puede decir sin miedo a equivocarse que la contramarcha organizada desde el poder fue un fracaso. No sólo mostró su carácter autoritario, sino que ni todo el aparato del gobierno logró movilizar al número suficiente de gente para llenar el Zócalo, que es el objetivo que el propio Presidente se ha puesto para medir su éxito.

De cualquier manera, los ciudadanos nos encontramos en marcha continua para defender las instituciones republicanas, democráticas y liberales sin las cuales México no tiene porvenir. Por lo pronto, la ciudadanía en movimiento ya logró impedir lo peor: la aprobación de cambios constitucionales en materia electoral. Esto es una gran victoria que no debemos olvidar, pues habla de la fuerza de este movimiento cívico y social. Que no haya duda: la convicción ciudadana por defender lo más preciado que tenemos es hoy más poderosa que nunca.

Gustavo de Hoyos Walther
Abogado y empresario. Ha encabezado diversas organizaciones empresariales, comunitarias, educativas y filantrópicas. Concentra su agenda pública en el desarrollo de líderes sociales (Alternativas por México), la participación ciudadana en política (Sí por México) y el fortalecimiento del estado de derecho (Consejo Nacional de Litigio Estratégico).

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